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Hizo fuerte achís

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IGNACIO ALCURI

Justo cuando decidí comprar una garrafa, después de un mes y medio de supervivencia sin más métodos de calefacción que las capas de ropa y la fricción. Justo cuando decidí salir más abrigado a la calle, sin importar el sudor que pudiera generarse en mis axilas, con tal de no pasar un poquito de frío. Justo cuando compré sopas instantáneas y comida caliente, para mitigar el invierno que recién arranca.

¿Justo ahora me vengo a engripar? Cruel ironía del destino, hoy de mañana me desperté con el cráneo retumbando cual parlante en fiesta tecno, y con la nariz transformada en una fuente inagotable de agua.

Pero no quiero tener gripe, y todo indica que estoy en medio de una, en este preciso instante.

Tal vez el termómetro marcó 37 grados y medio, pero tal vez me equivoqué yo. Es muy difícil fijarse en los numeritos. Hay que girar el termómetro en un ángulo exacto para apreciar la medida del mercurio. Sí, es eso. Debo haberme fijado mal.

No volveré a mencionar los 37 grados y medio, por si mi madre está leyendo esta columna.

Lo que no se puede ocultar es el montón de bollitos de papel higiénico que se acumulan al costado de la cama, todos húmedos. ¿Vieron las publicidades que hacen zoom sobre el piso y aparecen dos bichos conversando? Bueno, esto sería la marcha del millón de bichos, con mi mesita de luz como obelisco de Washington.

A veces creo que deberíamos tomar el ejemplo de las aves, y pedir la licencia en invierno, para después volar hacia mejores climas.

Claro que para ello deberían disminuir los precios del tique de avión. Yo sé que Airbus está haciendo todo lo posible, pero todavía falta. Dos o tres incidentes más y se puede comprar un tique con la tarjeta del STM.

Dicho sea de paso, me resulta muy extraño eso de "usted deberá decir: `quiero un boleto de dos horas`". Me hace acordar a las cámaras ocultas de VideoMatch, que apuntaban con una luz láser a la gente y para sacarlo debían decir: "scanner, vete de aquí".

Volviendo al invierno, los hemisferios tendrían que vaciarse en la temporada de frío, superpoblando la otra semiesfera (dos prefijos de dos sílabas, qué grandilocuencia).

Así no habría gente con 37 grados y medio, que debe esconder este dato a sus seres queridos, para que no le digan "con esa temperatura ni se te ocurra salir de tu casa". A lo sumo alguna enfermedad tropical o mosquito asesino, pero nada de flemas, tos y dolor de cabeza.

Sería hora de tomarse la temperatura nuevamente. Mecacho. Ahora son 38,3 grados. ¿Alguien sabe si la fiebre aumenta en progresión geométrica? Quiero saber a qué hora me hervirá la sangre. Pregúntenle a alguien, pero por favor no llamen a mi madre. Que no se entere.

Reconozco que me vendrían bien unas vacaciones. En el hemisferio que fuera. Pero no puedo tomarme los CINCO días que recomendó el doctor que me atendió por teléfono (no quise molestarlos, están preocupados atendiendo enfermos de gripe estacional... ¡Esperen! ¡Yo soy uno de ellos!).

Tengo que terminar la columna antes de que el delirio se apodere de mí y escriba cualquier cosa. Sé que serán muy pocos los que noten la diferencia, pero yo tengo el deber de... de...

Me perdí. 38 grados y medio. Qué raro, veo pasar gente caminando pero yo vivo solo. Capaz, sólo capaz, que ya me está pegando demasiado. Será mejor que cierre las ventanas. Qué lástima, no me gusta el olor a encierro.

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