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Kilómetros a un dedo de distancia

| Que un desconocido levante a otro en ruta no es fácil. Impostar cara de lástima, ir bien vestido, mirar al conductor a los ojos y no fumar son algunos consejos de mochileros.

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El País

"Me saco los lentes, mi compañera se sienta al lado con cara de lástima y hago dedo", cuenta un rosarino que viajó sin pagar desde Argentina a Perú.

CATERINA NOTARGIOVANNI

Salir livianos de equipaje pero cargados de paciencia, usar ropa limpia pero no de marca, impostar cara de lástima, llevar agua y alimentos ricos en calorías, ser uno mismo, pararse en semáforos o lomos de burro; pensar en positivo, no caminar, comprar y ofrecer una bolsa de bizcochos, evitar los autos de dos puertas, mirar al conductor a los ojos y sin lentes de sol, no fumar mientras se levanta el pulgar y de tenerlo, vestir uniforme liceal.

Estas son algunas de las estrategias que debería tener en cuenta cualquier persona que se decida por el más barato de los medios de transporte: el dedo.

Al menos así lo hacen o lo han hecho los viajeros interceptados en la ruta y consultados a través de Internet. Es que contrariamente a lo que parece, conseguir un aventón implica mucho más que levantar y sacudir un dedo; siempre y cuando dormir en la ruta no forme parte del itinerario de viaje.

primerizos. Poco o nada de esto sabían Gonzalo (18), Santiago (19) y Pablo (19) cuando salieron el viernes de Montevideo con destino a Santa Teresa. Para cuando fueron levantados por El País sobre las proximidades de Atlántida, llevaban cuatro horas procurando un viaje (hasta allí llegaron gracias al padre de uno de ellos). De hecho, para entonces ya se habían rendido y descansaban sobre las mochilas mientras esperaban el próximo ómnibus al Chuy. "Es un milagro esto loco, te juro", comentó Gonzalo no bien se subió al auto.

Según contaron, la decisión de hacer dedo fue producto de la pereza: "En realidad ayer teníamos que ir a sacar los pasajes a Tres Cruces y nos embolaba", contó Pablo. En esas cuatro horas sobre la Interbalnearia pasaron muchos vehículos: "Alguno saludó o tocó bocina, pero parar no", dijeron. "No estábamos en un buen lugar porque el que quisiera llevarnos tenía que esquivar a los que salían de Atlántida. Nos pensábamos mover pero dijimos ya está, paramos un bondi y listo", acotó Santiago. "Somos medio inexperientes", admitieron. El pesado equipaje que cargaban (tabla de morey incluida) fue una prueba de ello.

Tres kilómetros más adelante, con el sol del mediodía cocinando el asfalto, se divisaban dos siluetas. "Pa, esos pibes nos pasaron hace un rato largo", comentaron los jóvenes. Eran Richard (40) y Noelia (18), una pareja que iba a Punta del Este a buscar trabajo.

"Si Dios quiere y la virgen, capaz que conseguimos algo de caseros", dijeron. Él es cocinero y oficial albañil y ella portaba referencias en tareas de limpieza y de un cybercafé. Habían salido el día anterior de Montevideo a las 9 y 30 de la mañana y sólo habían hecho 8 kilómetros en un vehículo. "¿Estrategias? Ninguna más que levantar el dedo", comentaron.

Al momento de la entrevista llevaban $15 pesos en el bolsillo. "En Atlántida ya estábamos agotados y nos quedamos en el centro cuidando coches", relató Richard. "Hicimos unos mangos, nos compramos dos litros de leche, pan, fiambre y pasamos la noche en la plaza. Guardamos unos pesitos para el desayuno, nos compramos un yo-ghurt, unas galletitas y una cajita de Nevada 10 para el camino", agregó. Ambos iban muy ligeros de carga (una mochila, una manta fina, un par de championes y poco más) y se los veía alegres y esperanzados a pesar del poco éxito del autostop hasta el momento. Después de saludar y antes de la foto pidieron agua. Bebieron con urgencia, se mojaron la cabeza y siguieron la marcha. Diez horas después, apenas caída la noche, seguían caminando a la altura de Cuchilla Alta, (kilómetro 80).

En la ciudad de San Carlos, enseguida de un lomo de burro, Noemí (30) y Leandro (25) esperaban por un alma caritativa que los levante. Ambos son parte de un grupo de diez amigos recién llegados de Rosario (Argentina) que comenzaron a hacer dedo en Piriápolis.

La elección de esta modalidad tiene que ver con lo económico, dijeron, pero también con la voluntad de hacer otro tipo de viaje. "Creo que si tuviera la plata, igual lo haría a dedo", confesó Leandro, quien viajó desde su ciudad hasta Machu Picchu (Perú) sin gastar un peso en transporte. Después de semejante experiencia, Leandro dijo tener la clave para que lo levanten en la ruta: "Me saco los lentes, ella se sienta al lado con cara de lástima y hago dedo". Y agregó con ironía: "Pero como no me cree (por Noemí), me siento en la sombrita y que lo intente ella". "Él se cree que por ser simpático le van a parar, pero la gente lo mira, se ríe, piensa en lo simpático que es y sigue de largo", acotó Noemí.

La táctica de Leandro incluye un saludo, un gesto de súplica con las palmas de la mano y el pulgar levantado en señal de `todo bien` cuando el conductor continúa la marcha. Además porta una cábala: la bandera argentina que lo acompañó en su viaje a Perú: "La llevo porque si es argentino le pega en lo emotivo y me levanta. Si no dicen: `vienen de lejos` y también me levantan". Cinco minutos después de decir eso les paró un camión y siguieron su ruta.

Viajar "con luz". Una de las consignas comunes para tener éxito con el autostop es la actitud positiva. "Llevar buena onda". "No ir con gente de mala vibra porque no te para nadie". "Ser uno mismo", "Nunca desesperarse". "No mostrarse agresivo o con mala onda", fueron algunos de los comentarios.

Pero fue Kuara, que hacía dedo junto a su novia Tania a la salida de Rocha, el que resumió mejor el espíritu del viajero: "Hay que hacerlo con el pecho abierto... nosotros no tuvimos malas experiencias porque vamos con luz. Cuando vayas a dedo, viajá con luz. Según el pensamiento, la palabra y el movimiento que tengas en el universo, el universo te corresponde", dijo. En la ruta, esa filosofía se traducía en un modo peculiar de hacer dedo (ver foto) y de agradecer a quienes no le paraban.

Tania y Kuara son de San Luis, Canelones, y volvían de sus vacaciones en La Pedrera. Él sostuvo que el dedo "es una cuestión de libertad" y que además sus viajes le enseñan algo. Por ejemplo: dijo que siempre quiso conocer Australia y que uno de los conductores que los levantó era un uruguayo surfista que vivía allí. Por ende pudo conocer detalles de ese país sin subirse a un avión.

Su viaje a dedo más extraño fue en una pala mecánica. "El conductor me levantaba para que no me viera la caminera", recordó. Kuara dijo que no le gusta viajar con camioneros porque si hay una mujer se ponen "libidinosos", lo que lo obliga a adoptar un rol "protector" que no le va. Ella es diseñadora de ropa y él hace malabares, masajes, corta el pelo y hace cosquillas, dice.

Otra básica del dedo es controlar la ansiedad y las ganas de empezar a caminar. De hacerlo, no sólo se aleja de los lugares de aprovisionamiento, sino que se corre el riesgo de quedar varado en el medio de la ruta en sitios donde los coches pasan a más de 100 k/h.

Eso fue lo que le pasó a Micaela (18) y José (20). "El tipo nos dijo que iba a una estancia y paró en un lugar entre Punta del Diablo y Valizas donde no hay nada. Sólo un parador que vende licor de Butiá, ni siquiera tenía agua. Tuvimos que volver para atrás porque no nos levantaba nadie", contó Micaela. (En ese sentido, varios de los consultados sugieren no pararse en Atlántida o San Carlos. Al parecer ambos son "mufa").

José y Micaela habían llegado en ómnibus hasta Cabo Polonio y decidieron hacer dedo para poder moverse entre balnearios. En total se ahorraron $1.600 en transporte, pero al momento de ser levantados portaban apenas $50. No obstante contaban con la posibilidad de pedir un giro desde Montevideo.

Micaela dijo que "los porteños no te levantan y además te descansan, te gritan de todo". José contó que la otra "clásica" es la de los autos que amagan a parar y arrancan a último momento. También dijo que hacer dedo en Europa es mucho más difícil, que allí "nunca te levanta un auto en la ruta" y que hay que ir a las paradas de camiones o las estaciones de servicio para conseguir un viaje.

Lo más raro que le pasó en su travesía a dedo por el viejo continente fue cruzarse con una conductora un tanto particular: "Una vez me levantó una gótica obesa que iba escuchando Black Metal muy alto y que consumía drogas. Nos dimos cuenta cuando estábamos arriba del auto. Entonces ta, nos bajamos en la parada siguiente", recordó.

El detenerse un segundo a estudiar el aspecto del conductor es algo que todos dijeron hacer. Muchos incluso han rechazado viajes por no confiar en el aspecto o por ver que quien maneja va notoriamente alcoholizado. Sin embargo, no hay malas experiencias que contar, apenas pequeños sustos como el que vivieron Ximena y Andrea cuando decidieron parar un camión (cosa que no hacían por regla) después de horas de espera en la ruta. "El camión iba cargado de vacas y con sobrepeso. El conductor empezó a hablar con otra gente por radio y cada vez que había un cartel Montevideo o tal lado, el tipo doblaba para el otro lado. Nos empezamos a quemar, pero en realidad lo que estaba pasando es que como iba con sobrepeso, por radio le iban indicando los lugares donde las balanzas estaban rotas, entonces estaba dando terrible vuelta para esquivarlas".

El aspecto o la primera impresión no sólo preocupa a quien se sube a un auto, también interesa a aquellos que deciden detener la marcha. Por eso los experientes recomiendan viajar bien vestidos: "limpio, prolijo, pero no con ropa de marca", indicó Heber (25) desde Buenos Aires. Hay que dar idea de pulcritud pero sin ostentar.

Antes de decidir salir a la ruta, es importante tener en cuenta que dos mujeres tienen más posibilidades de conseguir un aventón y que a su vez una pareja llegará antes que dos hombres (ver apoyo).

Otra estrategia repetida es hacer algo más que levantar el dedo; ya sea bailar, rogar con las manos o saltar. Se tienen pocos segundos para conquistar al conductor y demostrarle que se es confiable, buena onda y divertido. En definitiva, la diferencia entre avanzar o quedar varado es básicamente una cuestión de actitud.

De Uruguay a USA, entre otras historias

"El 11 de enero de 2003 me levanté temprano para irme a Parque del Plata. Tenía 17 años. No sé qué me pasó por la cabeza que tenía que ir a dedo. El resultado fue que empecé a caminar y los autos no paraban. En plena ruta, cansado y quemado por el sol, no tenía idea de dónde tomar un ómnibus. Entre cansado y enojado, seguí caminando hasta que llegué. De Malvín a Parque caminando sin escalas. Lamentable. Ni uno paró". Tiago (23), docente de Malvín.

"He viajado a dedo y casi siempre llegué a destino. Estrategias no tengo pero a veces tengo uniforme del liceo y eso ayuda mucho. El peor plantón fue en verano cuando caminé como 18 kms al sol. Pero al final llegué. Las cosas que no se deben hacer son: ser impaciente y antipático". Maximiliano (17) de Delta del Tigre.

"Sí, toda la carrera de facultad me vine a dedo desde Montevideo a Flores. Mi estrategia era llevar un cartel escrito con el nombre del destino. Recomiendo no hacer dedo sentado, ni fumar y estar lo más presentable posible". Diego (30) de Flores.

"El peor plantón en la ruta fue una noche que no nos paraba nadie porque se había escapado un par de reclusos de la cárcel de Rocha (eso fue lo que nos dijo la Policía Caminera). Nos paró un ómnibus de línea. Tuvimos que pagar, obviamente, pero fue lo más seguro". Andrés (28) de Carrasco.

"Desde los 16 años viajo a dedo recorriendo casi todo el país (mi primer mochila fue de restos de jeans, y cosida a mano por mí). Teníamos una cábala cuando quedábamos en la ruta en el medio de la nada: poner 5 monedas de 10 cruzando la carretera (nunca falló). Jamás tomamos como plantón el quedarnos "tirados en la ruta" porque salíamos expuestos a eso". Diego (42) de Paso de los Toros.

"Nunca viajé a dedo, ni lo haría. Si no tengo plata, no salgo". Diego (25) de Atlántida.

"Hice dedo desde Uruguay a USA. El viaje comenzó el 20 de marzo de 1977 y llegamos a Miami el 4 de junio de ese año. Todavía tengo la mochila en una vitrina como recuerdo de una experiencia inolvidable", Carlos (55) desde Estados Unidos.

"Viajé a dedo en África, América del Sur e Israel y llegué por lo general a la meta que deseaba. La estrategia fue estar vestido adecuadamente". Alfredo Tor-Paz (55) de Panamá.

Consejos para viajar en ruta

Una mujer viaja más rápido que un hombre, dos mujeres llegan antes que una pareja, que a su vez arriba antes que dos hombres. Los datos corresponden a una competencia de autostop realizada en Argentina, donde se registró una diferencia de seis horas entre el primer equipo de mujeres y el último de hombres. Esto debería tenerse en cuenta cuando se decide el compañero/a.

Salir más o menos prolijos a la ruta para evitar los prejuicios de los conductores. Los lentes de lectura ayudan y los de sol entorpecen el contacto visual. Leer un libro puede ser útil: "Razonamiento: libro=estudiante=no chorro", indica el sitio especializado. Tener a la vista una cámara de fotos es indicador de que se es turista, pero hay que tener cuidado dónde se saca porque puede terminar en robo.

La mochila tiene que estar a la vista porque es un símbolo del viajero. Esconderla puede hacer que el conductor desconfíe. "Si viajamos de a dos poner las mochilas una detrás de la otra, de manera que el conductor vea sólo una".

En cuanto a la actitud, la primer regla es sonreír y mirar a los conductores a través del parabrisas. La otra es "poner el cuerpo": "A veces estamos haciendo dedo pero nuestra mente está en otra, no transmitimos nada, los autos pasan como si nada y de golpe nos damos cuenta y empezamos a hacer dedo con todo el cuerpo, con la mirada, etc, y ahí es cuando salimos. Una pareja puede recurrir al chantaje emocional y hacer dedo de la mano, abrazados o incluso ponerse a bailar (juro que resulta)".

La posición ideal es a la salida de pueblos y ciudades, en estaciones de servicio o al costado de un lomo de burro; es decir sitios donde los vehículos transitan a baja velocidad. Así tendrán tiempo de juzgar el aspecto y de decidir detenerse. Ni que hablar que es fundamental esperar en sitios donde haya banquina.

Elegir un lugar y no caminar. Primero para no alejarse del punto de aprovisionamiento y segundo porque es más difícil que se detengan en medio de la ruta. (Fuente: autostopargentina.com.ar)

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