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Esos desgraciados amores

| El psicoanalista Jorge Bafico escribió un libro de cuentos ficticios pero posibles; las historias narran relaciones en la psicosis, la obsesión, en la histeria, y otros.

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El País

G.V.

¿Hablamos de amor? Apoyado en su experiencia clínica, el terapeuta escribió historias de amores "desgraciados, tristes y crueles".

Cuando un hombre acosa secretamente a un mujer que se ha convertido en su obsesión, cuando otro hace y deshace en función de los mandatos de su madre, cuando la familia toma las riendas de su vida, cuando un ídolo es capaz de enmudecer a su fanático o convertirse en su mayor patología, cuando toda relación de pareja parece miserable comparada con una anterior, cuando alguien es capaz de matar por otro... ¿hablamos de amor?

El psicoanalista Jorge Bafico cree que sí. Que el amor no está "globalizado" y se manifiesta en múltiples formas. Que es complejo y enigmático. Así que en el enorme abanico que presenta este sentimiento, aquellos amores desgraciados, quizá enfermos, también deben ser reconocidos. De eso trata ¿Hablamos de amor? (Ed. De la Plaza, 2008), el libro que el terapeuta acaba de lanzar y reúne 14 cuentos ficticios, pero posibles, del sentir en la histeria, en la psicosis, en la obsesión y otros lugares "desgraciados", al decir del autor.

Antes que nada vale decir que, aunque escrito por un psicólogo, el primer fin del texto es entretener. Si bien las historias narradas por Bafico están atravesadas por su experiencia clínica (aparecen discursos típicos de ciertas patologías), no se le ofrece al lector cátedra psicológica de ningún tipo; no se revelan los motivos intrincados por los que los personajes actúan de tal o cual manera y tampoco se ofrecen soluciones ni moralejas. "Me estoy tomando una licencia de la figura del psicoanalista. Trato de mostrar la situación tal cual es y que luego el lector asuma la consecuencia de su propia lectura", explica.

abusos y perversiones. De las 14 historias relatadas por el terapeuta, sólo dos son basadas en casos reales. Una trata de una chica que se dispone a entrevistar al escritor Jorge Luis Borges con la idea de dar un giro a su carrera profesional. La otra historia está documentada en la revista argentina de psicología Imago, y habla del "señor M.", un gran masoquista cuyo cuerpo está totalmente desgarrado y vejado por maltratos y torturas de todo tipo en sus prácticas sexuales.

Los demás casos han sido imaginados por el autor, pero siempre salpicados por su experiencia. Por ejemplo, en las historias con crímenes incluidos (ver recuadro), Bafico recurrió a sus recuerdos como psicólogo del Penal de Libertad y el Comcar, donde a lo largo de nueve años trató a decenas de reclusos.

Uno de los únicos cuentos en los que aparece un término muy relacionado con el diván de hoy es Amores sucios, donde aparece la palabra "resiliencia", y casi un cuestionamiento a su teoría. La historia trata de un niño de siete años que fue abusado, y el impacto que esto genera en su familia. "Cada uno responde desde su propio lugar, desde su su propia historia y desde sus propios traumas. Uno de los padres reacciona con la negación, otro con el silencio. Se genera un traumatismo que a cada personaje lo embate de diferentes formas. La resiliencia se dice que es la fortaleza que tiene la persona para moldearse frente al dolor. Yo no sé si necesariamente uno se vuelve más fuerte luego de lo que le pasa. Simplemente creo que uno se transforma. No se trata de una crítica a la teoría de la resiliencia que está tan en boga. Me parece que el problema es desde dónde se supera el trauma. Lo que intento mostrar en este cuento es como los padres también sufren muchísimo y están traumatizados de diferentes formas. Y en esas formas, también generan la transformación en ese sujeto (el niño). Si es buena o mala, lo dejo a criterio del lector. Siempre apunto a lo singular. No hablo de la resiliencia en sí misma, sino aplicada a este caso. Si los padres hubieran actuado de otra manera, la resiliencia hubiera sido otra. Ni mejor ni peor, sino otra".

Siempre en el espectro de estas situaciones extremas, algunos cuentos tocan resortes hilarantes (de humor negro, claro está) o más caricaturescos. En Amores rojos se puede leer el discurso de un obsesivo a la perfección, escrito en clave monólogo-del-paciente-frente-a-su-psicólogo. El tema es si el terapeuta acepta a ese hombre, acosador de una pelirroja a quien le desbarajusta la vida, como paciente. Bafico explica: el personaje "generó un caos en la vida de otras personas pero en su discurso no está implicado, se mantiene siempre por fuera de lo que pasa. Esto es una característica del discurso del obsesivo. Uno no puede tomar como paciente a una persona que no puede integrarse en su historia. El protagonista del cuento viene y relata lo que pasa como si fuera un tercero. Una ajenidad insólita pero propia de los obsesivos. En un análisis se trata de que el paciente se implique. A veces se logra, y es lo que se llama rectificación subjetiva. Si no logra implicarse, no hay análisis posible. Es un poco lo que juega en esta ficción".

Otros personajes del libro son: un paranoico convencido de que puede comunicarse con Diego Maradona mediante su rodilla (inspirado en un ex paciente real del autor), un hombre que se deja "atropellar" por su familia, una histérica atada a un amor del pasado, otro varón que obedece in eternum a los deseos de su madre, y varios potenciales -o consumados- homicidas.

Singulares. Cuando la conexión con el otro se hace desde un costado "enfermo", ¿se trata de amor? Si éste se define como un vínculo sano, que sirve a la superación y al bienestar, quizá la respuesta debería ser no. Pero si el amor acepta múltiples acepciones, entonces no hay contestación contundente. "Yo creo que no hay una sola forma de amar. Lacan dice una cosa que me parece fabulosa: amar es dar lo que no se tiene a quien no lo es. Se parte de una especie de engaño cuando se ama. Uno se enamora por sus propias cosas que proyecta en ese otro. A mí, en la clínica, algo que siempre me ha llamado la atención es cómo alguien que está en pareja o se casa totalmente enamorado, que dice `el otro es igual a mí, lo miro y sé lo que piensa, es mi alma gemela`, etc., a los pocos años puede estar separado y odiando irremediablemente a quien era su pareja. Siempre me pregunto lo mismo: ¿qué pasó en ese lapso de tiempo para que la visión de la persona cambie tanto?", opina Bafico.

Para él, todos los cuentos compilados en su libro hablan de amor, aunque sea de formas desgraciadas, tristes o crueles. De hecho, para el terapeuta escribir estas historias significó una suerte de "exorcismo" de años escuchando relatos con estos ingredientes. Y además, considera que el amor feliz no se escribe. "La tónica del libro no escapa a la visión occidental del amor. Denis de Rougemont, en El amor y occidente, plantea algo con lo que estoy absolutamente de acuerdo: en literatura el amor siempre es infeliz".

Si bien la confección del texto tuvo como primera motivación el gusto por escribir y el deseo de entretener, el terapeuta asume que le gustaría que el lector pueda quedarse con la idea de la complejidad del amor. "En un mundo donde parece ahora que todo es global y generalizable, creo que marcar la importancia que tiene la singularidad es vital. No trato de dar un mensaje y mucho menos de dejar una enseñanza, pero si alguien pudiera llevarse ese concepto sería magnífico. Me parece interesante que la gente comprenda lo complejo del amor a través de estos cuentos, la importancia de lo singular. A las personas no las podemos atar a un síntoma o un trastorno, y mucho menos a una forma de amar".

De pasión, locura y muerte

Jacques Lacan, uno de los nombres más importantes en la evolución del psicoanálisis después de Freud, trabajó mucho en el campo de la criminología. Entre sus primeros trabajos, por ejemplo, aparece el análisis del caso de las hermanas Papin, dos empleadas domésticas que, en el París de los años 30, mataron a sus patronas, madre e hija, y las mutilaron; a la madre incluso le arrancaron los ojos.

Jorge Bafico, psicoanalista lacaniano, también ha estado siempre muy interesado en la criminología (trabajó como psicólogo en el Comcar y el Penal de Libertad), interés que se refleja en algunos de los cuentos de ¿Hablamos de amor?

Una de estas historias, titulada Amores olvidados, toma incluso una situación que el terapeuta vivió. "Cuando recién empezaba a trabajar en el Penal de Libertad tenía que entrevistar a un asesino. Leyendo en el parte policial la historia del recluso, me lo imaginé como una bestia por el tipo de crimen que había cometido. Y cuando llega el momento de entrevistarlo, me encontré con un individuo que no tenía nada que ver con aquel que yo pensaba. Y eso me quedó como una enseñanza, cómo uno prejuzga. En esa historia trato de demostrar un poco eso: que no todo es lo que parece", ejemplifica.

También asoman crímenes en los cuentos Amores malditos, donde un psicólogo es atormentado por el portero de su edificio; en Amores filiales, donde se describe la relación entre un padre y su hijo autista; en Amores numéricos, donde un hombre queda dividido entre dos mujeres; o en Amores fantasmales, donde un psicótico planifica matar a una mujer que se ha convertido en su obsesión y le escribe correos electrónicos detallándole su plan de una forma rigurosa. "Es metodológico, un estratega. Es el discurso de un paranoico", explica el autor.

¿En el crimen siempre se esconde una patología? "Todos tenemos patologías. Me parece que con los reclusos, no todos, pero en la mayoría de los casos, algo de lo patológico siempre está en juego. Sólo que se trata de algo más grave, más radical".

¿Hablamos de amor?, de Ediciones de la Plaza, fue lanzado esta semana y cuenta con ilustraciones exclusivas de los prestigiosos artistas plásticos uruguayos Pedro Peralta y Diego Johnson.

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