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Hacete humo

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IGNACIO ALCURI

Yo no fumo. Pero si lo hiciera, ni loco me daría el cuero para admitirlo en público. En estos tiempos que corren, ser fumador es tan políticamente incorrecto como salir a la calle con un abrigo de piel de focas bebé o pedir un bifecito de rinoceronte blanco.

La primera medida fue distanciarlo del ser humano común. Delimitar espacios a los que no podrá acceder mientras esté practicando esta actividad vil y despre-ciable.

Y como la mayoría de estos individuos prende un cigarrillo con la última exhalación del anterior... ¡Zas! Desterrados para siempre de los paradisíacos "espacios cerrados".

Quedaron confinados a la vía pública, pero igual de encerrados. Porque los dueños de los boliches, temiendo perder a sus clientes, idearon corrales de madera para impedir el libre tránsito de los fumadores hacia boliches rivales.

Sin mencionar el frío, porque bastó que comenzara a aplicarse la medida para que la temperatura descendiera unos cuantos graditos.

Y los desterrados, cuyos sistemas respiratorios están severamente afectados por el vicio antes mencionado, comenzaron a sufrir complicaciones. Muchos fueron internados, con el doble castigo de que en los hospitales no se permite fumar. Oh, la ironía.

La sociedad les fue dando la espalda. Aquellos jovenzuelos perdidos que consumían sustancias prohibidas en los parques, se alejaban cada vez que veían a dos veteranos fumando.

"Para no tener problemas con la ley", dijo uno de los aficionados al turismo químico.

Luego fueron sus madres quienes se presentaron a las comisarías de cada barrio, a denunciar las bocas de venta del peligroso flagelo. Y no piensan detenerse hasta que cada quiosco, almacén y autoservicio esté cerrado.

Ahora se prohíbe la publicidad de cigarrillos. Tal vez con la convicción de que si uno no lo muestra, el problema desaparece.

Si algo nos enseñó Harry Potter es que por más que al villano no lo nombres, está ahí. Tu hijo va a seguir pitándose un "Voldemort" con los amigos por más que no lo vea en la tele.

Otras medidas pasan desapercibidas, pero también atentan contra las libertades del fumador. Como el uso obligatorio del cinturón de seguridad en el asiento trasero de los automóviles. Con el cinturón puesto, una persona no puede acceder con facilidad a su bolsillo, para sacar los puchos y el encendedor, ni torcer su cuerpo para sacarlo por la ventanilla (piensen cómo reaccionarían sus amigos si se le ocurriera fumar dentro del vehículo).

Y no sé de qué manera, pero la fiscalización del encendido de las luces cortas durante el día también tiene algo que ver. Ya lo voy a averiguar.

El futuro no pinta lindo para los consumidores del pequeño bastoncito cargado de toxinas.

Aunque algún matasanos se apresurará a decir que el futuro no le pintará de ningún color, debido a la capa gruesa de tizne que les cubre el interior de los pulmones. Ya tenemos una cabra que sirve para expiar. La parte del cuerpo que tienen los turcos arriba del cuello.

La batalla parece perdida y a partir de ahora todo será peor. En breve, cuando ShowMatch reedite su baile del caño, el escándalo no será el topless del último felino mediático del teatro de revistas, sino la modelo que para su acting utilizó un cigarrillo.

Deberían pixelarle la cara si lo repiten dentro del horario de protección al menor. Al menos sería una señal de coherencia.

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