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Mi tribu

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IGNACIO ALCURI

En la literatura de horror suele mencionarse un libro lleno de encantamientos, que con sólo recitarlos alcanza para despertar a los zombies, vampiros y toda clase de criaturas monstruosas. El fin de semana pasado ocurrió algo parecido, pero con otros desclasados: nerds, geeks, freaks y creeps, que salieron de sus cuevas húmedas para asistir en masa a la última edición de Montevideo Cómics.

No me miren así, yo soy uno de ellos. Por lo tanto, no es crítica. Es autocrítica.

Durante dos días, el cine Plaza y sus alrededores se vieron desbordados por gente vivaracha que disfrutó conferencias y comerció artículos coleccionables en un clima de camaradería. Sin embargo, para una gran parte de la población todavía no existimos.

Tenemos muchísimo menos poder que los planchas, los skaters e incluso los glam. Carecemos de vestimentas típicas (remeras escote en "v", pantalones chupines), espacios propios (la puerta de Montevideo Shopping) y actividades grupales (permanecer durante horas en la puerta de Montevideo Shopping).

A las pruebas me remito: somos una tribu urbana sin nombre.

Esto se termina ahora mismo. Quedan bautizadas las hordas que gozan del arte secuencial (sea cómic o manga), el género fantástico y los juegos de cartas con mazos tan altos como aquellos sándwiches que hacía Scooby Do, que para comerlos tenía que atarlos con un cordel. Después se le desplegaban en el esófago y le quedaba el cuello como si fuera un acordeón.

Perdón, me fui por las nubes. Nos pasa seguido.

Quedan bautizadas estas hordas, decía, como "antisociales pop". ¿Por qué? Primero, porque se me canta. Este espacio no le rinde cuentas a los sociólogos, grupos de poder ni grandes empresas, salvo que las grandes empresas decidan auspiciarlo. En tal caso me daría vuelta como una media de algodón, quedando a vuestro servicio para defenderlos de cualquier atrocidad cometida contra el medio ambiente o la masa trabajadora.

Hay otra razón: me gusta cómo suena. Lo de "antisocial" es de puro marketing, no sentirse cómodo en un cumpleaños lleno de gente no quiere decir que no sepamos las reglas de ese juego que se llama convivencia. Perderemos, pero sabemos jugar. Pero para ser una tribu urbana dominante y no carne de cañón de las otras, tenemos que crearnos mala fama. Infundir miedo. "Trátame como un criminal" cantaba Peyote Asesino, y cuánta razón tenía.

Lo de "pop" es porque los nerds, geeks y calculines suelen -quiero decir, solemos- estar absolutamente integrados a la sociedad de consumo, abrazando los medios masivos de comunicación como si fuera una novia (en ocasiones, la única que tenemos). Y al tanto de cada nuevo avance tecnológico, desde los reproductores mp3, mp4 y mp5, hasta los microchips que cuelgan tu computadora a una velocidad cada vez mayor.

Ahora sí, estamos en el mapa. Con los beneficios gremiales de ser una tribu urbana (intimidación, informes en las ediciones centrales de los noticieros) y con la ventaja de seguir pasando desapercibidos.

Ahí estamos. Somos el tipo que te recomienda un buen dvd para alquilar. El tipo que sabe cómo va a estar una serie de televisión antes de que estrenen el primer episodio en nuestro país. El tipo que te ayuda a comprar un buen juego de Playstation para el nene.

Y sí, el tipo que puede ponerte en hora el videograbador.

Así que más respeto.

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