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IGNACIO ALCURI

NADA PERSONAL

Desde este espacio se denunció el escándalo del diputado que cobraba un salario por aprobar leyes, el cantante de cumbia que cantaba en vivo y el partido que Peñarol ganó sin la ayuda de los jueces. Hoy, revelaremos uno de los secretos mejor guardados del periodismo escrito en nuestro país: los diarios no publican los sucesos más destacados del día anterior, sino de seis días atrás.

Todo comenzó hace algunos años, cuando la carrera por reducir los costos llevó a que se decidiera imprimir los matutinos en el exterior. Se pidió presupuesto en varios países de Sudamérica, y Chile tenía los precios más bajos. Sin embargo, también presentaba una desventaja importantísima.

El relieve y las condiciones climáticas de los Andes hacen imposible tender un cableado, por lo que no puede transmitirse información desde y hacia el otro lado de la cordillera. Esto transformó a Chile en el único país del mundo sin acceso a la superautopista de la información. Los analistas coinciden en que su desarrollo económico se debe a que los trabajadores chilenos no pierden tiempo boludeando con el Messenger.

Así que cada día, cuando los periodistas uruguayos terminan de recopilar los hechos noticiosos, un camión parte con destino al país trasandino llevando en la guantera dos discos compactos con el archivo del diario diagramado. Antes llevaban una sola copia, hasta que un día el disco quedó mal grabado y se dieron cuenta recién al llegar a Santiago. Para disimular tuvieron que crear el Día del Canillita.

Después de que el periódico se imprime (lo que sólo lleva unos minutos), el chofer lo carga y vuelve a nuestro país. Cada tramo del viaje tarda unas 72 horas, por lo que llega seis días después de haber partido. Los diferentes choferes se van turnando y se tocan bocina al cruzarse por el camino.

Este embuste se sostiene porque el retraso no hace la diferencia. Es lo mismo conocer el precio del petróleo West Texas hoy que en una semana. Y cuando las autoridades de Ancap deciden aumentar el combustible, avisan con tiempo a los medios de prensa para que puedan comunicarlo.

Un tema estuvo a punto de destruir este ventajoso modelo de negocios: el fútbol. El uruguayo promedio necesita el diario del lunes para burlarse del compañero de oficina cuyo equipo cayó en desgracia, o para evitar cruzárselo si la cosa es a la inversa. Esa hermosa y loca pasión no puede esperar hasta el sábado siguiente.

Los intereses de la prensa primaron por sobre los de la AUF (que siempre luchó por la transparencia del deporte) y desde entonces los resultados de los partidos se digitan una semana antes. Así, los periodistas deportivos pueden elaborar sus crónicas, que luego son reproducidas por los futbolistas, que siguen el guión como profesionales de la Lucha Libre.

La televisión es parte de la mentira. Los noticieros reportan historias publicadas en la misma jornada. Esto es así porque en los canales privados existe un acuerdo tácito para mantener la ilusión de actualidad, mientras que en el canal oficial no tienen idea de lo que ocurre, y sus informativistas van al quiosco cada mañana como cualquier hijo de vecino.

En definitiva, debemos hacernos a la idea de que recibimos la información con un atraso importante. Como cuando vemos en el cielo el brillo de estrellas extintas hace siglos. Así que cuando nuestro Sol se apague, tardaremos ocho minutos en notarlo, y una semana en leer un editorial al respecto.

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