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Leticia Feippe

INTERCEPTAR transeúntes al azar en una esquina y pedirles que nombren un filósofo uruguayo es una iniciativa tan desconcertante como reveladora. Personas de diversas edades y variada formación dudan, titubean, guardan silencio. La mayoría dice no conocer ninguno y algunos se sorprenden porque piensan que deberían saber algún nombre. Cada tanto, alguien recuerda a Carlos Vaz Ferreira o a "ese que sale en la tele", refiriéndose a Sandino Núñez.

Sin embargo, si se pregunta a un investigador del área filosófica quiénes son los principales exponentes entre sus colegas uruguayos, la lista puede alcanzar varias decenas. En un intento por determinar quiénes son, Helena Costábile, docente de filosofía política en la Universidad de Montevideo (UM), redactó un informe donde pasó revista a quienes se dedican o dedicaron en el pasado reciente a hacer o divulgar filosofía. En su artículo "Crónica y testimonio sobre las ideas filosóficas del Uruguay en la segunda mitad del siglo XX", publicado en la revista Humanidades, Costábile listó más de 80 nombres.

CUESTIONES PRÁCTICAS. "En Uruguay hubo una reforma tributaria y a nadie se le ocurrió que algún filósofo podría decir algo sobre el tema", dice Gustavo Pereira, docente de filosofía de la práctica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República (UDELAR). Cuenta que la justicia distributiva está presente en la política de Aristóteles y que desde que John Rawls publicó su Teoría de la justicia en 1971 se han generado toneladas de artículos al respecto.

Según Pereira, los filósofos podrían participar de debates sobre ética o políticas públicas, podrían evaluar con criterios lógicos las argumentaciones de los políticos o discutir sobre qué es el arte. Recuerda el debate sobre arte que tuvo lugar en las páginas de Brecha en el 2006, del que participaron Juan Fló y Gabriel Peluffo y también menciona alguna intervención voluntaria personal o de sus colegas en la prensa. Reconoce, sin embargo, que los casos en los que un filósofo adquiere presencia pública son aislados. "Tal vez, dividiendo responsabilidades", dice, "la sociedad no le demanda a los filósofos que respondan a algunos problemas y los filósofos no tienen mucho interés en involucrarse en ellos".

Desde hace seis años, Pereira dirige un equipo interdisciplinario junto a la economista Andrea Vigorito. Trabajan sobre ética, justicia y economía. Próximamente publicarán un informe sobre preferencias adaptativas, término acuñado por Jon Elster para referirse a los mecanismos de defensa que los seres humanos desarrollan para aceptar condiciones desfavorables que creen incambiables. Una de las conclusiones a las que llegaron Pereira y Vigorito es que la vivienda es un ámbito problemático, en el que la población uruguaya puede llegar a manifestarse conforme, pese a no contar con condiciones decorosas. El equipo trabajó, además, como asesor del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) en la evaluación de políticas relacionadas con el plan de equidad.

Pereira también forma parte de la Comisión Nacional de Ética en Investigación del Ministerio de Salud Pública, integrada por un filósofo, un abogado y varios médicos. Su función es analizar los problemas derivados de la investigación con seres humanos.

Según Pereira, actividades como éstas permitirán que la sociedad sepa qué se hace con el dinero que invierte en la formación de sus profesionales. Sin embargo, dice, no son lo suficientemente divulgadas, ya que los filósofos reciben mayores incentivos económicos por las publicaciones académicas o en revistas arbitradas extranjeras que por tareas de divulgación en la prensa local

El Departamento de Filosofía de la Práctica de la FHCE también trabaja en el proyecto llamado "Mínimo social y renta básica universal". Siguiendo la línea del filósofo belga Philippe Van Parijs, un grupo de profesionales y estudiantes de la facultad comenzó a investigar sobre la posibilidad de dotar a cada ciudadano de un ingreso mínimo, independientemente de su nivel socioeconómico y situación laboral.

"La hipótesis fundamental es que es posible ajustar el mercado a los derechos humanos para que devenga en instrumento de liberación", explica Lía Berisso, una de las responsables del proyecto. Berisso agrega que una de las bases de la renta básica universal es que la sociedad se enriquecería por el florecimiento de las vocaciones. Actualmente, el equipo espera que la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) publique los resultados de su investigación.

Berisso cree en la filosofía como algo vivo, como algo que debe surgir desde la situación existencial de los uruguayos. Y ve esa actitud como una buena forma para resolver los problemas de un país "grande de corazón pero sumido cada vez más en el atraso, la anomia cultural y la nostalgia".

FILÓSOFO CON FANS. En la red social Facebook cerca de 8000 personas -la cifra crece cada día- le marcaron un "me gusta" a Prohibido pensar, programa de Televisión Nacional Uruguay que conduce Sandino Núñez. Tanto en la página de Facebook como en el blog de Núñez, los fans se manifiestan. "Más Platón y menos Prozac", escribió Nelson. "Necesitábamos programas así", dijo Sandra.

Prohibido pensar es un programa de filosofía en el que están presentes los efectos especiales y que además incluye detalles tales como conversaciones telefónicas del conductor consigo mismo o guiñadas de Heráclito. En Prohibido pensar, Núñez reflexiona sobre problemas inherentes a la naturaleza humana a partir de elementos cotidianos.

Según Núñez, la actividad intelectual -se resiste un poco a llamarla filosofía- perdió un terreno que hoy es prácticamente irrecuperable. "Me parece que en los últimos 30 años la escritura crítica con respecto a lo social se ha encerrado en el corralito académico […] o se ha estado bandeando para un funcionamiento ultraliberal medio psicótico del tipo de la metafísica del tarot o las ficcionalizaciones novelescas", dice.

Para Núñez la función del intelectual es tomar la palabra, hablar en nombre de otros y arriesgar hipótesis razonables acerca de lo que es justo y lo que no lo es. Sin embargo, dice, "los intelectuales tienden a huir de esa función porque es un lugar incómodo, porque está asociado con cierta tentación totalitaria". "La tendencia que tiene uno cuando está durmiendo es seguir durmiendo", comenta, "y aquel que viene a despertarte es un déspota; no importa si viene a avisarte que se te prendió fuego la casa".

La comunicación utilizada solo porque hablar es posible es un tema recurrente en la filosofía de Sandino Núñez. "Parecería que el tracto fonatorio está más cerca de los pulmones que de la cabeza", dice. Compara la situación actual con la barbarie de la que hablaba Domingo Faustino Sarmiento. Multitudes instantáneas que se disipan en segundos, centenares de canales de televisión, mensajes del estilo de "ómnibus atropella señora" o "insurrección en las Bahamas" y una lógica caótica y errática impuesta por la circulación de signos en los medios son algunas de las características que Núñez ve en una sociedad atravesada por el capitalismo mediático.

"Esta lógica no es doctrinaria", comenta, "es así porque da dinero". Luego explica que el zapping y el lugar que ocupa la televisión en la vida diaria impiden que los televidentes logren buenos niveles de concentración ya que el acto de consumir televisión se da cuando los niños lloran, los vecinos se pelean, los perros ladran.

Núñez tuvo que adaptar su forma de hacer filosofía a un discurso televisivo. Tuvo que reducir exposiciones de dos horas a bloques de seis o siete minutos. Y su aparición en televisión tuvo resultados inesperados. El año pasado, al reeditarse uno de sus libros, concurrieron 300 personas a la presentación. En presentaciones anteriores, el número de asistentes rara vez llegaba a 60.

PIENSO, LUEGO HABLO O ESCRIBO. Además del programa de Núñez, existen pocos casos de filosofía mediática. Uno es el programa La máquina de pensar, de Radio Uruguay, que si bien está orientado a lo literario, suele incluir notas sobre filosofía. Otro es la columna sobre filosofía en la vida cotidiana que incorporó el programa La mañana en camino, que se emite por Diamante FM, la cual está a cargo del licenciado en filosofía Horacio Bernardo. Según el columnista, con este trabajo se busca que el ciudadano común pueda "pensar, cuestionar y transformar elementos que por repetidos pasan por obvios y que son los que van moldeando su vida".

Ricardo Viscardi, investigador de la UDELAR en las áreas de filosofía y comunicación, considera que la presencia mediática de los filósofos es escasa porque "los medios masivos subordinan en el Uruguay los debates públicos a una preeminencia del sistema político". Por esto, la mayoría de los filósofos optan por el medio autogestionado. "La escritura filosófica en blog habilita visitas por miles en meses y constituye la prueba del nueve de que la filosofía puede ser leída por un gran público", dice Viscardi, quien tiene su propio blog donde publica quincenalmente artículos sobre temas diversos: la democracia, el tabaco, el fútbol, la universidad.

Varios filósofos tienen blogs o páginas web. También hay webs institucionales. En el sitio de la FHCE o en otros a los que se puede acceder desde allí, es posible leer revistas filosóficas como Poliata, Encuentros Uruguayos, Encuentros Latinoamericanos, Actio o Galileo. También existe, en el formato de blog, la revista Clinamen, publicada por los estudiantes de la FHCE. En la UM está Humanidades, que igual que Galileo y Clinamen, tiene también edición en papel.

Otro ámbito virtual de divulgación filosófica es el de la revista y radio virtual Arjé, que, según su fundador, Pablo Romero, como espacio independiente, logra comunicar lo académico con el filosofar más libre. Para Romero, estos espacios "podrían reposicionar a la filosofía en el ágora comunitaria de la que hace mucho se ha retirado". Romero ve a la filosofía uruguaya en estado vegetativo, "oscilando entre el autismo y la torre de marfil de la Facultad de Humanidades y el voluntarismo docente de los profesores de secundaria, nulo en investigación y producción, es intrascendente en cuanto a peso intelectual en la esfera pública".

La Asociación Filosófica del Uruguay (AFU) es otro grupo independiente y, desde la web invita a investigadores, docentes y estudiantes a participar del intercambio de información y la preparación de debates. La AFU pone a disposición de quienes la visiten textos y videos que pueden ser de utilidad a la hora de preparar clases. Tiene, además, documentos de filosofía y literatura en formato de audio y una biblioteca virtual.

También la Red Filosófica del Uruguay (RFU) es una asociación que funciona como grupo de discusión. En su web, los integrantes pueden participar de foros y compartir textos, fotos y videos sobre temas tan diversos como la corrupción, la guerra de Irak y la relación de Noam Chomsky con la intelectualidad francesa. La RFU ya trascendió el ámbito uruguayo y supera los 1000 miembros. Desde su sitio se puede acceder a la revista Ariel, en la que varias figuras de la intelectualidad nacional publican sus trabajos. La web de la RFU incluye además, artículos sobre literatura, análisis de noticias y un "pensamiento del día", sobre el cual los usuarios dejan comentarios.

ASÍ HABLARON LOS ACTORES. Según Carlos Caorsi, coordinador del Departamento de Filosofía de la FHCE, uno de los principales obstáculos para la divulgación de las investigaciones filosóficas uruguayas es la ausencia de mecanismos adecuados de difusión. Si bien desde hace poco tiempo la UDELAR envía sus publicaciones a las distribuidoras, Caorsi considera que debería existir personal especializado en comercializar los libros, que cobrara comisiones sobre las ventas. Otro de los problemas que identifica es el de la poca inserción laboral que hace que alumnos destacados emigren, que los graduados apenas lleguen a 10 por año -pese a que anualmente ingresan más de 100 personas a la facultad- o que la maestría en filosofía de la FHCE tenga gran deserción. Según Caorsi, la facultad aún carga con el porqué de su fundación: la idea de Vaz Ferreira de fundar una institución destinada a la ilustración y no a una salida laboral.

Pablo Da Silveira, investigador de la Universidad Católica, coincide con la postura de que las universidades representan la única posibilidad laboral para los licenciados en filosofía y que allí las fuentes de trabajo son escasas. Por eso, explica, la Católica no tiene carrera de grado: "hay algo de extraño en cobrarle a alguien para que después no pueda ganar dinero".

Según Da Silveira, Uruguay es un país muy poco filosófico, donde se discute "todo lo accesorio y casi nada de lo esencial". Para él, esto tiene que ver con una fuerte impronta positivista, con autoaislamiento, provincianismo y "una casi renuncia a pensar con lucidez y a buscar ámbitos exigentes". Metafóricamente, afirma, "hay una tendencia fuerte a jugar en la B". Ya sin metáforas, dice que en Uruguay "importa mucho más sentir que estamos del lado de los buenos que ser inteligentes" y que muchas veces se oscila entre "un falso aristocratismo intelectual y un populismo filosófico".

Pero no todos tienen la misma visión. Agustín Courtoisie, investigador y docente en Universidad ORT, opina que en el país hay producción filosófica de excelente calidad. Para él, la disciplina debe ser un "diálogo entre la plaza y el templo", entre las cuestiones humanas y la academia. "Lo que importa es si los ciudadanos aprecian una reflexión epistemológica sobre los problemas ambientales, si logran seguir argumentaciones de nivel riguroso sobre la legalización del aborto, la eutanasia o las drogas o si entienden qué se juega al contraponer valores éticos o estéticos", dice Courtoisie, "no me preocupa tanto si les interesa [Michel] Foucault o [Gilles] Deleuze, el dualismo cartesiano o las insuficiencias de la lógica aristotélica".

Este año Courtoisie participó de una instancia situada entre la plaza y el templo: integró un grupo interpartidario sobre medio ambiente donde se consideró un proyecto de asignación de "tierra de habitación" inspirado en ideas de Vaz Ferreira.

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