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"Escribir es una tarea de zurcidor"

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Nelson Díaz

EL PERIODISTA Guillermo Pellegrino (Montevideo, 1968), acaba de publicar Las cuerdas vivas de América, libro que aborda la vida y obra de cinco de los cantautores más emblemáticos de la canción latinoamericana: Chabuca Granda, Víctor Jara, Violeta Parra, Daniel Viglietti y Atahualpa Yupanqui. El autor, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura 2000 del MEC en la categoría Ensayo por Cantares del Alma. Biografía de Alfredo Zitarrosa, ha recibido recientemente una mención especial del Premio TEA de Argentina por su aporte, a través de ambas investigaciones, a la cultura popular.

—¿Cuál fue el criterio a la hora de seleccionar los autores de Las cuerdas vivas de América?

—Creo que fue una sumatoria de factores. Por un lado, ya había escrito algunos artículos sobre ellos, por lo que poseía bastante material y, además el interés personal por sus obras. A partir de ese momento, comencé a profundizar en testimonios y anécdotas de personas que los conocieron. En realidad, nunca sé cuál es el llamador que me lleva a escribir sobre ciertos artistas. Creo que influye lo que me trasmiten sus canciones, sus textos. Víctor Jara, por ejemplo. Sus textos no son muy elevados pero hay algo en ellos que te conmueve. Es parte del misterio de la creación artística. Personalmente creo que Violeta Parra es más autora que Jara. Con esa voz desgarrada, de campesina, pero de una fuerza impresionante.

—Me llama la atención que, de los autores abordados en el libro, sólo Viglietti está vivo, pero, sin embargo, no aparece entrevistado.

—No lo pude entrevistar. Intenté, en reiteradas oportunidades, contactarme con él, pero fue imposible. Los tiempos de entrega a la editorial apremiaban por lo que decidí embarcarme sin su testimonio. Desconozco porqué no quiso ser parte del proyecto. De todas formas, como los restantes autores no tenían posibilidad de expresarse, creo que en ese sentido el libro quedó equilibrado. A Vázquez Montalbán le ocurrió algo similar con Serrat: no lo pudo entrevistar y terminó escribiendo un artículo sobre él sin su testimonio. Luego, Vázquez Montalbán afirmó que el mejor artículo sobre determinado personaje es aquel donde no se entrevista al protagonista. De todas formas recogí testimonios y datos a partir de notas periodísticas, libros, letras y grabaciones inéditas que fueron surgiendo durante el proceso del trabajo.

YUPANQUI EL MULTIFACETICO.

—Yupanqui, además de haber influido notoriamente en otros creadores, fue un personaje multifacético: músico, poeta, político... ¿Cómo lograste amalgamar esos perfiles en un mismo personaje? ¿Priorizaste algunas de esas facetas?

—Como casi todos los protagonistas de este trabajo, Yupanqui fue un personaje multifacético. Sin embargo, creo que es Violeta Parra quien encarna mayores y más variadas facetas artísticas y humanas. Más allá de lo estrictamente artístico de Yupanqui, soy un convencido que esas características a las que haces referencia tienen que estar presente en todo hombre sensible, buceador de la realidad y curioso por naturaleza. Claro que en él esa característica aparece exacerbada porque fue un verdadero ‘andapagos’. En realidad, no sé cómo hice para amalgamar las diferentes facetas de su vida. Una anécdota: fui invitado por una universidad para hablar, justamente, sobre la elaboración de este tipo de textos. Les respondí que no podía brindar una explicación de tinte académico porque no tengo ese perfil. Me surge naturalmente y, tal vez, ahí entre en juego la capacidad de percepción, la sensibilidad y el conocimiento del comportamiento del hombre, no en el sentido metafísico, sino del tipo de boliche, de la calle. Al menos, quiero creer eso.

—Yupanqui tuvo una existencia vivida a pleno. Fue una especie de ‘variopinta’. ¿Cómo fue el trabajo de sintetizar su vida en poco más de sesenta páginas?

—Fui consciente de ese desafío desde el momento que elegí escribir sobre él. Después de muchas horas de trabajo, creo haber logrado la mejor síntesis. Para eso me propuse realizar un ajustado relevamiento y, sobre todo, jerarquizar la información que poseía. Entiendo que al ser un relato biográfico clásico, me fue más fácil la tarea de manejar los principales ejes de la vida de Yupanqui como para que el lector pueda captar bien al personaje. De todos modos, mi ensayo es una aproximación, creo que integral, al hombre y al artista por el trabajo de síntesis que me planeé, pero pienso que Yupanqui es merecedor de una buena biografía más extensa que, por cierto, no será tarea sencilla. Para seguir sus huellas por todo el mundo se necesita tiempo y dinero. Tal vez esa sea la explicación de que ninguna editorial haya apostado a ese proyecto.

—Si lo hubieras podido entrevistar, ¿qué le hubieras preguntado?

—Muchísimas cosas. Le hubiese preguntado sobre esa etapa en la que recorrió —a pie y a caballo— gran parte del territorio argentino e inclusive nuestro Uruguay, ahí es donde él pudo apreciar con hondura el paisaje humano que luego retrató de la mejor manera en sus textos. Le indagaría también sobre su relación con Zitarrosa que, me consta, no fue fraterna, pese a la admiración que le profesaba Zitarrosa.

ARMAR EL PUZZLE.

—¿Cómo es el proceso a la hora de escribir? ¿Tenés un cronograma previo?

—Deambulo por bibliotecas, archivos de diarios, revistas y disquerías. En ese proceso, además, intento capturar con la mayor atención todos los comentarios que me acercan sobre los personajes en los que estoy trabajando. Esos datos los uso luego para recoger materiales puntuales sobre el tema. También es muy importante la charla con gente muy vinculada al protagonista, aunque ese vínculo refiera a una etapa puntual de su vida. Escucho con atención, en muchos casos, sin tomar apuntes. Eso me permite ir armando el personaje en mi cabeza.

—Y después, ¿cómo sistematizás la información recopilada?

—Cuando creo, y volvemos al tema de la percepción, que tengo suficiente material como para poder empezar a escribir, leo todo con especial cuidado, marco, rayo, escribo sobre los libros y artículos, utilizo colores que me van guiando, lo mismo que algunas palabras claves que voy anotando al costado de los textos. Obviamente que desgrabo completamente todos las entrevistas que realizo, aunque, a la hora de la decantación, sólo utilice un párrafo. Después viene lo que llamo una tarea de zurcidor. Lentamente comienzo a hilvanar las etapas de la vida de cada autor. Finalmente, cuando tengo todas las piezas comienzo a armar la prenda final, que sería el recorrido vital de cada personaje.

—¿Cómo logras que la fuente comparta contigo el material y que, de alguna manera, se transforme en un colaborador directo del proyecto?

—Juega muchísimo cómo abordas a la fuente. Es fundamental la ética, la honestidad para que el tipo acceda a brindarte, por ejemplo, un secreto o una foto que guardó durante años. También pasa lo contrario. A veces, viajas hasta determinado lugar en busca de un testimonio que, finalmente, no aparece. Ante esta situación, opto por retroceder y buscar la información por otros caminos.

—En tus biografías, el testimonio, —sea del protagonista o de terceros—, ocupa un primer plano. Por el contrario, otros autores prefieren alternarlo, recreando los datos que surgen de ese testimonio.

—Me parece una manera interesante de presentar a los personajes. Me permite utilizar el recurso ‘del decir sin decir’ y así brindarle los suficientes elementos al lector para que arme ‘su’ Yupanqui, ‘su’ Víctor Jara o ‘su’ Viglietti. Además, tengo claro que lo verdaderamente importante son los personajes en cuestión. Prefiero dar un paso al costado. De la otra manera corro el riesgo de situarme en un primer plano y esa no es la idea.

—¿Cuál es, a tu juicio, el nexo entre los cantautores elegidos?

—El rol de difusores, a través de sus textos y canciones, de una identidad latinoamericana. Sus obras forman parte, indisoluble, de la memoria popular de América, retratando las coherencias y contradicciones de este continente. Por ejemplo, me parece fantástica esa contradicción que se da en el último disco de Violeta Parra. Por un lado aparece "Gracias a la vida" , donde agradece todo lo que la vida le dio y, cinco canciones después, escribe "Maldigo del alto cielo". l

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