ANDRÉS LÓPEZ REILLY
En Ramírez, Pocitos y Malvín es posible sentarse cómodamente bajo una sombrilla a leer un libro prestado, con solo presentar la cédula. Hasta ahora la iniciativa de la Intendencia solo recoge elogios, pero de unos pocos que hacen usufructo de ella.
Pocos lugares se prestan tanto al ocio como una playa; por eso, la novedosa iniciativa de las "Biblioplayas" apuesta a la cultura y al esparcimiento. Pero como ocurre con los museos -en general de entrada gratuita- muy pocos la conocen.
A las 18 horas de ayer, solo dos personas habían retirado libros de la biblioteca ubicada sobre la arena de Pocitos, a la altura del Club Banco República. En esta Biblioplaya se han retirado 12 ejemplares por día en el mejor de los casos.
Los usuarios coinciden en que su ubicación no es la mejor: en una punta de la playa y junto al estadio "Arenas del Plata", donde queda casi escondida para los veraneantes.
"Es una experiencia fabulosa, la descubrimos hoy", dice Esther Levy, sentada cómodamente bajo una de las sombrillas de la Biblioplaya Pocitos. "Es algo magnífico, para que disfrute el pueblo, porque no todo el mundo tiene acceso a una biblioteca pública o una privada. La verdad es que felicito al que tuvo la idea de esto", añade la usuaria.
Esther eligió la lectura de "Los niños de Brasil", de Ira Levin. "Hace mucho tiempo que lo había leído y como lo vi en la lista, lo saqué", anota.
"Yo viví en Israel y en Estados Unidos y esto no lo había visto en ningún otro lado. Allá hay bibliotecas inmensas, pero cosas así, en un lugar público, nunca había visto", señala.
En la playa Malvín, como en la Ramírez, la Biblioplaya está mejor ubicada. A esta última playa concurre Jackeline, quien escogió leer "En el Límite", del médico Walter Dresel. "Debería ser una lectura obligatoria para las personas mayores de 40 años", opina.
A escasa distancia, dos niños ocupan una mesa con el último libro de "Voces Anónimas".
"Me gusta leer, tengo libros en mi casa y todo, pero me parece muy agradable esto de leer en la playa", dijo uno de ellos.
OFERTA.
"Esta es otra forma de promover la cultura en la playa: por eso nuestro lema es `zambullite en la lectura`. Lo que pretendemos es que la gente se interese, que se acerque y vea los libros que tenemos. Entre ellos hay novelas, cuentos infantiles y libros policiales; hay variedad para todas las edades", explica Silvana Reyes, "bibliotecaria" en playa Ramírez.
"Son generalmente textos cortos, para que puedan ser leídos acá. La gente los puede sacar con la cédula, la boletera -en el caso de los estudiantes- u otro objeto personal", agrega.
Aunque los préstamos son "por el día", también se puede reservar un libro para seguirlo leyendo al día siguiente.
"Las repercusiones son muy buenas. Nosotros lo promovemos, repartimos folletos con los horarios y los días en los que estamos abiertos. Los que más se arriman son los niños, que son los más curiosos y demandantes. Y en el turno de la mañana, la gente adulta. Vienen bien temprano, a las 9 ya se acercan, agarran su librito, lo leen, y luego se retiran y lo dejan por aquí", añade Silvana.
La Biblioplayas no son otra cosa que contenedores ubicados en la arena, pero muy bien adaptados, con unos 250 ejemplares cada uno en sus repisas, aire acondicionado en el interior, sillas, sombrillas y mesas sobre la arena.
El servicio que presta la Intendencia de Montevideo se encuentra tercerizado y cada biblioteca es atendida por simpáticas jóvenes. También ofrece, tres veces por semana, clases de ajedrez.
"El público es variado, abarca desde el infantil hasta el adulto. Aquí en la playa Pocitos es un público bastante local y en la tarde se acercan más de distintos barrios. El proyecto funciona todos los días menos los lunes", explica Melanie de León, una de las jóvenes que atiende a los veraneantes.
"Tenemos una carpetita en la que están ordenados los libros por tema y autor. Hay de todo un poco, hay libros de new age, de Medicina, infantiles y hasta revistas de ocio", añade.