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Tensa calma en El Salvador y Belice tras tregua entre maras

Terror. Se descree de una paz duradera; son unos de los países más violentos

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La precarias treguas entre las pandillas han reducido la tasa de homicidios en El Salvador y Belice, dos de los países más violentos del planeta. Pero, todos se preguntan cuánto tiempo durará la relativa paz.

Los miembros de las maras -las pandillas callejeras- de El Salvador, no hacen ningún esfuerzo por ocultar su afiliación: pueden ser detectadas con facilidad gracias a sus tatuajes de la cabeza a los pies. Formadas en las cárceles de California y exportadas de vuelta a Centroamérica por migrantes deportados, las pandillas han convertido a El Salvador en uno de los países más violentos del mundo. El año pasado, se cometieron 4.374 homicidios, a medida que las bandas lucharon por el territorio: es una tasa per cápita 15 veces superior a la de Estados Unidos.

Sin embargo, ahora, la tranquilidad reina en los distritos más turbulentos del país. En marzo, las dos bandas principales, la Mara Salvatrucha y la Mara 18, declararon una tregua, lo que derivó, de la noche a la mañana, en la caída en dos tercios de la tasa de asesinatos. La Policía señala que mayo ha sido aún más tranquilo.

Las pandillas han hecho otras concesiones. El 2 de mayo prometieron que no seguirían reclutando en las escuelas. Cinco días después, los reclusos de La Esperanza, una cárcel hacinada, hicieron la promesa de dejar de extorsionar a la gente mediante el uso de teléfonos de la prisión. "Quiero pedir el perdón de la sociedad y a aquellos que nos han dado la oportunidad de cambiar", dijo Dionisio Arístides, el líder de la Mara Salvatrucha.

No todo el mundo le cree. "La gente respira mejor. Pero, existe la sensación de que esta puede ser la calma antes de la tempestad", indicó David Blanchard, un sacerdote, cuya iglesia se encuentra entre las parcelas de bandas rivales, en la capital, San Salvador. Existe la sospecha de que las maras pueden estar permitiendo que los negocios se recuperen, para poder extorsionarlos mejor. Más de 60 comercios cercanos al distrito de Blanchard cerraron en el último año, después de haber tenido que pagar un "alquiler" de entre US$ 5 y US$ 15 por día. Hasta quienes se dedican al tráfico de personas dicen que ya no tienen ganancias, debido a que las bandas les exigen el 70% de su botín.

El papel que ha jugado el gobierno en la tregua es oscuro. Justo antes de las elecciones legislativas del 11 de marzo, trasladó a 30 delincuentes principales de la prisión de Zacatecoluca a cárceles más flexibles. Poco después, retiró al Ejército de la custodia de las prisiones. Las autoridades niegan que hayan orquestado el pacto. Asimismo, señalan que Fabio Colindres, un obispo católico que atiende a trabajadores de las cárceles, forjó las negociaciones. La iglesia respalda esto.

INESTABLE. La cercana Belice ofrece una historia preventiva sobre la fragilidad de las treguas. En septiembre último, su gobierno abiertamente alcanzó un pacto con las bandas del país, después de un tirotoeo en el sepelio de un pandillero. Las autoridades sacaron a los miembros de la banda de la cárcel para una cumbre y aceptaron sus demandas de empleos. Alrededor de 200 mareros ahora trabajan en la reparación de caminos y la limpieza de parques, lo que tiene un costo de US$ 20.000 por semana.

Comprar la cooperación de los delincuentes resulta controvertido. "Esto debe resultar perturbador para los productores de caña de azúcar que trabajan intensamente y que no han podido tener una audiencia con el primer ministro durante muchos años", protestó el diario Belize Times. El ministro de Seguridad, Douglas Singh, responde que el esquema se paga a sí mismo: "La violencia tiene un costo para el turismo, así como las investigaciones policiales y las muertes".

Pero, el acuerdo ahora está en dificultades. Entre septiembre y marzo, Belice tuvo un promedio de siete homicidios por mes, la mitad de la tasa de los seis meses precedentes. Sin embargo, en abril, resultaron muertos los líderes de dos bandas, lo que detonó una ola de represalias.

Aunque pueden ser útiles, de cualquier manera, el enorme efecto de las treguas en la seguridad pública destaca el desequilibrio de poder entre las pandillas y los débiles estados de Centroamérica.

LA CIFRA

4.374

Son los homicidios que se cometieron en 2011 en El Salvador. En una tasa per cápita, la cifra es 15 veces superior a la de EE.UU.

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