Publicidad

La perfección de una pianista que a los 93 años conmueve al público

Compartir esta noticia
 20120508 539x600

ORQUESTA SINFÓNICA DEL SODRE

Ficha

Director: Stefan Lano. Solista: Nibya Mariño. Programa: "Rapsodia en blue para piano y orquesta" de Gershwin y "Sinfonía N° 2 en mi menor op. 27" de Rachmaninov. Sala: Auditorio Nacional Adela Reta, mayo 5.

La música es suficiente para toda la vida, pero toda la vida no es suficiente para la música", así se expresaba el compositor ruso Sergei Rachmaninov. Esas palabras son las precisas para definir el verdadero milagro pianístico que es Nibya Mariño. Con sus 93 años continúa brindando su hermoso arte y el público la sigue aclamando por ser uno de nuestros mayores mitos viviente. Nibya nació en Montevideo un 23 de marzo de 1919. Inició sus estudios de piano a los 6 años con la profesora Adela Piera en el Conservatorio Facio. A los 11 prosigue sus estudios con el maestro Guillermo Kolischer, formador de una extraordinaria pléyade de pianistas, que han dejado el nombre del Uruguay bien en alto. En septiembre de 1933 Arthur Rubinstein escribió : "En 1931 tuve la oportunidad de admirar una niña de 11 años llamada Nibya Mariño, alumna de mi gran amigo Kolischer. Ella fue presentada por mí en Buenos Aires a través de unas palabras mías sobre su futuro. Hoy aquella promesa magnífica se ha convertido en una realidad asombrosa. En estos días la he podido escuchar en el Concierto de Schumann y en un recital íntegro interpretado en mi honor. Puedo asegurar que a pesar de su corta edad no sólo es una pianista formidable sino también una artista de personalidad fuerte y vigorosa. Posee un enorme talento y una gran facilidad para percibir los matices artísticos más sutiles. El destino la ha colocado en el más seguro camino del triunfo y espero que pronto su nombre traspase las fronteras de América".

Días después, el 5 de octubre de 1933, Kolischer recibía carta del gran director suizo Ernst Ansermet: "Muy estimado Señor, he oído a su discípula Nibya Mariño y quiero felicitarlo por el resultado obtenido por Ud. Claro está que esta niña tiene un talento excepcional, que pudo ser malogrado de no haber tenido un maestro como Ud. Creo que sea el mejor elogio a su pedagogía, que ha sabido encauzar este talento por la buena senda y llevarlo al mayor desarrollo posible. Mis sinceras felicitaciones por este caso, que ha tenido la suerte de encontrar". En 1938 se confirman las palabras de Rubinstein y Ansermet, Nibya obtiene un lugar muy destacado entre más de cien pianistas que se presentan al Segundo Concurso Internacional Eugène Ysaye de Bruselas, siendo la primera pianista sudamericana en obtener esta distinción.

La interpretación de Nibya de la Rhapsody in blue, el sábado pasado, demostró que a sus 93 años mantiene una impecable precisión rítmica y una técnica perfecta gracias a esa férrea disciplina de estudio que la ha acompañado a lo largo de su vida. Por su parte Stefan Lano puso de relieve una vez más su batuta al servicio de lo que debe representar el acompañamiento orquestal para el solista: es allí donde se puede apreciar mejor el perfecto conocimiento de lo que debe ser el cometido del director sinfónico. El público la aplaudió apoteósicamente de pie, consciente del valor que simboliza esta artista que ha entregado su vida a la música. Los aplausos hicieron que la solista y la orquesta repitieran como bis el final de la rapsodia para ser más precisos desde el "Andantino moderato".

El director artístico del Sodre Ariel Cazes hizo entrega de un obsequio recordatorio y de un bouquet de flores. A esto se sumó la emotiva sorpresa ya que uno de los nietos de Mariño, Alfonso Pintos, que vive en Miami y que nunca había escuchado a su abuela a no ser en grabaciones viajara especialmente por 48 horas para poder escucharla y acompañar en tan merecido homenaje.

El programa siguió con la Sinfonía Nº 2 de Rachmaninov, que fuera estrenada en 1908 en San Petersburgo, con la orquesta dirigida por su autor. El triunfo de ésta le hizo recuperar su autoestima como sinfonista después de la gran depresión causada por el fracaso de su primera sinfonía. La obra nació después de tres años de silencio creativo. El mundo de Rachmaninov, al igual que el de Tchaikowsky, fue el romanticismo. En el caso de Rachmaninov su obra es el reflejo de un hombre que se ve obligado a vivir lejos de su patria: tal vez sea esa la razón de la melancolía que siempre está presente en su producción.

Bajo la dirección de Stefan Lano, la Ossodre se desempeñó con la precisión y el esplendor que pudiera esperarse del más encumbrado conjunto orquestal. Hay que reconocer el efectivo rendimiento que la orquesta ofrece cuando esta bajo la batuta de un auténtico maestro, como Lano. Su versión se destacó por la riqueza de matices y la potencialidad sonora que supo extraer de la orquesta. Merecen destaque especial el tercer y cuarto movimiento, donde el hermoso y melancólico adagio contrastó con el épico allegro vivace del final. Fue un gran comienzo para el ciclo de otoño.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad