La película documental 12 horas, 2 minutos, que actualmente está en proceso de rodaje, cuenta la historia de Juan Machado, un joven uruguayo de 34 años, que recibió un trasplante de corazón en junio de 2011, tras veinte meses de espera.
La idea original es de Luis Ara - amigo del realizador Federico Lemos-, quien a partir de la muerte de su madre empezó a imaginar un filme de estas características que contribuya a crear conciencia sobre la importancia de la donación de órganos, entre otros temas.
El documental sigue paso a paso la carrera a contrarreloj por su vida que enfrentó Juan Machado, un joven de 34 años nacido en Tacuarembó, que esperó veinte meses un corazón apto y compatible para ser trasplantado. Era el paciente número uno en la lista de emergencia nacional cuando Lemos dio con él y su familia. A partir de entonces, todo el proceso fue registrado desde el momento en que recibió la llamada tan ansiada y la operación tomó su curso. Para esto trabajaron varios equipos de filmación en forma paralela. Uno acompañó a Machado en el traslado hasta el hospital y durante su preparación previa para la delicada intervención, mientras otro hizo la ruta del órgano donado y posterior ingreso al quirófano. "Fue muy fuerte, muy intenso. El título refiere al tiempo que duró todo el operativo del trasplante (12 horas, 2 minutos). Fue muy movilizador, sobre todo al final cuando no sabíamos cuál sería el resultado y estábamos con la esposa en la sala de espera", cuenta Lemos, conocido por haber dirigido El último Carnaval.
En medio, la película narra otras historias de pacientes trasplantados o a la espera de su oportunidad. Gracias al contacto asiduo con ellos, que necesariamente tocó la fibra sensible de todo el equipo, muchos de los colaboradores del cineasta terminaron optando por ser donantes de órganos. "Aprendí cómo esta gente vive el día a día; ayuda a entender qué es lo verdaderamente importante". El rodaje, que todavía no finalizó, está acompañado por una profunda investigación. "En Uruguay hay un muy buen nivel técnico, profesional y humano en el área, al punto que destaca en la región", agrega Lemos. Lo más difícil fue "acceder a los pacientes por la confidencialidad que hay en el asunto", pero se las ingeniaron para llegar a ellos, siguiendo los mecanismos formales. "Fueron los más interesados en participar y contar sus historias. El guión lo fuimos cambiando a medida que íbamos conociendo las distintas realidades".
Uno de los objetivos es "sensibilizar al espectador y acercarlo a un mundo sobre el que hay prejuicios y un gran desconocimiento". El realizador se trazó como meta contar lo que vive una familia en esta situación, pero también enviar "un mensaje de esperanza, de fuerza y ganas de vivir" que confía "inspirará a mucha gente".
La ópera prima de Lemos, El último Carnaval, volvió a estar en primera plana en el marco de la más reciente edición del carnaval de La Pedrera. Sobre las modificaciones que sufrió esa celebración espontánea hoy más que nunca corrobora su acierto desde el título. "Cuando le puse nombre ya tenía la percepción de lo que estaba pasando ahí. Tenía la sensación por cómo se estaba desarrollando, por las problemáticas del pueblo y de las autoridades, que sería una de las últimas ediciones con esas características".