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Actriz iraní condenada a prisión y a latigazos

Censura. El hecho se ubica en un cuadro más amplio de prohibición y autoritarismo

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GUILLERMO ZAPIOLA

El dato puntual es bastante inquietante. La actriz iraní Marzieh Vafamehr fue sentenciada en su país a un año en prisión y a recibir noventa latigazos por aparecer en la película "Mi Teherán a la venta", coproducida con Australia.

Producido por la empresa australiana Cyan Films y dirigida por el australiano-iraní Granaz Moussavi, la película fue rodada en Teherán y ha sido descrita como un vigoroso cuestionamiento de las políticas de línea dura de la república islámica. En 2009 fue premiada en el Festival de Cine Adelaide, Australia, pero está prohibida en Irán.

Mi Teherán a la venta, que fue severamente criticada en medios iraníes conservadores, cuenta la historia de una joven actriz cuyo trabajo en el escenario está prohibido por las autoridades. El personaje se ve obligado a vivir clandestinamente para expresarse. Vafamehr fue arrestada en julio, y salió poco después en libertad bajo fianza. Ahora la justicia iraní se ha expedido finalmente, y la ha condenado a un año de prisión y a sufrir noventa latigazos.

Las productoras australianas del film, Julie Ryan y Kate Croser, se manifestaron "profundamente impactadas y consternadas" por el anuncio de la sentencia. Aunque dijeron desconocer las acusaciones específicas contra la actriz, las productoras creen que están relacionadas con las escenas donde Vafamehr aparece sin el hiyab (el velo islámico), aunque recordaron que en el pasado hubo films iraníes en las que se vio a actrices sin el velo. Cyan Films trabajó con una empresa iraní y obtuvo todos los permisos necesarios del gobierno, dijeron las productoras.

Por su parte, el gobierno de Australia denunció el carácter "cruel e inhumano" de la condena. "El gobierno australiano condena la aplicación de tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes", afirmó una declaración firmada por el Ministro de Relaciones Exteriores de Australia, Kevin Rudd.

La agencia de prensa iraní Fars indicó que la película no había recibido una autorización de difusión en Irán, pero que era visionada ilegalmente. Los productores australianos han señalado que la película no debía circular oficialmente en Irán, y si ello ocurrió en forma clandestina se trata de algo que "escapa totalmente a su control", lo cual acentúa la injusticia de la condena.

El castigo a Vafamehr no ha sido el único dolor de cabeza padecido en estos días por gente de cine en Irán. Casi simultáneamente se anunció que la película Amo Teherán fue retirada de la programación del festival de cine de Beirut, y que su director Sahand Samadian no había llegado aún a la ciudad (se lo esperaba entre ayer y hoy), donde habría de presentar su obra acerca de la juventud iraní. Fuentes del festival confirmaron por su parte que a Samadian se le impidió abandonar Irán. A otros dos directores iraníes (Babak Amini y el kurdo Ebrahim Saidi, autor del film Mandu) también se les prohibió viajar a Beirut, pero sus películas permanecen aún en programación.

La ONG Periodistas Contra la Violencia ha denunciado que el gobierno iraní presionó a las autoridades libanesas para que a su vez incidieran sobre las autoridades del festival, exigiendo que el film fuera sometido a censura previa. Ante esa situación, los programadores de la muestra prefirieron no programarlo. El gobierno libanés también prohibió la entrada en el país del director iraní Nader Davudi, que no pudo presentar su documental Rojo, blanco y verde, sobre la violencia que precedió y siguió a las elecciones iraníes de 2009, afirmó la asociación de periodistas. Según la Embajada de Irán en el Líbano, Davudi ha desmentido que le hayan impedido viajar al país árabe y ha afirmado que no comprende por qué la dirección del Festival ha hecho tanto ruido sobre el tema.

De todos modos, no hay solamente malas noticias. Dos de los seis cineastas iraníes (Nasser Safarian y Mohsen Shah- nazdar) detenidos a mediados de septiembre por colaborar con la cadena de la televisión BBC en idioma persa fueron liberados el domingo en la noche, según informó un comunicado de la Asociación de Documentalistas iraníes. Junto con otros colegas (Mojtaba Mirtahmasb, Hadi Afarideh, Shahnam Baz-dar y Katayun Shahabi) habían sido acusados de entregar "informaciones y films que ensucian la imagen de Irán" a la cadena de televisión británica. Quien sigue purgando su condena es el gran Jafar Panahi, otro disidente que se atrevió a decir (y poner en pantalla) que no todo es maravilloso en Irán.

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