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El sábado Calamaro se robó el show pero no tanto al público

Pilsen Rock. Figuras del rock, invitados fuertes y uruguayos convocantes

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La segunda fecha del Pilsen Rock se extendió por 11 horas y media en dos escenarios y recibió once números musicales perfectamente cronometrados. Pero las más de 10.000 personas vieron cómo Calamaro marcó un antes y un después en la jornada.

La grilla del sábado alternó, desde las 15 horas, bandas uruguayas y argentinas, generando la idea de que no se iba a ver artistas extranjeros con teloneros uruguayos, sino un festival parejo. Como es cada vez más habitual, el público cruzaba padres jóvenes con hijos pequeños y veteranos igualmente entusiasmados. Cinco minutos después de lo previsto, Los violadores subieron al escenario menor y ofrecieron una oportunidad cómoda de tener a pocos metros a figuras históricas del rock argentino, en particular a su líder, el cantante conocido como Pil Trafa, emblema del punk rioplatense. Sin embargo, un rato antes Chala Madre había convocado más público, tal vez por la familiaridad con el público uruguayo.

El ritmo cambió cuando Andrés Calamaro subió al escenario principal media hora más tarde de lo esperado y con ánimos de demostrar que esto no debía ser un festival parejo. Al menos esa fue la impresión que dieron sus palabras a lo largo de las siguientes dos horas. Su repertorio, que tuvo unos cuantos guiños melómanos, fue desde el blues hasta Mercedes Sosa, pasando por Jumpin´ Jack Flash, Los Mareados y hasta un tema de Led Zeppelin.

Pero buena parte de su presencia en escena se fue con sus discursos. En muchas de sus frases se perdió y llegó a decir alguna que otra incoherencia, pero en general intentó ofrecer una extraña demostración de amor a Uruguay, que degeneró en algo risible y luego en su enojo casi esquizofrénico. Mencionó unas cuatro veces a Beto Satragni, bajista y compositor uruguayo recientemente fallecido al que le debe su acercamiento al candombe, según dijo desde el escenario. También mencionó a otros uruguayos y llegó a decir que cuando se cruzó con Rada en Estados Unidos pensó que había visto a Dios (aunque se permitió incluir un fragmento de una canción de Rada). No conforme con eso, de espaldas al público balbuceó "Aguante Pantera y todo lo americano". Sus largos discursos despertaron silbidos, abucheos y gritos, que eran sustituidos de forma sorprendente por aplausos cuando tocaba temas como Flaca, demostrando que, más allá de su actitud, sabe ganarse al público desde la música. Besó el escenario en nombre de Pil Trafa, "compañero de la lucha del rock punk not dead", literalmente, y cuando se hartó de los abucheos dijo que los uruguayos eran amargos como el mate, a lo que luego sumó gestos de que llevaba a Uruguay en su corazón y el comentario de que no tenía problema de tocar antes que "pendejos" como los de No Te Va Gustar.

Con una indirecta, Emiliano Brancciari se dio por aludido al presentar más tarde a su "humilde banda uruguaya". La noche fue cerrada por los Queens of stone age, un lujo de invitados, con un rock stoner fuerte pero con una bola de sonido y un repertorio de once canciones que movieron a la multitud que los esperó hasta las 0.50 y que había resistido las demoras, idas y vueltas de Calamaro.

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