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Presentaron el film que adapta un libro de Burel

Elenco. Sbaraglia y Solá actúan en "El corredor nocturno"

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BUENOS AIRES | IGNACIO QUARTINO

La voz entrecortada de Hugo Burel en el momento de expresar su agradecimiento por haberse llevado su novela, "El corredor nocturno", al cine, fue suficiente para ilustrar la emoción del escritor uruguayo.

Se trata de una producción hispano-argentina dirigida por el español Germán Herrero y protagonizada por los argentinos Leonardo Sbaraglia y Miguel Ángel Solá, que volvió a trabajar en su país tras casi una década radicado en Madrid.

La novela editada por Alfaguara (2005) tiene su punto de partida en Eduardo López (Sbaraglia), empresario en los umbrales de los 40, casado con Clara (Erica Rivas), una psicóloga con la que tiene dos hijos chicos. Eduardo vive obsesionado con escalar posiciones en una empresa de seguros para salvarse económicamente. Agobiado por las presiones que sufre de día, acostumbra a salir a correr por la noche. La imagen de este atleta autoexigente puede verse a diario en la rambla de Montevideo, donde se narró la historia originalmente, y en Buenos Aires, donde se filmó, y en cualquier otra gran ciudad.

Tras un malogrado viaje de negocios, López se cruza con Raimundo Conti (Solá), un perverso y misterioso bon vivant que se presenta como el salvador del personaje de Sbaraglia al que recordará por el resto de su vida.

Lo apasionante de la trama es el comportamiento del joven empresario ante las tentaciones y miserias que le proponen su trabajo y su nuevo "amigo", que giran en torno a la vorágine de las finanzas, capaces de sacar lo peor de cada ser. Ahí surge la pregunta del proyecto de self made man del siglo XXI: ¿el dinero hace a la felicidad?

Sbaraglia busca la respuesta con su personaje durante toda la película, aunque ese descubrimiento comenzó mucho antes del rodaje. "Tuvimos varias entrevistas con personas que trabajan en el mundo de los bancos, de las empresas de seguros para conocer el modo de ser de cada uno de ellos, que se mueven bajo una responsabilidad muy determinada que es definir en números cuanto produce una persona y, por eso, es necesario entender sus códigos, sus presiones", confía el actor a El País en un encuentro en Buenos Aires.

Luego de estar varios años radicado en España, Sbaraglia regresó a Argentina para hacer dos películas (El corredor nocturno y La viuda de los jueves), dos unitarios para Pol-ka (Impostores y Epitafios II) y Contrapunto, obra que actualmente protagoniza con Pepe Soriano, en el Multiteatro porteño.

El film le generó particular interés al actor de 39 años por lo que significaba trabajar con Miguel Ángel Solá. "Fue una comunión total, una comunión que para mí fue capital para la construcción de mi personaje", dice, ni bien se esboza la pregunta sobre cómo le resultó la experiencia de filmar con su compatriota. Algo similar le sucedió con Herrero: "Lo fantástico de Gerardo es que siempre está abierto a escuchar sugerencias de lo actores, a pensarlas y deliberar con nosotros qué es lo mejor".

DUALIDADES. Uno de los puntos altos de la película, es precisamente Sbaraglia. Por lo pronto, logra transmitir con sus palabras lo que se puede ver en el cine con su interpretación. "López es un ser al borde de un ataque psicótico, capaz de demostrar que puede llevar el diablo en su interior y su complejidad es tal que se lo va descubriendo en cada secuencia". La primera escena, con López corriendo por Puerto Madero durante el atardecer de un día agitado por Buenos Aires, es la fiel representación de lo que sugiere Sbaraglia. Sus gestos, la técnica con la que corre, delatan a su personaje como ser autoexigente, que necesita de ese tiempo para descargar toda la tensión comprimida en una jornada. Pero lo que lo pone más orgullo aún es que en un año, pudo hacer dos películas (El corredor y La viuda de los jueves) con una temática que tiene en común al dinero, como causante de las alegrías y tristezas de la sociedad actual.

"Si bien mis personajes fueron muy distintos, con estas dos películas pude unir dos puntos de un mismo asunto y está referido a las crisis, a la plata y a como se vive este fenómeno en Argentina o en España. No acostumbro la postura de decir cuál de todas mis interpretaciones fue mejor o peor porque disfruto cualquier tipo de expresión porque, para mí, todas son valiosas".

Quienes presenciaron el rodaje, aseguran que ver trabajar a Miguel Ángel Solá es una experiencia tan enriquecedora como contemplarlo en un escenario o encarnando un personaje en una película. Tanto el director como los protagonistas lo afirman y se comprueba cuando él mismo analiza la composición del personaje que hizo Sbaraglia. "Leonardo logró que su personaje mostrara la pelea interior de cómo resolver su vida. En tanto Raimundo Conti (su personaje) muestra cómo es el cada uno del cada uno de nosotros. Para componerlo, nos entregamos al trabajo con un profundo sentido del respeto", indicó Solá, que al día siguiente de la presentación regresó a España para continuar sus proyectos actorales en ese país.

Pese a su fugaz paso por Argentina, esta experiencia le hizo sentir que el tiempo invertido en el rodaje "fue tiempo ganado".

Herrero feliz tras un trabajo muy intenso

Gerardo Herrero, en su rol de director y productor, confiesa haberse dado el gusto de poder contar con los dos intérpretes que imaginó para esta historia.

También pensó en subirse el sueldo cuando comprobó el exigente ritmo de trabajo que imponían los argentinos: "Hicimos de siete a nueve versiones del guión, los actores reescribieron algunos diálogos y así se potenció el trabajo colectivo que fue mucho. Hasta pensé en aumentarme en sueldo, aunque después me acordé con era el productor…", dijo entre risas, que este año también estrenó El secreto de sus ojos, de la que es coproductor, un verdadero éxito de taquilla en Argentina y, desde hace una semana, en Uruguay. Ahora va por más.

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