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La máquina que brinda una segunda oportunidad

| Reanimar. Desfibriladores y capacitación obligatorios para combatir muerte súbita

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El País

D. FRIEDMANN Y X. AGUIAR

Cuatro minutos es el tiempo que hay para "resucitar" con un desfibrilador a una persona con un paro cardiorrespiratorio. Ahora, cualquier sitio al que vayan más de mil uruguayos por día deberá tener uno y 50% de la población tendrá que saber usarlo.

Ayer el gobierno difundió un decreto firmado el lunes pasado por el Consejo de Ministros, que reglamentó la ley 18.360, que disponía la obligatoriedad de disponer de desfibriladores externos automáticos (DEA) en espacios públicos o privados con importante afluencia de público. Esos dispositivos son capaces de administrar descargas eléctricas para restablecer con altos niveles de seguridad un ritmo cardíaco viable.

En Uruguay fallecen anualmente 10.000 personas a raíz de enfermedades cardiovasculares. De ellas, unas 3.000 lo hacen por una muerte súbita, dijo a El País Mario Zelarayán, director ejecutivo de la Comisión de Salud Cardiovascular.

La muerte súbita es el cese de la circulación sanguínea y de la respiración. La padecen personas que rondan los 50 años, en una proporción similar de hombres y mujeres. En general, no tuvieron síntomas en las horas o días previos, pero sí pueden padecer de patologías cardíacas, explicó Zelarayán.

La mitad de las 3.000 muertes por año ocurre en lugares de trabajo o sitios públicos. Y la amplia mayoría son evitables "si se actúa rápidamente, a través del masaje cardíaco y desfibrilador", señaló el especialista. Si el dispositivo se usa en el primer minuto las posibilidades de sobrevivir son de 90%. Y bajan 10% por cada 60 segundos.

A la accesibilidad y rápido uso del desfibrilador justamente apunta el decreto del Ejecutivo, que fue redactado con la colaboración de la Comisión de Salud Cardiovascular y de otras organizaciones médicas como la Sociedad de Cardiología, Pediatría y Medicina Interna.

El decreto establece quienes deben tener un desfibrilador disponible -accesible en menos de cuatro minutos- y para quienes es recomendable pero no obligatorio adquirir y contar con uno. Entre los primeros están los sitios con un público diario mayor de mil personas de 30 años o más, como hoteles y locales de trabajo, medios de transporte para 80 personas o más y centros de salud.

En las recomendaciones, se destacan los centros poblados a los que una ambulancia demore más de 15 minutos en llegar (ver nota aparte).

Si bien el decreto no establece sanciones, Zelarayán cree que el costo que puede tener para una institución que se produzca una muerte y carecer del dispositivo es demasiado alto para que se arriesguen.

"Este decreto marca un hito en la historia de la salud en Uruguay. Es el primer país o uno de los primeros en contar este tipo de ley y de reglamentación. En particular, la obligatoriedad de la enseñanza de resucitación cardíaca básica es algo sin muchos antecedentes", señaló Zelarayán.

El decreto estableció que todas las instituciones, empresas públicas o privadas, lugares de trabajo o de estudios de cualquier índole están obligados a que al menos 50% de su personal esté entrenado en resucitación cardíaca básica en un plazo de 5 años. Esto es independiente de si están obligadas o no a tener un desfibrilador. Además, las empresas que venden esos dispositivos tendrán que ofrecer cursos gratis al menos a ocho personas.

La Comisión de Salud Cardiovascular iniciará este mes un programa para formar centros de capacitación. Ancap será la primera institución en participar, anunció Zelarayán.

A su vez, mañana se creará el Consejo Nacional de Resucitación para elaborar un protocolo sobre como hacer la reanimación. "Está estipulado en el mundo pero se consideró que era bueno tener una norma adaptada al país", dijo Carlos de Mula, director de Defibtech, una firma que comercializa desfibriladores.

Aviones, tenis, casinos y empresas

Las líneas aéreas internacionales fueron uno de los primeros lugares en los que se extendió el uso del Desfibrilador Externo Automático (DEA), contó Pablo López, coordinador del Centro de Prevención e Instrucción de Emergencias (Ceprie). En Uruguay, una de sus primeras aplicaciones con éxito fue realizada por una enfermera en el instituto de cirugía cardíaca de Impasa. Uno de los primeros casos de utilización por parte de personal no médico fue en el Círculo de Tenis y luego hubo otras experiencias, como en el Casino del Hotel Conrad o en la Administración Nacional de Aduanas, señaló López.

El Ceprie realizó cursos de reanimación y uso del DEA para más de 5.000 personas. En Uruguay hay más de 100 desfibriladores instalados y unas cinco empresas que los venden, dijo López. La empresa Defibtech ha vendido unos 60, dijo su director, Carlos de Mula. En el inicio hubo poco interés por parte de lugares de mucha circulación, como los supermercados, porque creían que implicaba que el personal se hiciera cargo de una tarea de competencia de las emergencias. Los primeros interesados en adquirirlos fueron los clubes de tenis. Últimamente la demanda cambió y priman las grandes empresas, dijo De Mula.

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