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Mensajes de fe llenaron el mar de flores y barcos

Iemanjá. Miles bajan a la playa a pedirle a la diosa del mar

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XIMENA AGUIAR

La gente espera su turno junto a un altar lleno de frutas y flores. De pie, con los ojos cerrados y las manos abiertas hacia el mar, una mujer recibe la bendición de un pae que pide para ella salud, dinero, amor y trabajo. Alguno saca fotos de la escena.

Esa mezcla de fe individual, colorido vistoso de las ofrendas, trajes blancos, tambores y cantos, preparaciones de ritos umbandistas y gente interesada en el fenómeno llenaba ayer la playa Ramírez. Las agrupaciones de familias en torno a una sombrilla o un toldo pronto se revelaban como pequeños altares, en los que se mantenía la reverencia a los "pae" y "mae" y se protegía del sol a las bandejas de merengues, mazamorra, pop, sandía, flores y velas.

Algunos creyentes umbandistas prefieren hacer el homenaje a Iemanjá de forma más privada, acudiendo por ejemplo a playas de la Ciudad de la Costa. Pero la mayoría acude a la costa del Parque Rodó, donde abundan los barcos de espumaplast llenos de ofrendas y los puestos de feria en los que comprar velas, estampitas, flores, bijouterie, caramelos de miel y toda una gama de regalos asociados a la diosa del mar.

"Prender una vela es fe. La fe no es macumba", aclara una mujer junto al monumento a Iemanjá, frente a la playa Ramírez. Ella no viene para pedir ni para agradecer, sino simplemente "porque es el día de ella". Otra le prende una vela y le reza un Padre Nuestro. Una cartita junto a una modesta ofrenda pide a Iemanjá "que me ayudes con la salud y lo material (dinero)". Para quien no sepa cómo dirigirse a ella, en el pedestal del monumento hay escritas oraciones de Brasil, Argentina y Uruguay. Muchos de los que le dejan pedidos creen en su capacidad de "hacer milagros", y sostienen su fe en algunos de los pedidos concedidos.

Religión. "Yo le escribí una carta agradeciéndole y pidiéndole por la paz y la prosperidad del mundo y por todos mis hijos, los espirituales y los carnales, con pedidos tanto terrenales como espirituales", contó la mae Mary de Oxum, que también tira buzios y es vidente. La carta viajaría en un pequeño barquito hacia el mar.

Junto a ella hay una decena de personas que vino desde Pando. Cada una conoce el santo u "orixá" que rige su persona. Entre ellas está Alexa, una adolescente, que es "de Iemanjá". "Porque soy coqueta", dice.

"Cuando se le pide con humildad ella da. Hasta ahora me ha dado casi todo lo que he pedido y lo que no me ha dado, la vida se ha encargado de explicarme por qué fue", dice Mary.

Unos metros más allá, Jorge Rivero realiza una escultura en arena con la forma de la virgen. Lo hace "por recaudar, pero con respeto a las religiones", aclara. Hubo un año en que la pintó y la gente la abrazaba pensando que era de cerámica. Luego optó por dejarla color arena, y de noche siempre se acerca gente a prenderle velas, contó. Hasta ahora no le pidió nada a Iemanjá, pero le agradece.

En varios lugares se han formado cercos de caña e hilo, que ofician de templos de invocación. En uno de ellos, por ejemplo, se llamará a los espíritus de "exú", esclavos de los orixás, que son de alguna manera los espíritus "más terrenales", a los que algunos piden los favores más concretos. Allí se toca el tambor de macumba para llamarlos a "cumplir funciones en la tierra", dijo Ana María Cardozo, que llegó a la Ramírez desde Piedras Blancas, junto a un grupo de seguidores.

Si en el momento de "atender" a la gente entra al cerco alguien que no es creyente, se lo recibe igual. "Quizás pide por las dudas para curarse un pie que los doctores no le curaron y funciona, así es como muchos comienzan", contó.

Esos ritos comienzan luego del atardecer, pero en la tarde ya hay varias personas haciendo cola para recibir una bendición de hombres y mujeres vestidos de blanco que pasan las manos por la frente y la nuca o chasquean los dedos recorriendo todo el cuerpo. De esta forma sostienen que lo limpian de malas energías y de maldiciones de quienes usan la umbanda "negra", y recitan peticiones. Algunos le muestran papeles con nombres o fotos de familiares para que reciban la bendición de manera indirecta.

María del Carmen Sastre fue una de los que pasaron por las manos de uno de los pae, para recibir "caridad". Va a Iemanjá todos los años, aunque no participa de otros ritos umbandistas. "Vengo a Iemanjá como voy a San Expedito", dijo. Trae una bolsita con perfumes y claveles blancos, para agradecer por un pedido que Iemanjá "cumplió".

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