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Tres historias, entrelazadas porque lo están, narra Hernán Navascués en su libro "El legado de un nombre": la de Washington Beltrán, político y periodista, la del tiempo que le tocó vivir (y por ende la del Partido Nacional) y la del diario El País.

No es una novela, aunque tiene su ritmo, sus momentos de drama, los hiatos de reflexión, las evocaciones tiernas. No es, estrictamente, una biografía, porque cuenta la vida de un hombre gravitante en la historia reciente del país sin despegarlo de su contexto político y sin ingresar en sus intersticios privados. No es un libro de historia nacional contemporánea porque carece de pretensiones academicistas y relata los hechos desde una mirada nacionalista que el autor no disimula ante el lector.

En las páginas de "El legado de un nombre" no solamente se despliega el perfil y la gestión de esta figura que dejó múltiples huellas, -hijo de Washington Beltrán, uno de los fundadores del diario El País, prematuramente fallecido en 1920 en su histórico duelo con José Batlle y Ordóñez-, sino también los intensos momentos que le tocó vivir dentro del Partido Nacional y dentro del propio diario a lo largo de sus diferentes etapas.

El libro recorre buena parte del siglo XX, y aporta, además detalles hasta ahora desconocidos de episodios que tuvieron a Beltrán como protagonista central y que enriquecen los conocimientos existentes sobre importantes episodios de la vida nacional. En especial se destacan los relatos relacionados a la participación de sectores nacionalista en el gobierno de Juan María Bordaberry, entre ellas, la del propio Beltrán. Sus dilemas y consideraciones políticas e institucionales al incorporarse junto a sectores del Herrerismo esta administración son tratadas en profundidad por Navascués, consignado las tensiones y discrepancias que este episodio suscitó dentro del propio Partido Nacional.

Así el autor relata -y sintetiza a la vez- el pensamiento de Beltrán al evocar la respuesta que le dio a un joven correligionario disconforme con su decisión. "El país está saliendo del reto de los tupamaros y entrando en el de los militares", le dijo Beltrán. "El militar que sale temprano de su casa de mañana, mira a sus hijos y se pregunta si volverá a verlos. Está en un momento de tensión y hasta si se quiere de temor y cree que el responsable es el político", explicó al joven blanco.

La percepción de que la reacción que se gestaba en los militares de entonces "se vuelve hacia los políticos", la falta de firmeza republicana y de apego a la institucionalidad de Bordaberry, fundó la difícil decisión de intentar "encauzar" el gobierno. "Creo firmemente que si se sigue el mismo camino de enfrentamientos políticos de estos últimos años no se llega a 1976", dijo premonitorio. "¿Es acaso una alternativa una oposición desenfrenada?" inquirió explicando el "trago amargo".

En el libro, prologado por el senador de Alianza Nacional Sergio Abreu, no sólo abarca el período del primer y segundo gobierno nacionalista a partir de 1959 y el ingreso en los turbulentos años posteriores a la muerte del presidente colorado Óscar Gestido, el inicio de la era de Pacheco Areco, el gobierno de Bordaberry, el desafuero de Enrique Erro, el golpe de Estado, el pacto del Club Naval.

Nuevas luces se aportan a episodios históricos: las reuniones de Beltrán con los generales Líber Seregni y Santiago Pomoli en los años 60, su oposición al ascenso a general del entonces coronel Mario Aguerrondo, sus encuentros y desencuentros con Wilson Ferreira Aldunate.

El libro de Navascués, editado por Ediciones de La Plaza para su colección Testimonios, incluye además una interesante selección de fotografías que también cuentan y complementan momentos de la vida de Washington Beltrán en la que asoman personajes como Juan Pablo II, Lech Walesa, Charles de Gaulle, Eduardo Frei y figuras de la política local, muchas que aún tallan y siguen escribiendo la historia.

Hernán Navascués, autor del libro "El legado de un nombre" sobre la vida y trayectoria de Washington Beltrán, es bien conocido por su actividad en la Asociación Uruguaya de Fútbol.

Su relación con Beltrán, además de amistad, reflejó el compromiso político que ambos asumieron, al sumarse en distintas épocas de su juventud a la agrupación Divisa Blanca.

Navascués es abogado especialista en Derecho Laboral, aunque hoy no ejerce, y fue profesor de la Facultad de Ciencias Sociales. Fue director del Departamento Jurídico de la Inspección General de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Fue también vicepresidente de la Corte Electoral entre 1990 y 1996.

El libro de Navascués será presentado hoy en lo que se transformará en un acontecimiento político nacionalista, ya que varios altos dirigentes se harán presentes en la ocasión. Se realizará hoy en la Sala de Fiestas del Palacio Legislativo a la hora 19.00 y estará a cargo del escritor y periodista Ruben Loza Aguerrebere, del senador Sergio Abreu y del ex ministro de Educación, Antonio Mercader.