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Manchester vuelve al mundo en un disco de rock con el freno de mano

Oasis. Noel y Liam Gallagher vuelven apuntando a la psicodelia y mirando a su primer disco

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SEBASTIÁN AUYANET

Los hermanos Gallagher aterrizan mañana con un séptimo disco que viaja a la psicodelia y apela menos al gancho del golpe radial. Este nuevo disco ya puede escucharse en el MySpace de la banda: www.myspace.com/oasis.

La historia de la música pop -y la percepción que suele tener cualquier fanático de ella- es esencialmente contradictoria. Sus supuestos más claros son fácilmente derrotables con algún suceso imprevisto o simplemente porque algunas cosas nunca terminan de suceder.

A mediados de los noventa, Oasis era más popular que Blur. En ese Peñarol-Nacional del planeta Britpop, los Gallagher triunfaban por accesibilidad e imagen. Los cuatro miembros de Blur, evidenciaban en la figura de su cantante, Damon Albarn, las inquietudes de un experimentador del pop-rock que se verían después en Gorillaz y The Good the Bad and The Queen.

Después del enorme (What´s the story) Morning glory?, probablemente el disco más popular (y el mejor con diferencia) de todo el movimiento, Oasis comenzó a partir de 1995 una espiral de éxito mundial con fórmula repetida, la que había conseguido Noel Gallagher, con diferencia el mejor compositor de "hits" de su generación. Se desprendía que los chicos inquietos, los Blur, seguirían en un ascenso constante con una música más refinada a ser cultivada con los años.

Nada de eso. Con Be here now (1997) y Standing on the shoulder of giants (2000), Oasis definió una base de éxitos complementarios y se volvió un sentimiento. Blur se separó.

Y aún así se esperaba poco de los arrogantes hermanos Gallagher, que con trabajos como Heathen chemistry (2002) o el último Don´t believe the truth (2005) habían intentado buscar alguna mínima variante al sonido de guitarras cargadas a cargo de Noel, pero siempre ofreciendo lo que el público quiere escuchar: los "hits" con el sello de la casa de los hijos predilectos de Manchester.

En este nuevo trabajo, el que califica para eso es The shock of the lightning, elegida con astucia como primer corte de difusión por su ritmo veloz y la crecida de Liam en cada estribillo.

Pero el resto de las canciones, más volcadas a cierto ánimo psicodélico y reposado, parecen hacer de todo el disco una sola canción. En vez de buscar pegarse al lado derecho del cerebro, como la mayoría de las composiciones de Noel, se ofrecen a ser descubiertas sin perder su atractivo. Falling down, donde Noel canta encima de efectos hipnóticos y órganos oscuros, es el mejor tema del disco. Por otro lado, Bag it up recuerda a varias canciones de su primer disco Definitely maybe, editado en 1994.

Sin apelar al golpe de efecto que implica una canción en lo alto de los rankings (de todas formas, Oasis la tendrá), los mancunianos corren el riesgo de intentar cambiar de verdad siendo una de las pocas bandas del mundo que no necesitan de reinvención alguna. Eso no quita que el disco funcione como un acompañante ideal en momentos menos eufóricos y sea una iniciativa que vuelve a probar que los Gallagher no son ningunos negados. Como si hiciera falta demostrarlo.

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