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En tierra de los tornados del sur

Clima. Uruguay está en una zona considerada la segunda del mundo en aparición de estos violentos fenómenos, pero existen pocos registros. El 11 de agosto fueron vistos en San José y Florida

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El País

XIMENA AGUIAR / ALEXIS TRUCIDO

Cada vez que suceden parecen un fenómeno inédito. Cuesta acostumbrarse a la idea de que el plácido Uruguay está situado en una zona de generación de tornados considerada la segunda en importancia luego de las planicies de Estados Unidos.

"Eché la camioneta marcha atrás y vi cómo se chocaban las nubes negras y todo empezó a girar. Se formaron dos embudos y después uno muy grande" relató Emiliano, un joven que el lunes 11 de agosto se encontraba en una pradera del paraje Cuchilla Seca, Florida. Corrió a su casa, lo contó, no le creyeron. Cinco minutos después el tornado golpeó el establecimiento rural Las Piedritas.

El remolino no se equivocó de Florida: éste es uno de los departamentos en los que se da este tipo de eventos con una mayor frecuencia. En la localidad de Fray Marcos sucedieron al menos dos tornados considerados como F3 en la escala Fujita (cuyo máximo es F5). Vientos de 251 a 330 kilómetros por hora. Puede destruir viviendas, elevar y desplazar automóviles y arrancar árboles de raíz.

"Según los meteorólogos, Uruguay es un país proclive a tornados violentos", afirma el Sistema Nacional de Emergencias (SNE), en su página web, donde se consignan algunos de los registrados desde 1913 hasta 2002 (ver recuadro).

"Los lugares de mayor frecuencia son Colonia, Florida y San José, pero han habido en otros lugares, como en Artigas en 1996, en Rivera en 1968..." dijo el meteorólogo Fernando Torena, que estudia estos fenómenos extremos. "Lo que pasa es que la gente que los vive no lo cuenta a los científicos, que terminamos enterándonos a través de la prensa. Seguramente hubo muchos más, pero tenemos pocos registros", añadió.

Un estudio meteorológico de Brasil habla del "pasillo de los tornados de América del Sur", para referirse a una zona que abarca el sur de Brasil, el centro de Argentina y Uruguay, en donde se enfrentan el aire frío del Sur con el cálido del Norte. Los tornados alcanzan un grado F4 en zonas de Argentina; en Uruguay se considera que se forman hasta F3.

"Al contrario de Estados Unidos, donde el servicio meteorológico registra exhaustivamente todas las ocurrencias, aquí las observaciones recaen más en aficionados y órganos de prensa", señala el estudio de la Red de Estaciones de Climatología Urbana de Sao Leopoldo (Brasil) sobre tornados en la región.

Un grupo de técnicos de la Dirección Nacional de Meteorología (DNM) realizó un estudio de campo sobre el paso del tornado en Florida, que dará a conocer la próxima semana. Éste es el primer estudio de campo de un evento extremo que hace la DNM en forma oficial desde 2003, aunque algunos meteorólogos han realizado estudios por su cuenta, con el apoyo de la ONG Amigos del Viento, contó Jorge Nusa, uno de los seis técnicos que participa del relevamiento. Sin este tipo de trabajo, no se puede determinar la magnitud del fenómeno ocurrido. "Es muy difícil medir los vientos, así que se analizan los daños y se utiliza la escala que hizo Theodoro Fujita en Estados Unidos", dijo Nusa.

En el trabajo de campo "se relevan los daños, la orientación de los restos, se compara con otros eventos en la región, y se entrevista a los testigos. Importan hasta los olores: un tornado va levantando tierra, escombros, eso puede dar un indicio sobre la trayectoria... En otros eventos, la gente decía que había olor a tierra mojada o a azufre, ya que por la actividad eléctrica se forma ozono. También señalan el ruido, como el de un avión volando bajo o una locomotora", explicó.

El primer estudio de referencia sobre tornados en Uruguay fue realizado por el Sohma (servicio de la Armada), sobre el tornado que en 1970 pasó por la ciudad de Fray Marcos. Aunque el SNE afirma que hubo 7 muertos, en este informe se consignan 11, entre ellos dos niños de 6 y 12 años.

El estudio afirma que "los fenómenos ocurridos corresponden a las intensidades F3 y F4, de lo que se deduce que el viento pudo haber llegado a una velocidad de 400 kilómetros por hora". Viviendas reducidas a escombros, un camión elevado encima de un árbol, otros cambiados de acera, chapas de zinc clavadas en los árboles como si fueran banderas, fueron datos elocuentes sobre su intensidad, señalaba el informe. Aquel tornado tuvo una trayectoria de 18 kilómetros, desde la orilla del río Santa Lucía hasta 5 kilómetros al noroeste de la localidad de Fray Marcos, con un ancho de 150 metros que aumentó a 250 al acercarse al poblado.

En ese y otros estudios, realizados por Nusa (sobre el tornado de 2002 en Canelones) y Torena (sobre el de Carmelo en 1985) se repiten similares descripciones: "Miramos arriba y vimos girar la nube"... "la ternera subía y bajaba"... "las chapas de zinc eran lanzadas a gran altura como papelitos"... "el agua se levantaba en un remolino".

Este tipo de fenómenos muchas veces suceden en áreas rurales poco pobladas, y sólo llegan a la opinión pública al entrar en contacto con alguna localidad mayor. Una de las pocas estimaciones oficiales de daños se realizó en 2002, cuando un tornado afectó Joanicó, Cerrillos, Sauce y Tapia, (Canelones), con costos para UTE en torno a US$ 10 millones y perjuicios a productores y habitantes de la zona (daños en cultivos, galpones, invernaderos y viviendas) por más de US$ 25 millones, según datos del SNE.

"Según un recuento personal en base a información publicada en prensa, unas 15 personas mueren cada año por eventos hidro-meteorológicos (tormentas severas, inundaciones y otros), en general por imprudencias", afirmó Nusa.

Cazatormentas. "Como los agujeros negros son el misterio para la astronomía, los tornados lo son para la meteorología. No tienen periodicidad; no se predicen tornados en ninguna parte del mundo. Hay 10 teorías distintas sobre la génesis de los tornados", contó Torena.

"Se puede decir cuándo hay condiciones para el desarrollo de tormentas severas, que pueden generar piedras de granizo de más de 2 centímetros de diámetro, vientos de más de 90 kilómetros por hora o tornados".

Para eso tiene que haber altas temperaturas y mucha humedad sobre la superficie, y un frente frío o línea de inestabilidad que hagan que el viento ascienda bruscamente, entre otras condiciones. Dada la tormenta, "es muy difícil saber si efectivamente se va a formar un tornado", explicó Torena.

Para mejorar las previsiones sobre la ocurrencia de tormentas locales de gran intensidad, el meteorólogo Mario Caffera señaló, en una presentación realizada el año pasado, que deberían instalarse al menos tres estaciones de radio sondeo, cada una con un costo de US$ 100.000 más US$ 80.000 por año (gastos de mantenimiento, formación de los operadores y otros). Además, para procesar la información sobre estos eventos, sería necesario actualizar un proyecto avanzado de Facultad de Ciencias: se necesitarían US$ 3.800 y el contrato de tres investigadores, afirmó entonces.

Por otro lado, Torena señaló que es necesario sensibilizar a la población para recopilar información. "No existe actualmente en América del Sur un registro confiable y detallado de eventos de tornados, debido a que no hay una concientización pública al respecto", señala en su página web cazadoreseneluruguay.blogspot.com. Por eso, junto con Amigos del Viento, propuso crear un grupo de voluntarios de vigilancia de fenómenos severos, pidiendo a los ciudadanos que describan el evento climático siguiendo determinados parámetros y lo comuniquen a los investigadores.

La dificultad está en recopilar la información, no en recordarla. Eduardo Tapié, médico de Fray Marcos, contó que allí "cada 21 de abril, en cualquier conversación sale el tema del tornado. Hay personas, aún hoy, que ni bien ven tormentas se encierran en sus domicilios. Se sigue recordando, como si hubiese sido ayer".

Algunas apariciones del torbellino de viento

El tornado más antiguo que consigna el Sistema Nacional de Emergencias ocurrió en 1913 en Cerro Largo. Se lo cataloga como F3, con vientos de entre 251 y 330 km/h.

En Fray Marcos, Florida, hubo dos tornados de magnitud F3, en abril de 1970 (que dejó 7 muertos) y en 1982. También ocurrió un F3 en Lunarejo (Treinta y Tres) en 1974.

En enero de 2001, en Migues (Canelones), un tornado F2 (de entre 180 y 250 km/h) voló 103 techos, dañó otros 96, destruyó 8 fincas, tiró cientos de árboles y columnas de energía eléctrica, afectando a 199 familias. En marzo de 2002, un tornado F2 con centro en Joanicó (Canelones), derribó 67 torres de energía de UTE y afectó a viviendas, cultivos, e invernaderos, causando daños por más de US$ 35 millones. Hubo 700 edificaciones afectadas, entre ellas 38 escuelas, y más de 5.000 damnificados.

TESTIMONIOS

Florida 1: "Las puertas no abrían, todo temblaba"

"Eran las cinco y poco. Empezó a temblar todo. Sentíamos un zumbido espantoso, tanto que a mi hijo Luciano le dolían los oídos. Sentimos el viento, pero no pensamos que iba a llegar hasta acá", contó Ana Díaz (38), que vive en el establecimiento "Las Piedritas", uno de los afectados por el paso del tornado por Florida el pasado 11 de agosto.

Ana y su esposo Mario habían estado afuera hacía apenas unos segundos, y entraron rápidamente. Ya el viento soplaba con sorprendente intensidad, pero ellos no imaginaban lo que podía llegar a suceder.

De un momento a otro, Luciano (10) estaba debajo de la mesa del comedor, mientras la casa de la familia Díaz Benítez intentaba resistir el tornado. Los vidrios de las ventanas estallaron. Los techos volaban por los aires entre tirantes y chapas retorcidas.

Intentaron salir, pero no podían abrir las puertas. "No puedo explicarlo, pero en ese momento no abrían. En medio de todo eso agarramos una puerta a las patadas. Salimos y nos pusimos contra una pared. Parecía que no paraba", continuó relatando la mujer.

Mientras, el viento levantaba a una vaca por los aires y fardos de 500 kilos eran hechos jirones como si fueran hojas, contó un grupo de peones que se guarecía en un galpón que soportó los embates del viento.

Desde allí se escuchaban los estruendos. Es que en el monte cercano, entre 30 y 40 árboles de enorme porte eran arrancados de cuajo como yuyos.

Florida 2: "Yo veía hojas, y eran chapas que giraban"

Julio Pastorín es autor del primer documento gráfico de un tornado en Uruguay, tomado en 1970. A los 63 años, contó la experiencia de esa fotografía y su vivencia del tornado en Fray Marcos, cuando tenía 25 años.

"El día estaba con mucho calor y humedad, era un día pesado. Se estaba formando una tormenta, una nube inmensa de grande, se veía muy bien desde la ruta 7, en el kilómetro 97", recordó.

"La tormenta se empezó a levantar, con relámpagos continuos. En un momento empezó a bajar una punta, como si fuera un embudo. Era una cosa rara, yo ni sabía de lo que se trataba. No teníamos conciencia de lo que se aproximaba. Como cosa curiosa tomé la cámara, intenté sacarle unas fotos y logré algo. Se movía lento, en sentido recto. Había muchos nervios porque no se sabía lo que era. Unos 10 minutos más tarde ya estaba en el pueblo", contó.

"Una de la cosas que tiene que quedar clara es que nada se le podía resistir. No dejó casa, paredes, alambrados, ni agua en los tajamares. Yo miraba la tormenta y veía hojas, pero en realidad eran chapas y techos que giraban. Techos que nunca más se encontraron. En un momento pasó la tormenta y fue como una turbulencia en un avión, cuando a uno se le tapan los oídos. El olor a azufre era profundo e irritaba las fosas nasales", describió.

"Para los que lo vivimos acá es algo que está latente. Cuando se dan grandes tormentas, siempre se da a conocer lo que pasó a las nuevas generaciones", añadió.

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