Publicidad

QM2: La fiesta del siglo más fastuosa

Porcelanosa. Industria española rentó el barco para agasajar a 2.600 clientes de 41 países

Compartir esta noticia

EMILIO CAZALÁ

El barco se alquiló entre Southampton y New York y desde Madrid salieron vuelos privados para levantar a los selectos viajeros y se alquilaron por una noche los hoteles mas lujosos en New York y Londres.

Realmente no sorprende que Porcelanosa, una importante y opulenta empresa industrial española habituada a rentar cruceros para agasajar a sus clientes, haya contratado recientemente nada menos que el "Queen Mary 2" por un viaje entre Inglaterra y Estados Unidos. Lo destacable en todo caso no es el alquiler de esta nave que puede ser fácil si se pueden pagar varios millones de dólares, sino los detalles extravagantes de esta operación que la hacen única por su organización a nivel de "tycoon", fastuosa, sorprendente y casi de fantasía. La idea fue contratar el crucero "Queen Mary 2" para agasajar a 2.600 personas, clientes muy exclusivos de los productos de esa industria española. Recién ahora han trascendido los detalles de ese viaje excepcional realizado en abril pasado. Por lo trascendido se afirma que esta ha sido la fiesta más cara del siglo.

El pasado 24 de abril, cuando el transatlántico más grande y lujoso del mundo, "Queen Mary 2" zarpó del puerto inglés de Southampton con los 2.600 invitados de Porcelanosa a bordo, los organizadores pudieron decir que habían logrado con éxito el objetivo de la empresa Porcelanosa. Durante meses, más de un centenar de personas, entre arquitectos, urbanistas, expertos en logística y marketing se enfrentaron a un reto sin precedentes: preparar la fiesta del siglo.

Los invitados participantes provenían de 41 países, provenientes de China, Nueva Zelandia, Madagascar, México y programar los vuelos para que todos ellos llegaran a destino al mismo tiempo y alojarlos en el hotel. Para ello contrataron 1.330 habitaciones reservadas en dos lujosos hoteles de Nueva York y luego lo mismo en Londres.

Cuando los invitados de un país formaban un número importante se alquilaba un avión privado que les llevaba a Southampton y les devolvía a su país desde Nueva York. Sólo los de Isla Reunión, unas 10 personas, viajaron en líneas regulares.

Desde Madrid salieron hacia Inglaterra dos vuelos privados, también desde Barcelona, Sevilla, Palma de Mallorca, Bilbao y La Coruña. En la nueva terminal del aeropuerto de Manises nunca habían aterrizado aparatos procedentes del otro lado del Atlántico. Los invitados valencianos eran, como es natural, los más numerosos.

Ademas incluir 84.000 kilos de equipaje despachados previamente para que los invitados no tuvieran que cargar con él. Luego programar los menús de carne y langosta, barra libre y regalos a bordo, que fueron suntuosos, actuaciones musicales de lujo. Aunque no trascendieron cifras, los tour operadores consultados aseguran que la empresa española de cerámicas y decoración, fácilmente se ha gastado más de 18 millones de euros en agasajar a sus clientes.

Entre los invitados, 500 de ellos españoles, había arquitectos, decoradores, promotores inmobiliarios, publicistas, magnates de la hotelería o constructores, fieles clientes de los diseños de la fábrica de Villarreal que decoran algunas de las residencias del Príncipe de Gales, clientes y amigos de la firma, o los famosos 16 cuartos de baño de la casa de Isabel Preysler.

Para dar una nota de glamour al ambiente, también había gente de la prensa rosa. Desde Sarah Ferguson, a Bo Derek, la modelo argentina Valeria Mazza, Antonia Dell`Atte, Gunilla von Bismarc, su inseparable ex marido Luis Ortiz y su hijo Francisco, Juncal Rivero o Tomás Terry. Y artistas para amenizar cada una de las dos fiestas que se celebraban cada noche.

El grupo español siempre cenaba en el segundo turno del lujoso restaurante "Britannia" después de los invitados de países anglosajones, menos acostumbrados a trasnochar. Por primera vez en un crucero, se vio danza clásica, la de Ygor Yebra. Y el humor castizo de Chiquito de la Calzada, o el de su colega Jordi L.P. Hubo actuaciones del ilusionista Jorge de Blas, del grupo andaluz Porvenir, todos se movieron con los ritmos de Carlos Baute y hasta hubo lecciones de baile de Albert Motta y Joana Subirana, que han formado parte del jurado del programa Mira quien baila.

Entre los invitados figuraba también el ex ministro José Bono y su mujer, amigos desde hace años del fundador de la empresa, y José Luis Olivas, actual presidente de Banca Caja y el Banco de Valencia.

De la lista llegó a formar parte Enrique Bañuelos, presidente de Astroc y oficialmente uno de los hombres más ricos del mundo de la construcción.

Nunca se había dado el caso que una empresa premiara la fidelidad de sus clientes con semejante demostración de generosidad y poderío económico. No hay precedentes de que alguien haya alquilado el transatlántico más lujoso del mundo para invitar a 2.600 amigos a disfrutar de un ambiente alegre y festivo, con una tripulación de 1.253 personas dispuestas a que no faltara detalle y el viaje resultara perfecto.

No es la primera vez que Porcelanosa alquila una nave de lujo para premiar a sus clientes. En 1996, llevó a 727 amigos de la casa, desde Castellón a Florencia, Pisa y Roma.

Dos años después, ya eran 803 los invitados a un crucero en el "Costa Allegra" por las islas griegas. En 2002, los viajeros aumentaban, eran ya 1.200 y llegaron en el "Costa Romántica" hasta los fiordos noruegos.

Para Manuel Colonques, actual presidente de la empresa creada por don José Soriano, aquellas naves ya se habían quedado pequeñas. Un grupo con 450 tiendas repartidas por 80 países y una facturación de 1.033 millones de euros anuales, necesitaba el barco más grande donde pudieran disfrutar plenamente y por igual sus clientes de Albania, Islas Reunión, Argelia, Rusia o Nueva Zelanda. ¿Qué barco podía estar a la altura de las necesidades de Porcelanosa? Sólo el Queen Mary 2, que tiene una superficie de 1.975 metros cuadrados, repartidas en dos cubiertas, cinco piscinas, cancha de golf, paddel y baloncesto, biblioteca con 8.000 volúmenes, un spa espectacular, jardín interior, planetario, observatorio, varias salas de fiesta y 37 ascensores. Todo tan enorme y tan repartido que, según Antonia Dell`Atte, no tuvieron tiempo de conocerlo todo ni de tratarse entre ellos.

Todos los gastos normales dentro del barco corrían a cargo de los anfitriones, excepto las compras en las tiendas, pero cada día durante los seis que duró la travesía había regalos en cada una de las habitaciones. Desde chándal a bombones o bolsas de viaje. No faltó ni un detalle. Al llegar a Nueva York, los 2.600 invitados se repartieron entre el Sheraton y el Hilton, dos hoteles de lujo donde se quedaron tres días, siempre invitados por los empresarios valencianos.

Por cierto, los invitados tampoco tuvieran que cargar con sus maletas de regreso a sus casas. Para eso ya estaba el servicio de recogida de equipajes de Porcelanosa.

De acuerdo con el capitán Bernard Warner, los organizadores planificaron desde meses antes la vida del barco atendiendo a los usos y costumbres de los distintos pasajeros y sus orígenes culturales.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad