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Evocan la figura de Washington Beltrán

| Su otra vocación fue el periodismo que ejerció en El País. Sus editoriales fueron verdaderas piezas magistrales

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Tuvo dos pasiones vitales: la política y el periodismo. En las dos actividades el Dr. Washington Beltrán no incursionó por azar ni por imperio de circunstancias fortuitas, sino por auténtica vocación, por convicción y por estar imbuido de una rica herencia intelectual que le señaló con certeza el camino a recorrer para ir construyendo una trayectoria poblada de logros y de hechos luminosos, tanto en la lucha política por un ideario que defendió sin vacilaciones, como en el ejercicio cotidiano del periodismo, en el que volcó su caudal de conocimientos y claridad conceptual en editoriales que han quedado como un manantial del que fluyen enseñanzas y principios rectores.

La figura, el pensamiento y la trayectoria de Beltrán, quien falleció el 19 de febrero de 2003, serán evocados esta semana, en un acto organizado por el Directorio del Partido Nacional y la Dirección Nacional de Correos, a través de la emisión de un sello que lo recordará como una de las personalidades brillantes de la política uruguaya. Y, ese recuerdo surge con merecimiento y justicia en coincidencia con los 170 años de la fundación del Partido Nacional, colectividad política a la que Beltrán entregó toda su capacidad creadora y energía, porque en su acción en el Parlamento y desde la máxima posición a la que puede aspirar un ciudadano como es la Presidencia, contribuyó a forjar la renovación de ese partido, para que siguiera anticipándose a la evolución de la realidad social y política, conquistara a las nuevas generaciones por sus ideas y aportara soluciones a los grandes desafíos que enfrentaría Uruguay. El acto tiene un significado político profundo para los blancos, pero en realidad una figura como Beltrán, sin perder su pura identidad nacionalista, trasciende a su partido para asumir una dimensión que es valorada y reconocida por integrantes de las diferentes corrientes políticas, más allá de matices y de discrepancias ideológicas.

Mencionar el nombre de Beltrán y los 170 años del Partido Nacional significa enfocar hechos que están incorporados a la historia de Uruguay y abrir los capítulos de una obra pautada por numerosas realizaciones, desde que pronunció su primer discurso, a los 17 años, iniciando un camino de orador enjundioso -allí recordó los desgarradores momentos de la muerte de su padre, quien fue uno de los fundadores de El País y dirigente político que alcanzó con rapidez posiciones de liderazgo como consecuencia de su inteligencia, indeclinable convicción democrática y defensa de valores morales- que luego continuó a través de siete períodos en el Parlamento.

ESPIRITU DE UNIDAD. La rectitud en cada uno de sus actos, definió la trayectoria de Beltrán. Como testimonio está el hecho de haber renunciado a su banca, en 1954, junto con su hermano Enrique porque se habían incorporado a Reconstrucción Blanca y habían sido elegidos por el nacionalismo independiente.

Beltrán bregó siempre por de la unidad del Partido Nacional. La tarea, por cierto, le planteó enormes desafíos. Muchas veces enfrentó posturas de incomprensión y de descreimiento, pero en definitiva, como fruto de una actitud sincera y de convicción tuvo un resultado en el que muchos no creyeron, pero que gracias a su vigor intelectual y sagacidad se convirtió en realidad a comienzos de la década de los `70, cuando se constituyó el Directorio de unidad presidido por el Dr. Justo M. Alonso. Fue un tiempo de satisfacción para Beltrán porque sabía que a través de la unidad contribuía a aportar soluciones a los problemas del país, que necesitaban de la vigorosa participación de esa colectividad identificada con la construcción de las instituciones democráticas y con el desarrollo económico y social.

UN REFERENTE. El periodismo fue la otra vertiente en la que tuvo un desempeño sobresaliente y apasionado, con un estilo cautivante por la riqueza de sus giros y expresiones idiomáticas, así como por la fuerza de los conceptos que expuso y la facilidad que mostró para hacer que los temas más complejos e intrincados resultaran de fácil comprensión para todos los ciudadanos.

Beltrán ingresó a El País - el diario que habían fundado su padre y dos figuras notables de la política y el periodismo como fueron Leonel Aguirre y Eduardo Rodríguez Larreta y a los que se unió Don Carlos Scheck aportando su talento, su capacidad de conducción y espíritu innovador- en mayo de 1939. En el trabajo cotidiano en la Redacción aprendió los secretos y virtudes de la profesión periodística, de la que se convertiría en un verdadero referente. Desde 1961 fue Co Director junto con Martín Aguirre y Daniel Rodríguez Larreta, dos personalidades que descollaron en la labor periodística y en otras actividades donde dejaron su impronta. Beltrán afirmaba que había que buscar la verdad, proclamarla y estar siempre identificado con las inquietudes de los ciudadanos para comprender la realidad y poder exponerla y explicarla en el diario.

Los editoriales que escribió en las ediciones de domingo, bajo su firma -los hacía manuscritos con bolígrafo en su despacho del tercer piso de El País, rodeado de libros, documentos y colecciones de diarios- eran aguardados con avidez por el público. Cada entrega semanal era la consecuencia de muchas horas de trabajo que comenzaba en los diálogos con los periodistas de El País -a Beltrán le gustaba recorrer la Redacción para conversar con las distintas secciones o dialogar en el ámbito más apacible de su despacho que siempre tenía las puertas abiertas para recibir a los periodistas- y continuaba y profundizaba en la consulta a distintas fuentes vinculadas con el tema que iba a abordar -por su escritorio pasaban a diario figuras de distintos sectores del quehacer nacional- y en el estudio de documentación y antecedentes, hasta formarse un panorama completo de cada tema.

Además de ser grande en ambas vocaciones, tuvo una actitud generosa y de comprensión hacia sus amigos y hacia todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo. Expresó y trasmitió la alegría de vivir como un acto de renovada fe y de optimismo. Así fue en el hogar que formó con una gran mujer y compañera inseparable, María Esther Storace Arrosa. Sus hijos y nietos están inspirados por los mismos valores.

Hitos de una vida

El Dr. Washington Beltrán nació en Montevideo el 6 de abril de 1914. Fue abogado, periodista y político. Electo Diputado por el Partido Nacional en 4 períodos entre 1943 y 1955 y Senador en 1959, 1967 y 1971, cargo que desempeñó hasta la caída de las instituciones democráticas el 27 de junio de 1973. En 1961 fue nombrado Co Director de El País. En los comicios de 1962 resultó elegido Consejero Nacional de Gobierno. Presidente del Consejo entre 1965 y 1966.

En 1985 y 1989 publica "Mandato, tinta y pasión" y "Pamperada blanca", libros políticos.

Designado por el presidente Julio Ma. Sanguinetti Embajador Plenipotenciario ante el Vaticano en marzo de 1987, con la misión de acompañar al Papa Juan Pablo II en su primera visita a Uruguay.

Homenaje al dr. washington beltran

Dónde. Teatro del Centro Carlos E. Scheck (Plaza Cagancha 1164)

Cuándo. Miércoles 25 de octubre, a las 12.00 horas.

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