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La espiritualidad uruguaya

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EL Uruguay es menos laico de lo que era antes? La reciente muerte del Papa obliga a replantear esta pregunta. El laicismo uruguayo era una especie de dogma enancado en la famosa triada que José Pedro Varela enunció para la educación y en la peripecia personal de José Batlle y Ordóñez. Arrastrado por esas frondas el país obtuvo ese logro de la modernidad que fue la separación del Estado y de la Iglesia como si fuera una conquista social más. Entusiasmado por la supuesta coherencia que mostró ese frente de batalla el batllismo tiñó al país de un laicismo más aparente que real, falsamente monolítico y en algunos casos con ciertas posturas instrumentadas más para armar escándalo que para reflejar una actitud de ofensa como la insistencia en escribir Dios con minúscula y la eliminación de las cruces en los avisos mortuorios que "El Día" acometía con novelería y poca ponderación. Y detrás del cual algunos imaginaban la mano negra de la masonería cuando en realidad era sólo el mal manejo de una herencia batllista.

PORQUE hasta los que mayoritariamente estaban de acuerdo en la separación de la Iglesia del Estado y todo lo que eso conllevaba, no dejaban de ver en la rigidez extrema, casi caricaturesca, del laicismo oficial una manera de atentar contra el verdadero laicismo. Y el reflejo de una posición estatal que no coincidía con el Uruguay real. En los viejos esquemas la mitad del partido, los blancos, eran de raíz católica. Y muchos colorados no batllistas ortodoxos. Cuando aparece la Izquierda unida al Partido Demócrata Cristiano señala yacimientos de fe también por ese lado. Para no hablar del pionerismo de la Unión Cívica. Aun en la escisión, gran parte del país (¿la mayoría?) creía visualizar y sufrir una especie de discriminación que atentaba contra el corazón democrático del país.

El uruguayo tibio que no llena las iglesias no es en cambio un descreído. De pronto la práctica de la religiosidad pasa por lados más rituales y de mayor contención como sucede en sectores mismos de la Iglesia Católica que se mueven más apartados del Circuito tradicional. La televisión demuestra, por contraste, lo atiborradas que están las iglesias de la Argentina, de Chile, de Brasil, hasta de Francia y de otras partes del mundo. ¿Estas iglesias uruguayas vacías constituyen una prueba fehaciente de lo poco religioso que es el uruguayo? Demuestra la existencia de cambios.

EL lenguaje espiritual se acrecienta en tiempos materialistas. Estaba el fenómeno poderoso de su carisma, pero la gente seguía las oraciones del Papa por todo el mundo. El delante y las multitudes atrás. También las hubo en el Uruguay aunque sus cifras sean cuantitativamente menores. ¿Es poco religioso el Uruguay? ¿Qué está detrás del fenómeno de las nuevas iglesias, esas sí llenas de gente? Trabajan por la fe, ¿pero hacen lo mismo por el espíritu? Llenan necesidades, de seguro, pero tienen una resolución oscura. Reconocer la raíz histórica de la Iglesia Católica y el derecho a creer distinto (y a no creer) no perjudica la filosofía de un Uruguay laico. Lo que la perjudica es la intolerancia, el pensar que la religión es un asunto menor que sólo se vuelve mayor cuando la gente está necesitada y desde ciertas sectas se abusa de ellas.

EL aumentar los territorios del espíritu es trabajar por el bien del hombre. Es contribuir a un Uruguay mejor, mejor preparado, más fuerte para enfrentar los vaivenes del destino, más equilibrado, con respuestas más amplias y mejores herramientas para intentar comprender los misterios de la vida y el tránsito sobre la tierra. Que se parece mucho a una cita bíblica aunque sólo sea una observación de la realidad.

Dolorosa depredación

La denuncia formulada en el departamento de Maldonado contra pescadores de José Ignacio que capturaron y faenaron franciscanas, deja al descubierto un preocupante ataque al patrimonio biodiverso de nuestro país. La franciscana o delfín del Plata (Pontoporia blainvillei) es un mamífero cetáceo propio del Río de la Plata, y puede extender su área de circulación hasta Rio de Janeiro al norte, y Península Valdez al sur. Constituye una verdadera joya de la fauna autóctona de nuestro país. Su largo pico constituye una característica inconfundible entre los demás delfines. Además es de dimensiones bastante pequeñas llegando a medir un metro y medio de longitud. Sus poblaciones no son numerosas. Se trata de una especie protegida, cuya captura está prohibida. Según el denunciante, que probó su reclamo ante las autoridades entregando los restos de alguna de las franciscanas faenadas, esta práctica ilícita se ha realizado anteriormente por los pescadores de la zona. Sorprende la falta de conciencia, responsabilidad y sensibilidad de personas que viven del mar. El uso sustentable de los ecosistemas es la base elemental para su aprovechamiento racional. Si no se respeta la estructura de los mismos, menos se podrá garantizar su funcionamiento armónico. Además, por tratarse como en este caso de una especie exclusiva de nuestra región, la misma debería contar con el máximo respecto por parte de todos los habitantes de este país. El problema es que esta clase de información y de valores, no se enseñaron y transmitieron antes —ni se hace ahora— a los niños y jóvenes que son los adultos del presente. Las autoridades del Ministerio de Ganadería deberían tomar medidas ejemplarizantes, para que no vuelva a suceder. Pero, al mismo tiempo, es hora de recuperar terreno en materia de educación e información acerca de la diversidad biológica nacional.

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