RIO DE JANEIRO - En los últimos diez años, 76.000 personas murieron por la violencia en Río de Janeiro y 39.000 desaparecieron, según datos de una investigación de una universidad divulgados hoy por la prensa.

Según el estudio, realizado por la Universidad Candido Mendes, 76.378 personas fueron asesinadas en Río de Janeiro entre 1993 y 2003, período durante el cual se robaron 500.000 automóviles, el 25 por ciento de la flota total del Estado.

"Es un dato espantoso, que muestra la inexistencia de políticas de seguridad consistentes para la reducción de la violencia. La propia policía contribuye para aumentar la violencia", dijo Leonarda Musumeci, que coordinó la investigación.

El estudio muestra que las tasas de homicidios en la ciudad de Rio de Janeiro registraron una ligera caída en 2003, al pasar de 45,8 a 43,1 respecto a 2002, pero según Musumeci un análisis más detallado muestra que las tasas permanecen estables en los últimos cinco años.

"Se estabilizaron en niveles muy altos, inaceptables", dijo.

La investigadora aborda también la paradoja de que las tasas de homicidios se estabilizaron, pero aumentó la sensación de inseguridad, al punto de que el gobierno de Río de Janeiro pidió la presencia del Ejército en las calles cariocas.

Según Musumeci, el hecho puede estar relacionado con la guerra del narcotráfico y al aumento de muertes que ni siquiera son registradas como homicidios por la policía.

"¿Quiénes son esos desaparecidos? Probablemente hay muchos muertos en las guerras entre narcotraficantes. Incluso se sospecha que hay cementerios clandestinos en Río", afirma.

Según la policía de Río, la mayoría de los desaparecidos son hombres, de entre 18 y 26 años y, cada 100 desapariciones, 70 están vinculadas al narcotráfico. De estos, 30 son hallados, vivos o muertos. De los otros 40 nunca se sabe nada.

"Son muy frecuentes los casos de usuarios que suben a las favelas para comprar drogas y, por peleas o deudas con los narcotraficantes, acaban muriendo", dijo el inspector Gilvan Ferreira, de la policía carioca.

ANSA