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Mitos, historias y cuentos del fútbol

| La noche que Bagnulo no durmió cuidando a Morena antes de un debut clásico en la Copa de 1974

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JOSE MASTANDREA

Hugo Bagnulo, varias veces campeón uruguayo y campeón de América y del Mundo, dirigiendo a Peñarol en 1982, se hizo famoso por su trato paternalista con los jugadores, por su fútbol aplicado, por su sicología y por sus cábalas. En la década del ’70, cuando los aurinegros eran "Morena-dependientes" para ganar todo lo que tenían por delante, Bagnulo cobijó al goleador como si fuese uno de sus hijos. Le decía cariñosamente, "Fernandito". Lo cuidaba al máximo porque sabía que el éxito de su equipo se basaba, fundamentalmente, en lo que pudiera hacer Morena en la cancha.

Una noche, mientras el plantel concentraba para debutar en la Copa Libertadores de América frente a Nacional, Bagnulo —que dormía poco para seguir de cerca lo que sucedía con sus futbolistas— sintió que la puerta del dormitorio de Morena se abría y se cerraba en plena madrugada. El técnico no lo pensó dos veces. Fue hasta la habitación de Morena. "¿Qué te pasa Fernandito?", le preguntó al goleador. "Me parece que tengo algo de fiebre, estoy engripado", contestó Morena. Bagnulo habló con el Dr. Walter Rienzi y se quedó cuidándolo, tapándolo, tratando de que el artillero estuviera listo para jugar el clásico al otro día, una calurosa noche de febrero de 1974.

Los cuidados y la preocupación "del Hugo" dieron sus frutos. Peñarol tuvo un debut feliz. Ganó 1 a 0 con gol de Ruben Romeo Corbo y Morena fue uno de los mejores jugadores de aquella noche de verano. Peñarol alineó con Walter Corbo, Mario González, Rodolfo Sandoval, Luis Garisto, Omar Caetano, Ramón Silva, Nelson Acosta, Julio César Jiménez, Daniel Quevedo, Fernando Morena y Ruben Romeo Corbo.

"NOS VAMOS". Airton Correia de Arruda, más conocido como Manga, dejó marcada a fuego su presencia en el arco de Nacional. El arquero brasileño fue figura clave en la obtención de la Copa Libertadores de 1971 y además, un referente dentro del equipo, aportando su experiencia a los más jóvenes. Pero como casi todas las estrellas en el mundo del fútbol, tenía sus caprichos, sus mañas y casi todas eran contempladas por los dirigentes debido al peso que tenía Manga en el equipo, un equipo tricolor que estaba decidido a ganar —por primera vez— la Libertadores. Lo cierto es que aquel grupo tenía grandes jugadores. Todos compenetrados en sacar adelante a Nacional a cualquier precio. Por aquellos años (1971) se estilaba viajar al interior del país en fechas libres o fechas patrias para hacer obras de beneficencia o simplemente para que el plantel hiciera fútbol ante alguna selección del interior del país. A Manga no le gustaban esos viajes. Rezongaba y se enojaba pero iba. El arquero se dedicaba a dormir durante el viaje y cuando el ómnibus llegaba a destino se despertaba y preguntaba: "¿qué ciudad es esta?"... sus compañeros le respondían pensando que Manga se había interesado por el lugar. "Ahhhhh qué bonito ehhh ¡vámonos a la m......!", gritaba desde el fondo del ómnibus despertando la carcajada generalizada del plantel. Manga se bancaba las bromas de sus compañeros calladito la boca pero no soportaba los viajes al interior. Aquel Nacional campeón de todo, formaba con Manga, Atilio Ancheta, Juan Masnik, Juan Carlos Blanco, Montero Castillo, Juan Mugica, Luis Cubilla, Ildo Maneiro, Juan C. Mamelli, Luis Artime y Julio C. Morales.

"ES LO QUE HAY VALOR". No siempre las anécdotas en el fútbol las aportan los técnicos o los jugadores. Algunos periodistas también. Por ejemplo, Alberto Kesman, relator que popularizó la frase "¡es lo que hay valor!" en cada uno de sus relatos cuando el partido no tiene vuelo o no es buen espectáculo. El periodista contó a un grupo de amigos que tomó esa frase de un hecho real. Un amigo suyo, paró a tomar un whisky en un bar de Cuchilla Grande. Bajó del auto, se arrimó al mostrador y pidió la bebida amarilla al hombre que atendía. Le sirvió y cuando dio el primer sorbo tuvo que "escupir" lo que había bebido. "¿Qué me diste?", preguntó el parroquiano amigo de Kesman. El mozo, ni corto ni perezoso le respondió en forma tajante: "¡es lo que hay valor!". De ahí tomó Kesman la frase que popularizó en todos sus relatos...

La marca del "Tano"

Gabriel Omar Batistuta estaba haciendo sus primeras armas en el equipo principal de Newell’S Old Boys. Con apenas 19 años le tocó jugar frente al River Plate Campeón de América que tenía como zagueros a Nelson Daniel Gutiérrez y a Oscar Ruggeri, dos peso-pesados del área. El delantero contó en una entrevista televisiva que ese fue el partido "más duro" que le tocó vivir. "Ruggeri me pegaba, no me dejaba ni tocar la pelota. Yo caía, lo miraba y no entendía nada. Hasta que le pregunté qué le pasaba... Ruggeri me dijo: a mí no me pasa nada, está todo bien pero el que está enojado contigo es éste (Nelson Gutiérrez). Ese día terminé con los tobillos hinchados de tanto que me dieron", confesó Batistuta. Fueron sus primeros pasos y en el debut ante uno de los grandes le tocó bailar con la más fea... "los defensas italianos son bebés de pecho al lado de Ruggeri y Gutiérrez", dijo el máximo goleador de la selección argentina. Newell’s, en ese año, llegaría disputar la final de Copa Libertadores de América ante Nacional donde el conjunto tricolor se impuso con claridad en la finalísima de Montevideo.

"Pipí" en la cancha

El camerunés Joseph Akongo dejó su huella tras su pasaje por los aurinegros. El delantero llegó precedido de una gran fama de goleador. Y en el primer entrenamiento que tuvo con el plantel pareció corroborar todo lo que se decía: hizo tres goles . Claro, la urgencia de triunfos y la presencia impactante de Daniel "Miliki" Jiménez, hizo que la figura del camerunés fuera decreciendo. Akongo se metió en el corazón de sus compañeros pero tuvo que "adaptarse" a las costumbres que regían en Los Aromos. Un día, en pleno trabajo, el africano trotaba junto al grupo de jugadores pero se paró de golpe. Dio la espalda al resto de sus compañeros y parado en la cancha principal comenzó a orinar. Los gritos de Gregorio se escucharon desde la ruta 8: "¡Noooooooo.... Joseph.... noooooooo aquí noooooooo! ¡Muchachos díganle dónde tiene que ir... no sean malooooooosssssss!". Los jugadores sorprendidos y muertos de risa, no podían responderle al técnico. Eso sí: Akongo se dio cuenta que había quedado en off side...

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