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Los valores detrás de Rosh Hashaná, el año nuevo judío

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Rosh Hashaná

TRADICIONES

¡Bienvenido 5783! Los hogares judíos están prontos para recibir un nuevo año.

Este 25 y 26 de setiembre, familias judías en todo el mundo estarán celebrando el comienzo de un nuevo año: el 5783. La ocasión lleva el nombre de Rosh Hashaná, que significa ‘cabeza del año’. Veamos cuáles son los significados de la festividad y cómo lo viven los uruguayos.

Un mundo mejor.

En Rosh Hashaná se celebra el nacimiento de la humanidad, que según la tradición judía ocurrió en el sexto día de creación del mundo. De esta manera, el inicio del año se determina con la aparición del ser humano. Esto es así dado que “somos nosotros quienes tenemos la tarea de descubrir el propósito por el cual Dios creó el mundo”, aseguró el Rabino Mendy Shemtov.

En este sentido, agregó: “El mundo puede existir perfectamente sin el ser humano, pero este introduce un sentido y un propósito a la existencia”.
Asimismo, el Rabino señaló que los demás seres vivos fueron creados en manadas: “De hecho, ante la pregunta de qué vino primero, si el huevo o la gallina, para el judaísmo primero hubo muchas gallinas”. Sin embargo, el ser humano fue creado en singular, lo que nos enseña que “cada uno de nosotros tiene el potencial para cambiar el mundo entero”.

En efecto, Rosh Hashaná no implica solamente el comienzo de un nuevo año, sino que también es una oportunidad para que cada quien haga un balance de lo que pasó el año anterior con el fin de conservar lo bueno y mejorar lo malo. Rafael Winter, mejor conocido en la comunidad como Rufo, explicó que esto está estrechamente ligado al mejoramiento del mundo —un concepto central en el judaísmo conocido como ‘tikún olam’—, en tanto “tratamos de aportar nuestro granito de arena para hacer de este mundo uno mejor”.

En el hogar.

Hace varios días que Sara Jaia Jerouchalmi empezó con las preparaciones para Rosh Hashaná. Su familia es sefaradí, término que designa a los judíos cuyos antepasados vivieron en la Península Ibérica hasta su expulsión en 1492, y que luego formaron comunidades en el Mediterráneo Oriental y el Norte de África. La gastronomía sefaradí se destaca por ser muy dulce: “Cocinamos con muchas frutas secas y especias dulces”, contó Sara.

La familia de Débora Baralya también es de origen sefaradí. Además de lo dulce, ella dijo que otra característica es que cocinan con mucha verdura. Aún conserva el recuerdo de su mamá empezando a preparar la comida para la festividad con diez días de anticipación: “En mi casa era todo un ritual el tema de la preparación”.

En las mesas sefaradíes, uno de los postres típicos es el baklava, elaborado con masa filo y nueces molidas, y bañado en almíbar o jarabe de miel. Hay un plato salado que también es costumbre: los boios, un pastelito redondo relleno de acelga o espinaca y queso.

Por su parte, Rufo viene de una familia ashkenazí, término que engloba a los judíos cuya ascendencia se asentó en Europa Central u Oriental. Aquí es típico el gefilte fish, un pescado molido con verduras picadas que se suele hornear o hervir, y el leicaj, una torta de miel. “La gastronomía es parte de la identidad. Muchos judíos que no son religiosos viven su identidad a través de la comida”, afirmó.

Hay símbolos que se repiten en todos los hogares. “Siempre está el mantel blanco, se prenden las velas y se hace el kidush que es la bendición sobre el vino”, expresó Rufo. También está la manzana con miel y la jalá redonda, con la esperanza de que el año sea dulce y pleno, respectivamente.

Para Rufo, los rituales son importantes, pero los valores que los sustentan lo son aún más, como “la importancia de reunirnos y unirnos”. Recuerda, por ejemplo, que sus padres solían invitar a personas de la comunidad que no tenían con quién pasar la festividad. De hecho, actualmente se organizan cenas comunitarias para que todos puedan festejar. “La ayuda social siempre se refleja en el judaísmo”, sostuvo.

Débora Baralya
Familia de Débora Baralya.
Sara Jaia Jerouchalmi
Sara Jaia Jerouchalmi.

En la sinagoga.

En Rosh Hashaná se acostumbra ir a la sinagoga cuatro veces: la primera noche, la primera mañana, la segunda noche y la segunda mañana. Hay quienes van todas las veces, otros que van solo de mañana y algunos que se acercan especialmente a escuchar los sonidos del shofar, uno de los símbolos más representativos de la festividad.

El shofar es un cuerno de carnero que se toca en la primera y la segunda mañana. Mendy Shemtov expresó que el sonido que emite es simple, pero profundo, y eso nos enseña que si bien “parecería que cambiar el mundo es difícil, en realidad podemos hacer la diferencia con cosas simples”. Para Rufo, el shofar “tiene un sonido que llega al alma y al corazón”. Y añadió: “es un despertador, un llamado a nuestras conciencias para la reflexión”.

Rabino Mendy Shemtov
Rabino Mendy Shemtov.

Año de reunión.

Cada nuevo año tiene un sentido particular, y para comprender el de este año que comienza hay que saber que en la tradición judía los años se observan en ciclos de siete, en los que se trabaja los primeros seis y el séptimo se descansa. El 5782, que está terminando, fue un año de shemitá: “Es el año sabático en Israel. Los campos no se trabajan y nos dedicamos al estudio y al descanso”, explicó Mendy.

Según está escrito en la Torá, en el año posterior al de shemitá el pueblo judío se debía juntar en el templo para escuchar al rey leer el texto sagrado, indicó el rabino. Este evento es conocido como ‘hakhel’. “Hoy en día no se hace porque ya no está el templo en Jerusalén, pero el concepto es que es un año de reunión”, sostuvo. Así, el 5783 nos impulsa a “buscar oportunidades en las que podamos unirnos con otros”.

No se trata solo de juntarse por juntarse. Mendy Shemtov trajo una frase que dice: ‘Cuando dos personas se encuentran, tiene que salir un beneficio para un tercero’ y señaló que este año enseña a transformar un encuentro casual en uno con propósito. “Por ejemplo, se puede poner una alcancía para caridad y que cada uno deje una moneda”, mencionó.

Curiosidades sobre Rosh Hashaná y otras fechas especiales del primer mes del año.

Parecería que cada año nuevo se festeja en una fecha diferente, pero lo que sucede es que el calendario hebreo no coincide con el gregoriano. Se celebra el 1° y 2 del mes de tishrei, que puede caer en diferentes días de setiembre u octubre.

Es costumbre desear ‘shaná tová umetuká’, que significa ‘que tengas un año bueno y dulce’. “No todo lo que es bueno resulta dulce en la vida y viceversa, así que pedimos que el año que entra sea tanto lo uno como lo otro”, explicó Mendy Shemtov. También es tradición enviar cartisei brajá en los días previos a la festividad, que son tarjetas de salutación con buenos deseos.

En la tarde del primer día muchos judíos realizan un ritual denominado ‘tashlij’, en el que se va al río, arroyo o mar, se arrojan migas de pan y se recita una plegaria. Según Rufo, esto representa “la intención de querer desprendernos de nuestras malas acciones del año anterior para no volverlas a repetir”.

Luego de Rosh Hashaná, se viene una seguidilla de conmemoraciones. A la semana es Yom Kipur o el Día del Perdón y se hace un ayuno para “conectarnos con nuestra esencia y propósito”, indicó Mendy Shemtov. Cuatro días después es Sucot, una festividad en la que es costumbre comer en una cabaña construida bajo el cielo y con techo de ramas. Luego comienza Simjat Torá, una fiesta de mucha alegría que celebra la conclusión y el reinicio del ciclo anual de lectura pública de la Torá.

En Sucot se celebra que uno puede estar unido a Dios hasta en los aspectos más mundanos de la vida, en tanto el precepto es comer, descansar y pasar un rato en la sucá —la cabaña— y entonces se refuerza la idea de que incluso en esas actividades cotidianas es posible conectarse con lo Divino. Además, es una festividad que, a través de determinadas costumbres, promueve la unión entre todas las personas a pesar y a raíz de las diferencias.

Simjat Torá también hace hincapié en la unión y la igualdad: “Se acostumbra a bailar en círculo, donde no hay comienzo ni fin, y con la Torá cerrada, porque así no importan las diferencias entre quien entiende más o menos del texto”, comentó Mendy Shemtov.

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