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“‘Uruguay Natural’ como eslogan funciona, pero no es la realidad”, dice conservacionista

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Ignacio Jiménez en su charla en Montevideo. Foto: Cortesía Ambá

MEDIO AMBIENTE

El experto en conservación español visitó Uruguay y dio una charla organizada por la ong Ambá sobre la “producción de la naturaleza” como una alianza de negocios y conservación para la sostenibilidad.

El conservacionista español, Ignacio Jiménez (53), llegó a América Latina y, particularmente, a Sudamérica un poco por casualidad. Se enamoró de una argentina y buscó un proyecto en el que trabajar. Así, luego de haber formado parte de un importante proyecto de conservación en Costa Rica, recaló en el proyecto que hoy es conocido como Rewilding Argentina y fue arte y parte del programa que reintrodujo el jaguar o yaguareté en Esteros del Iberá en la provincia de Corrientes.

Hace tres meses, ese proyecto marcó un hito en la conservación: nacieron los primeros tres ejemplares de jaguar en libertad tras la reinserción de animales en cautiverio y el felino volvió a Corrientes, donde llevaba extinto casi un siglo.

El 22 de agosto, Jiménez dio una charla en Montevideo donde habló sobre su trayectoria y cómo lo que él llama “producción de naturaleza” puede ser una salida viable desde el punto de vista de economía y sostenibilidad. Uruguay tiene índices muy buenos en desarrollo humano, sin embargo es de los peores rankeados de la región en términos de protección de su flora y fauna. En ese marco, el especialista conversó con El País.

-¿Siempre quiso ser conservacionista?

-De pequeño en Valencia siempre quise ser biólogo, tenía una vocación muy clara. Así como algunos quieren ser astronautas (y no lo consiguen), quería trabajar con los animales, me gustaba mucho la naturaleza y estudié esa carrera. La verdad es que me pareció muy aburrida, pero luego tuve la oportunidad de viajar al Trópico y ahí es cuando me enteré que eso que tanto quería del mundo natural estaba amenazado. Los datos eran muy fuertes y en un momento me di cuenta que más que biólogo quería ser un conservacionista. En ese momento surge una disciplina, que se llama “Biología de la conservación” que surge en la década de 1980 y me acuerdo de leer alguno de los artículos y decían que era una ciencia con una misión, a diferencia de la tradicional, que lo que hace es observar. Entonces tomo la decisión de ser conservacionista. Fue la combinación de mi infancia en España, el encuentro con el Trópico en Centroamérica y enterarme lo que sucedía en el mundo. No me bastaba con ser biólogo.

-¿Por qué es importante trabajar en conservación?

-A priori, trabajar en ellos es clave porque estamos deteriorando nuestros ecosistemas a un nivel donde nuestra propia calidad de vida está en peligro. Esa frase que dice “tenemos que salvar al planeta” es una ficción. El planeta no lo necesita, puede pasar unos cuantos milenios de dolor como ya lo hizo antes y luego se recupera. Lo que está en juego es nuestra calidad de vida. Por un lado, es importante porque perdemos riqueza. Patrimonio y estímulos: no es lo mismo tener la oportunidad de ver un yaguareté o un gorila que no tenerla y, desde luego, no es lo mismo poder estar en un río limpio que en un río sucio. Entonces, sin medio ambiente no hay sociedad humana ni economía.

-¿Cómo fue el cambio de Centroamérica a Sudamérica?

-Fue un cambio de escala, fundamentalmente en Centroamérica son lugares con mucha densidad de población, a espacios mucho más amplios. El caso de Argentina es una sociedad más culta en unos niveles y unos compromisos éticos y democráticos un poco más débiles que los de Costa Rica. Pero fundamentalmente un salto de escala, de lo más concentrado a espacios mucho más grandes. Es otra liga. Entonces empecé a trabajar con lo que se llamaba Conservation Land Trust, de pura casualidad. Viajé a Argentina por amor a una mujer y tenía que buscarme la vida. Tenía diferentes contactos, viaje por Chile vi los parques que tenían allí y como tenían un proyecto en Argentina contacté con la directora y tenían que empezar un trabajo con restauración de fauna y no había experiencia. Sudamérica, en general, es muy de parques y poco de manejo de fauna. Yo traía esa experiencia a otro sitio y acabé trabajando con ellos y fue la mejor oportunidad de mi vida,

-¿Cómo fue trabajar en un proyecto tan ambicioso que quería reintroducir un depredador como el jaguar?

-Era algo que nadie había intentado y tuve la suerte de entrar al inicio. Eso nos permitió planificar desde la base y las claves fundamentalmente eran empezar gradualmente. Lo hicimos con el oso hormiguero y el venado de las pampas. Fuimos creando confianza y equipo, entonces aprendimos poco a poco. Tuvimos la suerte que la sociedad correntina se conectó con la historia.

-¿Qué sintió cuando vio que nacieron esos primeros cachorros de jaguar en Corrientes?

-Sentí que ya dejé una semilla en el mundo y tengo algo que contarle a mis futuros nietos. Me da mucha tranquilidad, he dejado un legado.

-¿Qué es la ‘producción de la naturaleza’ y por qué es importante?

-Supone que conservar los ecosistemas naturales y sobre todo restaurarlos, no es una decisión deseconómica (SIC). Es una actividad productiva como cualquiera y para ciertas zonas es la más rentable en términos sociales, ambientales y económicos. Pero para eso tienes que dejar un espacio dedicado a eso, como un parque, privado o público, que esté trabajado. Si eso se hace bien todos se benefician y genera modelos de desarrollo.

-Hablando de Uruguay, ¿qué es lo que hay por hacer?

-Es un país que no ha invertido en conservación, especialmente en proteger espacios y tiene todo el potencial para hacerlo. La clave es que la sociedad vea que eso no va contra la producción tradicional y que hay espacios suficientes para generar modelos de éxito de producción de naturaleza, como lo ha hecho Sudáfrica por ejemplo, y que eso hará que el país sea mejor. Creo que Uruguay tiene un nivel de gobernanza y conciencia social que solo falta hacer un click. Primero tienen que reconocer que lo del Uruguay Natural como eslogan turístico funciona, pero no es la realidad. Luego deben ver que no es ir contra la identidad como ganaderos.

Ballenas
Ballenas

Ver ballenas en la paloma

“Fundamentalmente estuve en Rocha. Tuve la oportunidad de salir en un bote desde La Paloma y estuve en medio de ballenas, fue el mejor avistamiento que hice en mi vida. Hablando con el equipo de Ambá me comentaban que muy pocos uruguayos han tenido esa oportunidad, el puerto está ahí pero no se aprovecha. Es un país bueno para las ballenas francas y no se explota”.

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