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Los tres balnearios de Maldonado que asombrarán a los fanáticos de las aves

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NATURALEZA

San Francisco, Punta Colorada y Punta Negra concentran casi el 33% de las aves del país; en una mañana se pueden observar 80 especies diferentes

Uruguay se ha convertido en un nuevo destino para los observadores de aves. Esto es porque, a pesar del pequeño territorio, cuenta con casi 500 especies, un 5% de la diversidad global. El Ministerio de Turismo destaca que la seguridad, las rutas, el clima, la calidad de los servicios y la presencia de guías especializados posicionan al país como un nuevo “hot spot” o área de concentración de biodiversidad para los fanáticos de las aves.

Si bien hay muchos lugares para observar las aves en su hábitat natural –los sitios ideales son los montes nativos y los bañados–, Maldonado ofrece una buena oportunidad cerca de la capital. Cuenta con 350 especies registradas, lo que se relaciona con la diversidad de hábitats: praderas y pastizales, distintos tipos de montes (ribereño, serrano, parque, psamófilo), bañados y esteros, ríos, arroyos y cañadas y ambientes costeros (dunas, lagunas e islas). Y, dentro del departamento, una zona extremadamente rica comprende San Francisco, Punta Colorada y Punta Negra.

Un estudio de Daniel Naya, investigador de la Facultad de Ciencias, y Joaquín Aldabe, del Centro Universitario Regional Este, publicado en la revista Achará de la ONG Aves Uruguay, identificó un total de 184 especies de aves (180 nativas y cuatro introducidas), pertenecientes a 55 familias, en la zona. En números esto representa casi un 33% del total de aves registradas para todo el país; o, en otras palabras, estos tres balnearios, que solo tienen una franja costera de unos 100 kilómetros cuadrados, concentran cerca del 2% de la diversidad global.

“Una recorrida matinal en la zona de estudio fue posible observar (y fotografiar) unas 80 especies distintas de aves, algo no muy común de experimentar en otros lugares del mundo”, dijo Naya a El País.

Y agregó: “A nivel estético, cada día es más la gente que entiende la belleza de la aves como un valor por sí mismo, cuya contemplación afecta de manera positiva su calidad de vida. A nivel productivo, esta elevada riqueza de especies podría constituir la base para desarrollar un turismo ecológico dedicado a la observación de aves: un turismo amigable con el ambiente y que suele dejar muy buenos dividendos desde el punto de vista económico”.

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Pecho colorado. Foto: Daniel Naya

En San Francisco y aledaños se destaca la presencia del frutero coronado (Tachyphonus coronatus) –para el cual solo había dos registros anteriores en el país–, la garza azul (Egretta caerulea), la golondrina negra (Progne elegans) y el pingüino rey (Aptenodytes patagonicus), las cuales son consideradas especies raras.

Dentro de la categoría “vulnerable”, hay registros de la viudita blanca grande (Xolmis dominicanus); y dentro de las especies “casi amenazadas” se encuentran la pajonalera pico recto (Limnoctites rectirostris), el carpinterito enano (Picumnus nebulosus), el pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus), el flamenco austral (Phoenicopterus chilensis) y el ñandú (Rhea americana).

De acuerdo con el estudio, las cuatro especies introducidas corresponden a cardelino (Carduelis carduelis) y el estornino pinto (Sturnus vulgaris) que fueron comunes en la zona; el verderón (Chloris chloris), más raro que los anteriores; y el gorrión (Passer domesticus), aún más raro, con un único registro en cinco años de investigación.

Naya y Aldabe puntualizan en el artículo que la zona ha sufrido un “elevado grado de afectación ambiental” durante los últimos años, principalmente debido al incremento de la urbanización en la franja costera. En diálogo con El País, Naya señaló: “En este proceso se siguen dando hechos como la construcción de casas sobre la faja costera o el talado del monte ribereño para el loteado de terrenos”. Y afirmó: “Todas estas prácticas debieran erradicarse de una forma más o menos rápida”.

Afortunadamente, algunas medidas de mitigación ya han sido tomadas, por ejemplo, restauración de médanos y conservación del monte psamófilo. No obstante, “hay otras zonas de alta relevancia para la diversidad de aves que no están siendo protegidas”. Para estas es necesario avanzar en la creación de espacios públicos forestados con especies nativas, la conservación de corredores naturales entre zonas urbanizadas y la conservación de áreas ecológicamente relevantes aunque estén en predios privados. “Una zona rodeada de predios privados dentro del área de estudio que resaltó por la diversidad de especies encontradas fue el embalse del Arroyo de la Barra Falsa, donde pudieron observarse seis especies de patos, tres especies de macaces, seis especies de garzas y nueve especies de gallinetas, gallaretas y pollas de agua”, relató Naya.

En un plano más general, el biólogo indicó que es importante tener planes serios de monitoreo y control de la contaminación en los cursos de agua y del avance de las especies invasoras como el estornino pinto, proveniente de Europa. Las especies invasoras suelen afectar negativamente a algunas especies nativas, pudiendo causar “caídas drásticas” en sus abundancias a nivel local.

Claves para una observación exitosa.

La revista Achará consigna en su número de diciembre de 2020 que la mosqueta corona oliva, el tuquito chico y la lavandera enmascarada son hoy parte de la fauna de Uruguay. Su expansión más hacia al sur del continente se explica debido a los cambios de uso de la tierra a gran escala en las regiones originalmente boscosas del sur de Brasil, así como incendios o el cambio climático global que los impulsa a incursionar otros cielos.

De acuerdo con una guía del Ministerio de Turismo, el mejor momento del día para la observación de aves es el amanecer, cuando los animales presentan la mayor actividad. “Incluso podemos captar el retorno de los pájaros nocturnos que regresan a sus dormideros”, se apunta.

Para la observación se pueden realizar caminatas hacia los hábitats naturales o seleccionar un sitio, por ejemplo, un claro en el bosque, y permanecer allí durante horas esperando que lleguen las aves.

Existen especies que están presentes todo el año, otras son visitantes de invierno y otras de primavera y verano como, por ejemplo, el churrinche y la tijereta que vienen a nidificar al país, así como varias especies de chorlos y playeros.

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