Identificarse para entenderse
Estudio apunta que son entre 8% y 10% de la población total; necesitan ser identificados
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Carlos Iglesias tenía 62 años cuando se identificó como superdotado. Hoy tiene 63 y está jubilado por discapacidad total: “Tengo artrosis de columna, pero mi cerebro funciona perfectamente”. Incluso considera que tendría que haber nacido con dos cuerpos, para cambiar todo menos la cabeza y así “vivir 60 o 70 años más”.
Según Susana Pérez Barrera, de la Unidad de Investigación de la Universidad de la Empresa (UDE), las personas con altas habilidades y superdotación son entre un 8% y 10% de la población total.
“Cuando aplicamos los instrumentos de paneo en las escuelas, por ejemplo, normalmente nos aparecen entre dos y tres por salón de clase”, indicó.
En conjunto con la doctora en Desarrollo Humano y profesora Jané Chagas, Pérez Barrera comenzó en noviembre de 2021 una investigación sobre altas habilidades y superdotación en adultos. Actualmente lleva 103 adultos identificados o en proceso de identificación tanto de Uruguay como de Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Perú, Italia, Holanda, Venezuela y Bolivia. “Estamos en proceso de análisis”, señaló. “Y lo vamos a presentar en el Congreso del Consejo Europeo de Altas Habilidades, en agosto o septiembre de este año”.
El Grupo de Investigación en Altas Habilidades/Superdotación de Uruguay (GIAHSD) trabaja con la Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, según la cual se identifican ocho inteligencias: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal-cinestésica, interpersonal, intrapersonal y naturalista. Asimismo, el GIAHSD maneja la definición de altas habilidades y superdotación de Joseph Renzulli: “Personas con habilidad por encima de la media en alguna de las inteligencias propuestas por Gardner, compromiso con la tarea y creatividad”, indicó Pérez Barrera.

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En la investigación liderada por Chagas y Pérez Barrera se le enviaba un formulario a los adultos con altas habilidades y superdotación en el que, entre otras cosas, se les preguntaba qué cambió en su vida luego de identificarse. “Algunos te dicen ‘nací de vuelta’ o ‘me entendí’. La identificación los ayuda a entender por qué se sintieron toda su vida desencajados, como piezas redondas en un puzzle cuadrado”, contó a El País Pérez Barrera.
Para Carlos Iglesias fue tal cual: “Siempre creí que era distinto a mis amigos en la escuela”.
Lo mismo le pasó a Natalia, profesora de Matemáticas, de 38 años, que siempre se sintió “extraterrestre”. Tiene altas habilidades en general, pero el área en la que más se destaca es la lingüística. Ella se identificó el año pasado y aseguró: “Me cambió la vida, porque me sirvió para entender por qué me frustro cuando hay cosas que para mí son obvias y para el resto del mundo parecen no serlo. Y entonces lo tomo con otra paciencia, no me frustro tanto”.
A pesar de este lado positivo, Natalia prefirió no hacer pública su condición (razón por la cual no se incluye su apellido en la nota). Los únicos que saben son sus padres y su hermana menor, porque “el prejuicio hacia los superdotados y las personas con altas capacidades sigue presente”, sostuvo.
Ella no es la única que prefiere no contarlo. Camila García, profesora de Educación Física en Brasil, se identificó a los 32 años como persona con altas habilidades.
Hoy, con 40 años, aún no ha dicho nada en el lugar donde trabaja: “En San Pablo no hay muchos conocimientos sobre el tema y existen muchos mitos”.
Con respecto a los prejuicios y mitos, Pérez Barrera aclaró: “Las personas con altas habilidades no son genios ni humanoides ni tampoco son poquísimos ni tienen que ir a la NASA”. De hecho, subrayó que a muchos no les va muy bien en la escuela. “Si te fijás históricamente, los grandes genios de la humanidad no tuvieron buen rendimiento en la escuela, todos eran malos alumnos”, concluyó. Así fue el caso de Carlos Iglesias, que no atendía en clase y muchas veces mandaban llamar a sus padres o lo ponían en penitencia. “Era así hasta que me decían que iba a quedar repetidor. Ahí repuntaba hasta llegar a sobresaliente”, contó.
Extraordinario.
A partir de haberse identificado como persona superdotada, Carlos Iglesias puede explicar muchas de las experiencias que tuvo a lo largo de su vida. Él no es contador ni escribano, pero una vez estaba con una contadora y una escribana que tenían que resolver un problema. Cinco minutos después de que ellas hubieran llegado, él ya tenía la solución. “Quise participar por lo menos 10 veces en una hora y media y me decían que no hablara, que las dejara solucionar el problema”, contó. Se la pasó mirando el techo, los cuadros, leyendo alguna que otra cosa que encontraba por la vuelta. Entonces, se cansó y les dijo lo que había pensado. “Ellas dijeron: ‘¡Cómo no nos dimos cuenta!’ y aplicaron esa solución”.
Tampoco es arquitecto, pero diseñó y supervisó la remodelación del fondo de su casa. De hecho, en los planos, junto al nombre del arquitecto, pusieron “ayudante de arquitecto: Carlos Iglesias”. “Y no soy músico”, agregó, “pero puedo escribir canciones, incluso con la música”.

Formar e informar.
Según Pérez Barrera, lo que hace falta es formación docente, porque muchos maestros identifican a estos niños como hiperactivos o ansiosos y los refieren a psiquiatras u otras personas del área de salud “que nunca en su vida escucharon hablar sobre altas habilidades”. Entonces, les encuentran síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), pero en realidad “son niños que no prestan atención en la escuela porque no tienen los desafíos adecuados y cuando sí los tienen no presentan síntomas de TDAH”.
Y agregó: “Es importante estar atentos a la diversidad en general, no solamente a las altas habilidades y superdotación”.
En los resultados preliminares de la investigación de Chagas y Pérez Barrera, estas han podido constatar que “más de la mitad de los encuestados tuvieron por lo menos dos diagnósticos distintos y tuvieron que tomar medicaciones que en realidad no necesitaban”. De hecho, Barrera mencionó que “algunos han tenido hasta cinco o seis diagnósticos equivocados: Asperger, hiperactividad, trastornos de ansiedad, déficit atencional, inclusive esquizofrenia”.
Para Camila García, es muy común la confusión, “principalmente ahora, que todo es estrés o ansiedad”. Una vez, en una prueba psicológica para obtener la libreta de conducir la psicóloga advirtió que ella respondía el cuestionario con mucha rapidez y le preguntó si era ansiosa. “Pero yo estaba tranquila”, contó Camila; “no tenía prisa, solo que la prueba era muy fácil”.
Vínculos.
“La única forma que tengo para que mi cerebro se apague y yo pueda dormir es estar por lo menos tres o cuatro horas al día a solas investigando y aclarando todas las ideas y dudas que se me vienen a la cabeza”, relató Natalia. Por esa razón, decidió no tener hijos ni pareja: “La convivencia no es algo que quiero”.
Natalia tuvo que aprender a vincularse con los otros sin discutir. “Muchas veces me callo lo que pienso porque sé que eso solo me lleva a conflictos”, admitió. Carlos Iglesias usa la misma estrategia: “Dejo que el otro haga como quiera, porque no quiero discutir. Bastante tiene mi cerebro para discutir consigo mismo”. En la misma línea, Camila García dijo que en la escuela le era difícil relacionarse con las personas.
Actualmente, los tres forman parte de un grupo de adultos con altas capacidades y superdotación de la Asociación de Altas Habilidades, Superdotación y Talentos del Uruguay (AHSTUY). Han tenido encuentros virtuales donde realmente sienten que encajan. Así lo explicó Natalia: “Es como hablar con alguien que te entiende, que habla tu mismo idioma”.
Acompañar en el aula a la infancia superdotada
Desde su rol como docente, Natalia está interesada en ayudar a los chicos y chicas con altas habilidades para que tengan adecuación curricular. “En el aula se identifica a los alumnos que tienen dificultades. ¿Por qué a los otros no?”, cuestionó. En este sentido, planteó a la directora de la escuela donde trabaja la posibilidad de tener charlas informativas para los docentes. Todo eso, no obstante, sin decir que ella misma es superdotada: “Si lo hago, me da la sensación de que por miedo a herirme las personas van a dejar de ser auténticas y yo quiero la verdad”.
Otro aspecto que Natalia considera controvertido es el acceso a la prueba de identificación de superdotación y altas habilidades. “Si sospechás que un niño o niña tiene ciertas dificultades, hay centros donde la evaluación se hace de forma gratuita. Pero si creés que tiene altas capacidades tiene que pagarlo”. El Plan de Política Educativa Nacional 2020-2025 incluye el “apoyo a alumnos con altas habilidades y superdotación”. Según la publicación, se plantea desarrollar “apoyos psicopedagógicos especializados” y formar “equipos de referentes en centros educativos de ANEP” que reciban a estos estudiantes.