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Maricruz: la hija del rescatista del accidente de los Andes que vive en Cabo Polonio y hace teatro

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Maricruz Díaz, actriz que vive en Cabo Polonio

HISTORIAS

Es chilena y llegó a Uruguay por amor. Su padre, Sergio Díaz, fue el rescatista chileno que pasó una noche en el fuselaje con los uruguayos sobrevivientes del accidente en la Cordillera de los Andes.

La conversación de Maricruz Díaz es serena y reposada. Pronuncia la “s” como las olas que rompen en la orilla, como el viento golpea la arena; modula y cada tanto levanta apenas el tono y entonces su diálogo es como una sucesión de dunas, una y otra elevación de un balneario agreste, natural, donde nada parece poder interferir. Suena, cuando habla, al Cabo Polonio, que rompe cada tanto con una risa breve, un pequeño chispazo de alegría y después, otra vez, la mansedumbre. El acento chileno aún está presente y sin embargo, es como una casa suelta en un paisaje despoblado.

Maricruz dice que nunca sabe cuándo empezó a vivir en Uruguay. Sabe, sí, que a este país la une una historia: un amor tórrido, una dictadura, un balneario, un grupo de teatro, muchos dolores y un padre que alguna vez fue un héroe. Sergio Díaz, el rescatista que un 22 de diciembre de 1972 bajó de un helicóptero en el medio de lacordillera de los Andes y le dijo a 16 uruguayos, estrellados en un avión desde el último 13 de octubre, que se habían salvado. El único de esos hombres chilenos que pasó la noche en el fuselaje con los sobrevivientes que tuvieron que esperar un día más en la montaña: el que les dio chocolates y calor, el que les hizo cuentos y les cantó canciones.

Cuando habla de su padre, Maricruz —los ojos de agua, el pelo fino y largo y gris, la boca pequeña y apretada— se refiere al héroe, a veces solemne y otras con un borde de ironía. Cuando habla de Uruguay, su patria elegida, cuenta esto:

—Yo conocí a un uruguayo, el uruguayo de mi vida, Francisco Lussich Paysée, en mi gira de estudio, en quinto año de liceo, en el sur de Chile, en el año 70. En 1971 yo hubiese entrado en la Universidad de Chile, pero como estaba este amor tan tórrido, decidimos venirnos a Uruguay. En el 71 y 72 estudié, y ese año viene mi padre a decirnos que mi madre estaba muy mal, que extrañaba mucho, que si podíamos hacer el intento de ir a vivir a Chile. Fue así que a inicios del 73 nos fuimos a empezar una nueva vida. Ahí Francisco estuvo seis meses, y en junio se vino a Montevideo porque se acababa su período de licencia sin goce de sueldo en el Banco de Seguros del Estado. Y desapareció el 18 de agosto. Yo iba a viajar el 21, 22 de agosto de ese mismo año, ya embarazada; había logrado que me pudieran atender acá, había alquilado un apartamento... Mi cumpleaños es el 14 de agosto y esa fue la última vez que hablamos por teléfono; pasaron muchos meses hasta que supimos que estaba vivo. Y mis pasajes se perdieron, y ya no pude volver. Mi vida quedó anclada allá con una situación extrema, porque tenía que resolver subsistencia, estudiar algo para trabajar, y tenía tal desesperación... Fue bastante caótica toda esa etapa de nuestra vida, de un gran esfuerzo, una gran exigencia. Hasta que finalmente, en febrero del 78, a Francisco lo liberan y yo pude volver, con una niña de cuatro años. Yo no sé nunca cuándo empecé a vivir en Uruguay.

Maricruz y Sergio Diaz
Maricruz y Sergio Diaz. Foto: Gentileza Maricruz Díaz

—¿Cómo terminaste siendo una actriz de Cabo Polonio?

—Porque la vida tiene muchas caras. Yo quería ser cirujana, ver cómo funcionaban los cuerpos por dentro. Después de que hice el primer año de Medicina y viene la paliza, terminé siendo secretaria en Uruguay también; con un ex preso político, no era fácil. Yo me preparé para venir a dar esa pelea por la subsistencia; todos iban al exilio, y yo no pensaba alejarme más de Chile que este pedazo. Y costó muy caro. Terminó mal todo eso: él se enamoró de una compañera mía de Chile, se fue a vivir allá, y yo me quedé. En ese quedarme acá surgió el canto, el baile, todo eso. Ahí con mi nuevo compañero ya hacíamos teatro barrial.

Lo demás fue más o menos así: el fervor de la vuelta de la democracia devino en una compleja situación a nivel de base y Maricruz, en el afán de entender qué pasaba, ingresó a la Facultad de Sociología, cursó, egresó, y aplicó todo lo aprendido al mundo del teatro. Su primera obra, La niña de madera de aquel Polonio, se basó en la panadera del balneario rochense y con 60 años le dio, a la chilena Maricruz, una nominación a los Premios Florencio como revelación.

“Esa obra nos abrió las puertas del mundo”, dice y repite: “Del mundo”.

El año pasado tuvo una nueva nominación a los Florencio, por el unipersonal Vivir con honor, morir con gloria sobre Salvador Allende. “Nunca voy a ganar, pero nominaciones ya tengo dos. Ahora voy a cumplir 70, y espero que la muerte me dé el premio. ‘Bien merecido, te lo ganaste’”, dice y la risa se le escurre del cuerpo.

Maricruz Díaz, actriz que vive en Cabo Polonio
Maricruz Díaz, actriz que vive en Cabo Polonio. Foto: Gabriel Valente

Maricruz, que estudió con Coriún Aharonián y Ruben Olivera y en decenas de talleres teatrales, que pisó el Cabo por primera vez en 1980, que lo frecuentó cada verano y que tras jubilarse se instaló allí con su pareja, Gabriel Valente, está al frente de la compañía Tatuteatro, de amplio recorrido internacional. Hacen espectáculos íntegramente propios (texto, actuaciones, escenografías); montan decenas de propuestas, recorren Rocha, reciben visitantes del exterior y viajan.

Al terminar una función allí, en Cabo Polonio, un día cualquiera de hace algunos años, un hombre extraño se paró, la abrazó en silencio y se fue, y ella supo, porque siempre sabe, que esos eran brazos conocidos. A la mañana siguiente coincidieron en la playa: era Gustavo Zerbino, el único de los sobrevivientes con el que ha tenido contacto. Le dijo “hermanita”, le contó anécdotas, recitaron juntos el poema de José Martí que su padre les enseñó a los sobrevivientes aquella noche en la mitad de la cordillera.

“Yo vivo mi historia en Cabo Polonio, no la de mi padre”, dice entonces. “Pero después deZerbino, ya convivo con mi papá”.

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