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Giacomo Rizzolatti, el padre de las neuronas responsables de la empatía

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Giacomo Rizzolatti, neurobiólogo italiano. Foto: Leonardo Mainé

ENTREVISTA

“Las neuronas espejo son muy importantes porque son la base de la empatía, comprendida como que estemos en la misma sintonía”, afirma el neurobiólogo italiano.

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A sus 82 años, el neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti está completamente lúcido. Si bien su viaje a Montevideo es fugaz, se tomó un día para descansar y otro para pasear por la Ciudad Vieja a la que encontró “muy hermosa”. No sabía mucho de Uruguay y tiene las impresiones de un día, confiesa.

De cabellos blancos y despeinados -que le dan un aire de científico propio de una película de Hollywood- habla en un inglés perfecto y se sienta del otro lado de la mesa con una sonrisa amable. Desde 1996, Rizzolatti ha sido objeto de numerosas entrevistas y miles de citas académicas: junto a un equipo de investigadores integrado por Giuseppe Di Pellegrino, Luciano Fadiga, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese, publicó un artículo en la revista Brain titulado Action recognition in the premotor cortex en el que anunciaba el descubrimiento de las neuronas espejo, las células nerviosas que controlan el mecanismo cerebral de la empatía. El mecanismo espejo permite la comprensión inmediata de una acción. Muchas emociones, como la risa o el asco, se transmiten a través de él.

En principio, pareció un sistema de imitación ligado a movimientos simples, como agarrar comida, pero posteriores análisis constataron que el mecanismo permite también hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás. Por ejemplo, si vemos dolor en otra persona, no solo lo entendemos de manera cognitiva, también lo sentimos.

Comprender las neuronas espejo es determinante para tratar los trastornos del espectro autista y derrames cerebrales o accidentes que causan problemas en el sistema motor. Y, en este aspecto, Rizzolatti continúa investigando el potencial de la realidad virtual para este tipo de pacientes.

El experto viajó desde Italia invitado por la Red de Investigadores Italianos en Uruguay para exponer sobre su trabajo en una mesa con especialistas organizada en el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) el pasado martes 11. Un día después recibió el título Honoris Causa en la Universidad de la República.

En su paso por Montevideo, Rizzolatti conversó con El País sobre su vida y el gran hallazgo que le valió premios -entre ellos, el Príncipe de Asturias de investigación en 2011- y renombre mundial.

-Cuénteme sobre su vida. ¿Cómo inició su carrera como científico?

- Nací en 1937 en la Unión Soviética, en la ciudad de Kiev, que ahora es Ucrania. Mi familia era italiana, entonces antes de la (segunda) guerra (mundial) nos enviaron fuera del país. Estudié en la ciudad natal de mi familia, Udine, que está cerca de la frontera con Austria y allí terminé mi educación básica. Fui a la universidad en Padua, donde me gradué en medicina y en neurología; fue entonces cuando un profesor de neurología me dijo que para ser un verdadero científico tenía que pasar algún tiempo haciendo investigación pura, no trabajando en neurología clínica; así que fui a Pisa.

-¿Cómo prosiguieron esos años?

-En esa ciudad había un profesor muy famoso llamado Giuseppe Moruzzi. Conocí premios Nobel y neurocientíficos famosos, algo no menor, porque si descubrís algo que no es tradicional, ellos te darán la confianza que necesitás. Luego me incorporé con Arnaldo Arduini en la Universidad de Parma. Fue mi segundo profesor, muy buen científico, persona y muy generoso. Así empezamos.

-¿Cómo descubrió las neuronas espejo?

-Estábamos estudiando la corteza motora de los monos y, para nuestra sorpresa, encontramos un grupo de neuronas que reaccionaban cuando les presentabas cierto estímulo. Empezamos a experimentar y colaboramos con un grupo japonés que nos brindó tecnología muy sofisticada. Entonces pudimos analizar cómo funcionaban estas respuestas en particular. Descubrimos que para esas neuronas lo importante era la acción. En el mismo año pedí si podía hacer algunos experimentos en humanos con un tomógrafo. Así vimos que había una activación de la corteza frontal cuando observábamos una acción. Ese fue el comienzo del estudio de las neuronas espejo.

-¿Por qué son importantes?

-Por muchas razones. La primera es que indican que comprendemos la mayoría de las acciones e incluso las intenciones internalizando lo que vemos. Con el filósofo con el que trabajé lo llamamos ‘la capacidad del otro de comprenderlo desde adentro’. Te entiendo porque sé cómo hacer estas cosas. La idea de que tenemos una capacidad interna es muy importante porque si aprendés, por ejemplo un deporte, entenderás mucho mejor qué está sucediendo que si nunca lo practicaste.

-¿Cómo lo explicaría de manera práctica?

-Existe un experimento muy bueno que se ha realizado en Italia con jugadores de básquetbol. Imaginemos esta escena: un basquetbolista lanza la pelota al aro y todo se vuelve oscuro porque no hay más luz. Luego le preguntás si anotó o no. Los muy buenos jugadores no cometen errores; dicen sí, porque desde ahí ellos saben cómo funciona. Sin embargo, una persona normal probablemente no lo sabría con certeza. Esto nos indica que tenemos más posibilidades motoras. En la música sucede lo mismo y también en el tenis. En todas nuestras actividades motoras cuánto más sabés, más comprendés.

-¿Las neuronas espejo también están vinculadas a la empatía?

-Sí, recientemente descubrimos que son la base de la empatía. Pero no del concepto de empatía como se usa comúnmente. La definimos de un modo muy estricto: quiere decir que tú y yo estamos en la misma sintonía. Por ejemplo, descubrimos que si ponés huevos podridos en tu nariz, tenés una reacción y si ves a una persona haciendo un gesto de disgusto, tenés la misma activación. Las mismas neuronas se activan cuando siento desagrado por algo en mi nariz y cuando te veo. Así que estamos exactamente en el mismo estado.

-¿Cómo funcionan estas neuronas en nuestra vida cotidiana?

-Lo hacen todo el tiempo. Por ejemplo, ahora estás moviendo las manos y yo te comprendí y puedo repetirlo. Pero si hubiese un perro ladrando, no sería capaz de entender su ladrido (porque no provoca una activación del mecanismo espejo).

-¿Solo funcionan entre humanos?

-No. Funcionan entre humanos, pero también con los monos. Además, pueden funcionar con otros animales como los perros. Vimos que un estudiante miraba un perro masticando o ladrando. Cuando el perro comía se activaba el sistema neurológico, porque es el mismo programa motor. Compartimos muchos programas motores con otros animales. También hay excepciones en los humanos. Cuando estas neuronas son destruidas, provocan que las personas entiendan las cosas cognitivamente pero no reaccionen de manera adecuada.

Giacomo Rizzolatti, neurobiólogo italiano. Foto: Leonardo Mainé
Giacomo Rizzolatti, neurobiólogo italiano. Foto: Leonardo Mainé

-¿Cómo continuará con su trabajo hacia el futuro?

-Hay muchas posibilidades. Una es más práctica: usar la realidad virtual para rehabilitación. ¿Cómo hacemos esto? Cuando presentás la acción, activás la parte del cerebro que no está dañada y sos capaz de reproducirlo de una manera muy activa y rápidamente. El otro punto es la neurocirugía; podemos localizar el foco de movimiento cuando el resto del cerebro está intacto.

-¿Qué se lleva de Uruguay?

-Conocí la Ciudad Vieja y creo que es hermosa. Pienso que ahora que la están restaurando podría ser un lugar muy bonito donde caminar. Luego me impresionó que la vida es muy tranquila y las personas son muy amables. La vida es muy agradable... pero son las impresiones de un día.

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