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Doomsurfing o doomscrolling: qué nos hace pegarnos a las malas noticias

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El coronavirus ha dejado nuevos términos sobre comportamientos nuevos; también otros como coronasutra o covidiota

El diccionario Merriam-Webster pronto agregará dos nuevas palabras: doomsurfing y doomscrolling. Ambos términos se están utilizando ampliamente en todo el mundo en medio de la pandemia y se refieren a la tendencia a seguir navegando o desplazarse por las malas noticias, a pesar de que ese contenido es “triste, desalentador o deprimente”, dice Merriam-Webster en su blog.

Según Google Trends, ha habido un gran aumento en el interés en estas palabras en los últimos 90 días y la mayoría de las búsquedas provienen de EE.UU.

“Muchas personas se encuentran leyendo continuamente malas noticias sobre la COVID-19 sin la capacidad de detenerse o retroceder”, se lee en el blog.

Si bien las palabras ganaron popularidad durante la pandemia, no se originaron en 2020. Los orígenes de doomscrolling se remontan a 2018 en una publicación de Twitter. El usuario que la había usado no tenía muchos seguidores y el mensaje solo fue retuiteado por dos personas. Pero una de ellas fue la periodista de Economía Financiera Global de Quartz, Karen K. Ho, quien ha sido identificada por el diccionario como la persona que ayudó a popularizar la palabra. Por otro lado, doomsurfing fue utilizada por primera vez por el columnista del New York Times Kevin Roose en un artículo publicado el 24 de marzo de 2020.

Leer sin pausa, por ejemplo, un domingo a la noche no es nuevo. Pero antes era para buscar información sobre el último capítulo de Game of Thrones o los resultados de algún partido de fútbol. Los términos se refieren en concreto a leer malas noticias: colapso mundial, muertes por coronavirus, tasas de desempleo, injusticia racial y más.

Consultada por Wired, Nicole Ellison, de la Universidad de Michigan, señaló que esto significa que hay “mucha demanda del procesamiento cognitivo para que (la realidad) tenga sentido”, puesto que “no existe una narrativa general que nos ayude”. Eso, agrega, solo agrava estrés y ansiedad a las personas.

Estamos constantemente “tratando de encontrar esa información que aclare todo”, dijo ella. Pero no hay una respuesta única para el estado actual del mundo.

Durante años, la gente ha cuestionado los beneficios de plataformas como Twitter y Facebook, y aunque algunos estudios han encontrado que las redes sociales, cuando se usan de manera responsable, pueden tener efectos positivos en la salud mental, también pueden provocar ansiedad y depresión.

Mesfin Bekalu, científico investigador del Centro de Salud y Felicidad Lee Kum Sheung de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard, señaló que aunque muchas de las noticias son malas, “como humanos tenemos una tendencia” natural “a prestar más atención a las noticias negativas”. Los expertos dicen que esto tiene mucho que ver con nuestros instintos primitivos. Nuestros cerebros evolucionaron para buscar amenazas de manera constante.

“Desde la década de 1970, conocemos el 'síndrome del mundo malo', la creencia de que el mundo es un lugar más peligroso para vivir de lo que realmente es, como resultado de la exposición a largo plazo a los contenidos violentos en la televisión. Entonces, el doomscrolling puede conducir a los mismos efectos a largo plazo en la salud mental a menos que organicemos intervenciones que aborden los comportamientos de los usuarios y guíen el diseño de plataformas de redes sociales de manera que mejoren la salud mental y el bienestar de las personas”, explicó.

La presión por mantenerse informado y en línea es particularmente potente en este momento. Allissa Richardson, investigadora de la Universidad USC Annenberg, dijo al sitio FastCompany que las personas se “sienten culpables si miran hacia otro lado por un día o dos”.

Lo que recomienda es tomar descansos largos de internet y buscar activamente contenido que haga reír y brinde alegría. “Debería ser una mirada consciente, no una mirada apática”, advirtió.

Covidiota y coronasutra se sumaron a la jerga de internet.

Doomscrolling y doomsurfing son solo dos de las palabras que recientemente han ganado popularidad para convertirse en partes de nuestro vocabulario. Términos como “asintomático”, “distanciamiento social” e “inmunidad colectiva” han entrado en nuestro léxico a raíz de la expansión de la COVID-19.

La pandemia también ha infiltrado en la jerga de internet otras palabras como zoombombing para designar la invasión de trolls en videollamadas para enviar correos no deseados con mensajes de odio; otra palabra es covidiota, un individuo que no se toma en serio las órdenes de encierro y distanciamiento social recomendadas por las autoridades sanitarias; y quarantini, una bebida alcohólica para las happy hours virtuales. También han surgido las covi-mentiras o covi-fakes news para las noticias falsas y el covid-sexo o coronasutra.

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