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Así es la experiencia de una escuela de Shangrilá que usa Minecraft junto a los niños

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Computadora del Plan Ceibal. Foto: Archivo El País

VIDEOJUEGO

El videojuego permite a los docentes plantear diferentes desafíos para que los alumnos aprendan sobre distintas áreas como matemáticas, biología, lenguaje y más.

En un año tan particular como lo es 2021, en el que entre muchos otros cambios los niños tuvieron que asistir a clases de manera virtual gran parte del ciclo lectivo, los docentes de las escuelasvienen haciendo malabares para cumplir con los objetivos de los cursos.

La creatividad y el estar abierto a nuevas formas de educar se hicieron presentes y este es el caso de los maestros de varias escuelas uruguayas que comenzaron a utilizar un videojuego para enseñar.

Desde 2020, cuando comenzó la pandemia, la escuela Nº 167 de Shangrilá es una de las que implementa en algunas clases Minecraft Education Edition, de la mano de Plan Ceibal, y la experiencia es más que positiva.

“Minecraft es un videojuego muy famoso y jugado por los niños en todo el mundo, que tiene dentro de sus posibilidades la de construir usando cubos de diferentes materiales. En Uruguay hay muchísimos niños y jóvenes que lo juegan. Así fue que se desarrolló una versión educativa que es la que estamos usando. Las licencias las brinda Ceibal para aquellos docentes que realizan la formación previa y le asignan una licencia completa a cada niño de la clase y al docente”, explicó a El País Mauricio Carballo, uno de los maestros de la escuela de Shangrilá.

Uno de lo desafíos para los niños de la escuela de Shangrilá.
Uno de lo desafíos para los niños de la escuela de Shangrilá.

¿Qué es el Minecraft?

El Minecraft es un videojuego de mundo abierto en el que la exploración y las construcciones son fundamentales. Fue lanzado en 2009 y luego de algunos cambios se lanzó la versión completa en 2011.

Para Mauricio se trata de “un videojuego increíble que permite desarrollar la creatividad y el trabajo en equipo en un mundo virtual, en el que el docente crea y diseña previamente sus actividades o desafíos con una intencionalidad pedagógica, con objetivos predefinidos para cada misión”.

Y agregó: “Los chiquilines aprenden a trabajar colaborativamente, se ayudan entre ellos, porque todos pueden hacer algo. Todos tienen, además, un lugar en el mundo”.

Chicos y grandes coinciden en que fue una excelente idea: “Es una herramienta que ayuda mucho a trabajar todas las áreas y complementar lo que hacemos los maestros en la clase. Estamos hablando de que a partir de un videojuego que a los niños les fascina, podemos trabajar los temas que creemos fundamentales. Entonces se crea una fusión muy linda que permite trabajar de otra manera”.

Además, agregó que esta modalidad “también obliga a reflexionar, porque se van presentando distintos problemas al momento de estar construyendo y los niños deben buscar las soluciones. Por ejemplo, en una clase se presentó un inconveniente cuando estábamos representando el aparato digestivo, porque al momento de querer modelar el intestino delgado era un poco difícil, entonces recuerdo que uno de los equipos dijo ‘hagamos como si fuera un laberinto’ y a partir de ese razonamiento pudieron representarlo muy bien. Ellos son los encargados de encontrar el problema y poder buscar la solución y generalmente, la encuentran”.

¿Por qué usar el Minecraft?

¿Qué es lo que tiene el Minecraft que se puede aplicar tan bien en una clase? Según Mauricio, una de las principales razones es que en este videojuego “cada uno tiene su lugar, su espacio dentro del mundo. Cada uno tiene su rol dentro del equipo y eso los hace ser protagonistas de lo que están creando. Hay veces que, por algún motivo, pasan algunos días sin hacer ninguna actividad en Minecraft y te lo piden”.

“Estamos aprendiendo mientras jugamos y creemos que ahí está lo interesante. Cuando uno trabaja motivado, haciendo algo que le gusta y de la forma que le gusta, los aprendizajes fluyen de otra manera”, añadió el maestro.

Uno de lo desafíos para los niños de la escuela de Shangrilá.
Captura de pantalla.

Destacó, además, que por fuera del tema puntual que se esté trabajando, “se fomentan otros aspectos, otros valores, como son el trabajo en equipo, porque solos es muy difícil hacer todo el trabajo, necesito a mi compañero para poder hacerlo juntos; y también el respeto al trabajo de los demás”.

Aplicado en distintas áreas del conocimiento.

Los usos que los docentes de distintas escuelas uruguayas le han dado al videojuego son múltiples. Se trata de proyectos en los que se pueden integrar distintas áreas del conocimiento: lenguas con lectura, oralidad y escritura, artístico con artes visuales y música, física, química, geografía, hasta programación.

En la escuela de Shangrilá, por ejemplo, la maestra María José Sayagués lo usó en matemáticas, para calcular área, perímetro y fracciones.

María José contó a El País que “los niños debían crear construcciones con cierto perímetro o cierta superficie. Una actividad consistía en crear un cerramiento para animales de una granja, para lo cual contaba con 24 vallas. Debían crearlo y luego poner ovejas en un cuarto del mismo. Así avanzando cada vez en ejercicios más complejos”. Otro de los casos en los que trabajaron fue en un hormiguero colectivo: los equipos debían construir diferentes zonas.

En otra oportunidad los niños representaron volcanes y pudieron recorrer el interior de los mismos: “Hay personajes que te cuentan en qué zona estás y cuáles son sus características. También trabajaron los diferentes tipos de respiración y crearon un mundo para representar allí diferentes animales de acuerdo a esto”, contó.

El año pasado comenzaron a utilizar el videojuego en quinto año y este 2021 se sumaron alumnos de cuarto. Recientemente culminaron un proyecto en el que aprendieron sobre el aparato digestivo: “Comenzamos con actividades que nos permitieran ir conociendo los órganos y sus funciones. Luego de varias actividades donde pude ver que había quedado claro el tema, se planteó la consigna de modelar el cuerpo humano en Minecraft con la posibilidad de hacer un recorrido por el interior del mismo, visitando cada órgano del tubo digestivo. De esta forma los equipos tuvieron la ardua tarea de crearlo todo, desde cero, en varias sesiones. ¡El resultado fue fantástico!”, señaló.

Y concluyó Mauricio: “La creatividad de los docentes no tiene límites y este videojuego es muy versátil, por lo que se puede incluir perfectamente en las propuestas de aula tanto presencial como virtual. En muchas oportunidades son los propios gurises quienes dan ideas de cómo incorporar el Minecraft a lo que se viene trabajando en clase”.

"Aprendemos jugando, pero es una responsabilidad".

Mientras hay personas que pueden ver a la tecnología y puntualmente a los videojuegos como “enemigos” de la educación y del aprendizaje y como herramientas que son “distracciones” para los niños, los docentes que apuestan por enseñar a través del juego aseguran que “hay que generar alianzas con la tecnología y también, dentro de eso, con los videojuegos”.

Mauricio explicó que “no es nueva la idea de ‘gamificar’ la educación. De hecho ya hace algunos años que se utiliza Matific, que es una plataforma educativa gamificada del Plan Ceibal, para aprender y enseñar matemática. Entonces, entra otro concepto y es el de la responsabilidad. Hay que hacer un correcto uso de estas herramientas. Lo que siempre decimos es que cuando usamos la tecnología en clase, ya sea robótica o el Minecraft, aprendemos jugando, pero no es un juego, es una responsabilidad”.

Esta manera de enseñar brinda a los docentes la posibilidad de “ver a los niños desde otro lugar, apreciar sus capacidades, sus habilidades y competencias, que a veces pasan inadvertidas, que pueden ser invisibles a nuestros ojos. Estos nuevos ambientes de aprendizaje nos permiten ver a los niños de manera integral”, añadió Mauricio en diálogo con El País.

Algunos de los maestros que hoy trabajan en sus aulas escolares con el Minecraft sabían de la existencia del juego pero nunca lo habían experimentado. En las clases había también algunos alumnos que no habían jugado y eso sirvió de “excusa”, contó el docente, para que algunos niños oficiaran de tutores y explicaran al resto cada tecla, los comandos y los trucos. Eso sirvió también como disparador para hacer tutoriales.

Aprovechar la motivación y el entusiasmo.

“En muchas instancias los gurises son los que nos enseñan a los maestros y nos dan 10 vueltas. Nosotros tenemos que aprovechar esa motivación y entusiasmo para canalizarlo de manera eficiente, generando avances en su proceso de aprendizaje. En las prácticas intentamos alinearnos con los objetivos del DUA (Diseño Universal de Aprendizaje): estudiante motivado, orientado a cumplir metas y capaz de identificar los recursos adecuados”, dijo Mauricio.

Además, agregó que el entusiasmo de los pequeños es tal que a veces suena el timbre y no se quieren ir a sus casas.

“A los docentes les diría que no hay que tener miedo, hay que animarse a jugar. No pueden dejar pasar la oportunidad de ser parte de esto, más que por ellos que seguro lo van a disfrutar, por los niños, porque la felicidad que expresan al jugar es única, es impresionante, es intransferible”, aseguró.

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