Watergate: hace 50 años comenzó a gestarse el escándalo que terminó con la caída de Nixon

Richard Nixon.

REPASO

La maniobra de Richard Nixon para espiar a los demócratas terminó en su renuncia.

Richard Nixon.

Hace hoy 50 años que una noticia publicada por el periódico estadounidense The Washington Post sobre la detención de cinco hombres por robos en la sede del Partido Demócrata, dentro del complejo de oficinas Watergate, sería el punto de partida de un caso mayor. Casi un año después, el 17 de mayo de 1973, el Senado estadounidense comenzaba a investigar la vinculación del entonces presidente republicano Richard Nixon con una trama que resultó ser de espionaje. Las audiencias y la pérdida de apoyos le empujaron a ser el único mandatario en abandonar anticipadamente la Casa Blanca.

Fue un vigilante nocturno, intrigado por un trozo de cinta adhesiva en una puerta del edificio que alberga la sede del Partido Demócrata en Washington, quien, al llamar a la policía el 17 de junio de 1972, desencadenó sin saberlo el escándalo del Watergate e hizo volar en pedazos el gobierno de Richard Nixon.

El “robo” fallido que ese guardia acababa de descubrir reveló un asunto de Estado resonante: cinco hombres habían recibido instrucciones de funcionarios vinculados a la Casa Blanca de instalar micrófonos y tomar fotografías de documentos en busca de información que pudiera incriminar a opositores a Nixon.

Dos años después, y por primera vez en la historia del país, el presidente republicano, acusado de haber tratado de encubrir el asunto, se vio obligado a dimitir para evitar la humillación de la destitución.

Cinta misteriosa

La madrugada del 17 de junio, Frank Wills, un vigilante de 24 años, hacía su ronda por los pasillos del Watergate, un opulento complejo de edificios de la capital, cuando notó que habían colocado cinta adhesiva en la cerradura de una puerta del sótano para impedir que se bloqueara.

Al principio, no le dio importancia. Quitó la cinta, la puso en su bolsillo y reanudó su ronda. Pero cuando regresó, había cinta de nuevo. Esta vez, sospechó de un robo.

Frank Wills -que se interpreta a sí mismo, durante unos segundos, al comienzo de “Los hombres del presidente”, la película sobre este caso protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman- llamó inmediatamente a la policía.

“Encontré cinta en la puerta; llamé a la policía para que inspeccione”, escribió en el registro del Watergate, conservado en los Archivos Nacionales.

Los agentes llegaron al lugar “en un minuto, un minuto y medio”, según dijo uno de ellos, John Barrett, en un programa de 2017 en ABC News.

Al igual que su colega Paul Leeper, Barrett iba vestido de civil y ambos lucían incluso algo desaliñados.

Esto último jugó ciertamente a su favor: Alfred Baldwin, el hombre que se supone que debía hacer de centinela para los cinco supuestos ladrones, no pareció percatarse de la presencia de ambos policías.

Quizás su atención estuviera captada por la película de terror que se transmitía por televisión al mismo tiempo que él debía montar guardia, “Attack of the puppet people”.

Baldwin “estaba pegado a la televisión”, aseguró Barrett. “Cuando alertó (a sus cinco cómplices), ya era demasiado tarde y debieron correr y esconderse como ratas”.

Adrenalina y manos arriba

Una vez dentro del edificio, los policías encontraron cinta adhesiva en varias puertas. Comprendieron entonces que algo extraño estaba ocurriendo.

“La adrenalina nos aumentó de golpe”, dijo Paul Leeper a ABC.

Descubrieron oficinas patas arriba y sospecharon que los autores del robo seguían allí. De repente, Barrett vio un brazo. “Me asusté”, admitió. “Grité algo como ‘Sal de ahí con los brazos en alto o te vuelo la cabeza’. Diez manos se levantaron y comenzaron a salir”.

Al otro lado de la calle, Baldwin hablaba por un walkie-talkie. “En medio de susurros, escuché una voz: ‘nos agarraron’”, dijo Barrett.

Las diez manos pertenecían a James McCord, Virgilio González, Frank Sturgis, Eugenio Martínez y Bernard Barker, quienes fueron detenidos de inmediato.

La policía se dio cuenta rápidamente de que no se trataba de un hecho “común y corriente”, señaló Barrett.

Los extraños ladrones no solo iban vestidos de traje y corbata, sino que “había micrófonos, montones de rollos de película, lapiceras de gas lacrimógeno, herramientas de cerrajería, miles de dólares en billetes de cien”, explicó.

El 18 de junio de 1972, The Washington Post publicó su primer artículo sobre el tema, firmado por Alfred E. Lewis, el periodista que cubría los casos policiales.

Pero en la lista de colaboradores, al pie de la nota, también figuraban los nombres de Bob Woodward y Carl Bernstein. Los dos jóvenes reporteros tomaron a su cargo el caso bajo la supervisión directa de Barry Sussman, el redactor jefe del Washington. Investigaron hasta los más mínimos detalles y acabaron ganando un prestigioso premio Pulitzer para su periódico.

El 10 de octubre de 1972, los dos periodistas revelan un escándalo masivo de espionaje y sabotaje político por parte de la Casa Blanca que buscaba la reelección de Nixon. Se desviaron cientos de miles de dólares de donaciones a la campaña de Nixon para financiar un plan secreto dirigido a desestabilizar el campo demócrata.

A pesar de la controversia, Nixon resulta reelegido el 6 de noviembre frente a su rival demócrata George McGovern, pero la investigaciones de un Comité de la Cámara de Diputados continuaron.

El 9 de mayo de 1974, el comité de la Cámara de Representantes inicia audiencias con el cometido de impulsar un juicio político acusando a Nixon. El 30 de julio, ese órgano vota por tres motivos para un futuro juicio político: obstrucción de la justicia, abuso de poder y desacato al Congreso.

Para evitar un juicio político, Nixon anuncia su renuncia el 8 de agosto, una novedad en Estados Unidos. El 8 de setiembre de 1974, su sucesor Gerald Ford le concede un indulto total.

Nixon se retiró y no pudo volver a ejercer la abogacía, aunque sería asesor político durante los mandatos de Ronald Reagan y George H. W. Bush. (AFP Y EFE)

El nombre oculto a lo largo de tres décadas

Bob Woodward, uno de los dos periodistas que destaparon el escándalo de Watergate se contactó con el FBI en busca de información, de allí saldría la fuente decisiva bajo el seudónimo de “Garganta Profunda”, título de una famosa película de la época. Ambos se reunieron varias veces de madrugada en un estacionamiento de Washington y, después de 35 años de anonimato, su muerte permitió revelar que se trataba de Mark Felt, entonces director asociado del FBI. Felt contribuyó a orientar las investigaciones del periodista y a corroborar sus sospechas. Así, el Washington Post confirmó en octubre de 1972 que la Administración Nixon había orquestado el asalto a las oficinas demócratas para instalar micrófonos y fotografiar documentación. El propósito era sabotear la campaña de los demócratas hacia la Casa Blanca. Richard Nixon fue reelecto, pero renunció en agosto de 1974.

El Hombre detrás de Woodward y Bernstein

Barry Sussman, el redactor jefe del Washington Post que supervisó directamente la investigación del caso Watergate que llevaron a cabo los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein, y que propició la caída del presiente Richard Nixon, murió el pasado 1 de junio en su casa en Rockville, Maryland, en EE.UU. Tenía 87 años. Nacido en Brooklyn, Sussman comenzó su carrera reseñando películas en Nueva York. Cuando se produjo el robo en el edificio Watergate, Sussman era redactor jefe de local, con unos 45 reporteros a sus órdenes, entre ellos los jovencísimos Woodward y Bernstein. En 1973, el Washington Post recibió el prestigioso premio Pulitzer por la investigación que desembocó en la dimisión del presidente Nixon.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar