Ver Nápoles y después morir

JORGE ABBONDANZA

La película se llama Gomorra y ofrece un espectacular testimonio sobre la Camorra, esa mafia napolitana que últimamente multiplicó su notoriedad. Propuesta por Italia para competir por el Oscar en la categoría vulgarmente conocida como "film extranjero", la película está basada en el libro de igual título escrito por el periodista napolitano Roberto Saviano, un talento de 29 años que investigó tenazmente el funcionamiento interno de la Camorra y volcó esa denuncia en su texto, que a esta altura ya se ha convertido en un acontecimiento mundial. Ese éxito sin embargo ha costado caro a Saviano, que recibió amenazas de muerte, debe tener una permanente custodia policial y ha manifestado su voluntad de ir a residir fuera de Italia para salvar su vida. La Camorra no bromea cuando coloca a alguien en su lista negra.

Se hablaba poco de esa organización mafiosa hasta hace unos meses, cuando el escándalo de la acumulación de basura en las calles de Nápoles reveló la implicancia camorrista con el enorme negocio del manejo de residuos domiciliarios. Claro que sólo se trata de uno de los múltiples renglones de actividad (casi siempre ilegal) que controlan las "familias" de la Camorra, en un abanico de rubros que comprenden apuestas ilícitas a los caballos o a la lotería, prostitución, asesinatos por encargo, extorsión a comerciantes e industriales para brindarles "protección" y sobre todo tráfico de drogas.

Recientemente, a todas esas categorías se ha sumado el mercado de inmigrantes, un comercio secreto con seres humanos mayormente provenientes de África, a los que se cobra por introducirlos en Italia y eventualmente colocarlos en trabajos clandestinos, a menudo en el medio rural. No falta nada.

Las autoridades italianas han descargado golpes severos sobre la Mafia siciliana y la N`drangheta calabresa, pero han tenido menos suerte con la Camorra, que está bastante amparada por sus vínculos con influyentes políticos y empresarios de la Campania, región que tiene su centro en Nápoles. Para combatir a ese crimen organizado, el gobierno envió 3.000 soldados a varios puntos decisivos del área y en particular destacó a 500 militares y 400 policías en una zona del norte de Nápoles llamada Casal di Principe, que no sólo es la sede de uno de los clanes mayores de la Camorra sino también la localidad en que se radicó durante un tiempo Roberto Saviano para cosechar información de primera mano con destino a su famoso libro.

A pesar de la custodia de esos 900 efectivos, la Camorra quiso demostrar su poderío y asesinó en una calle de Casal di Principe y en pleno día a un vecino de 60 años, porque era tío de un mafioso que colaboraba con la policía. Poco antes había matado a seis inmigrantes africanos originarios de Ghana, "para advertir a narcotraficantes nigerianos que no se les ocurriera operar en territorio de la Camorra".

Como dice un observador, esa red criminal es un fenómeno social que recluta a jóvenes en una zona donde casi todos están desempleados o no saben hacer otra cosa que apretar el gatillo. Las grandes organizaciones mafiosas de Italia se han convertido en el negocio privado de mayor giro en el país, mayor aún que la Fiat. Mientras tanto -Saviano lo sabe muy bien- se dedican con éxito a despertar el miedo de la población. La película Gomorra es el espejo de todo ese infierno.

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