BERLÍN | ERNESTO PÉREZ-ANSA
Una película china que mues-tra cómo la política puede destruir el amor y la vida de las personas, inauguró con todos los honores el 60º Festival de Berlín. Tuan Yuan (Juntos y separados) es el quinto largometraje de Wang Quanan, que empezó su carrera en cine como guionista y productor, antes de debutar como realizador en 1999, con Eclipse lunar.
Esta es la segunda vez que Wang visita Berlín, después de haber ganado el Oso de Oro en 1996 con El matrimonio de Tuya, pero también su film siguiente, La chica que saluda con la mano, recogió honores y aplausos internacionales, entre ellos el gran premio especial del jurado en Montreal, el año pasado.
Juntos y separados es la historia de dos enamorados que la política separa para siempre. Liu fue soldado en las filas nacionalistas durante la guerra civil china de 1946/1949 y se vio forzado a seguir a su ejército cuando éste se refugió en la isla de Taiwán.
MELANCÓLICOS. En la China comunista, Liu dejó a su mujer, Qiao, con su hijo de pocos meses, al que nunca conoció, pero por la ruptura total de las comunicaciones entre las dos partes en conflicto, se ven forzados a rehacer sus vidas con otras parejas.
Con la apertura de las relaciones entre los dos países, Liu, ya viudo, tratará de reunirse con su gran amor pero todos los esfuerzos de la pareja serán vanos por el paso de los años, la oposición de los hijos y las trabas burocráticas que se suceden inexorablemente.
Film de una tristeza infinita, Juntos y separados resplandece con la actuación de tres veteranos: Lisa Lu, de 82 años, gran estrella del cine antes y después de Mao; Ling Feng, de 72, cantante popular taiwanés que fue de los primeros en volver a China continental, y Xu Caigen, de 76, en el papel del marido abnegado de Qiao, capaz de renunciar a su esposa para que ésta sea por fin feliz con su primer amor.
En esta historia, similar a la de millones de personas de todo el mundo que por la crueldad despiadada de las guerras y la política debieron sufrir la separación de sus seres queridos, hay también espacio para el humor, cuando Qiao descubre que para poder divorciarse de su marido debe primero casarse, debido a la falta de papeles que reconocieran su matrimonio.
Wang elude todos los lugares comunes del género: nada de "flashbacks", nada de explicaciones sobre el pasado, nada de discurso político. "Solo" dos ancianos que por pocos días sueñan con vivir esa historia de amor que la vida les negó y que terminan resignándose a renunciar a ese sueño.