Una reivindicación del diferente

| Luego de interpretar a Leigh Teabing el actor será Magneto, el jefe de los mutantes rebeldes

DIVERSO. Rechazado por los humanos, un hombre con superpoderes se vuelve hacia el lado oscuro. 200x143
DIVERSO. Rechazado por los humanos, un hombre con superpoderes se vuelve hacia el lado oscuro.

SERVICIO EXCLUSIVO "HOLLYWOOD WATCH" / THE NEW YORK TIMES | IAN SPELLING

No se necesitó mucho para convencer a Ian McKellen de que aceptara aparecer en El código Da Vinci. De hecho, el actor británico no podría pensar en ninguna razón para rechazar la oportunidad de protagonizar la adaptación para la pantalla grande de la controvertida y exitosa novela de Dan Brown, a cargo del director Ron Howard.

McKellen encarna a Sir Leigh Teabing, el experto en el Santo Grial cuyos conocimientos resultan muy útiles tras el asesinato de un anciano curador en el Museo del Louvre, en París. El crimen resulta ser la punta del iceberg de una conspiración en la que están implicados la Iglesia Católica, secretos por mucho tiempo enterrados sobre la vida de Jesucristo y una secta religiosa clandestina que no se detendrá ante nada para proteger sus intereses.

McKellen es una de las muchas grandes figuras en El código Da Vinci. Tom Hanks la protagoniza como Robert Langdon, profesor de simbología de Harvard que se dispone a develar lo que ocurrió en el Louvre. Audrey Tatou interpreta a Sophie, la nieta del curador asesinado que hace equipo con Langdon, y Paul Bettany, como Silas, un monje albino que también es un asesino. En el elenco encontramos también a Alfred Molina y a Jean Reno.

"Hay mucha profundidad en Sir Leigh," asegura McKellen, "en el sentido de que no es lo que parece y quizá no debamos profundizar ni entrar en más detalles. En todo caso, las pocas cosas que se nos dan es que él es obsesivo, vive en el extranjero, vive por su cuenta, está lisiado y es rico. Hay muchas cosas acerca de él en las que se puede profundizar, y que servirían para responder a la pregunta de por qué llegó a convertirse en lo que es".

"Creo que profundizamos en eso y quizá no se podría decir que todos los personajes de El código Da Vinci son tan interesantes como sir Leigh", continúa McKellen. "Y como tuvimos un ensayo en París con el elenco, y con Ron y Akiva Goldsman, el guionista, antes de empezar a filmar, yo pude profundizar en eso como si hubiéramos estado ensayando una obra de teatro. Así que ahí hay mucha sustancia".

"Encima de todo, ciertamente fue atractivo trabajar en una película que claramente habría de ser muy popular, con actores tan maravillosos como Tom y Audrey, a quienes yo no conocía".

"Y yo la iba a filmar en casa," añade. "Básicamente es una película muy estadounidense, pero en la pantalla sólo hay un actor de Estados Unidos, el resto es europeo. La mayor parte de la película se desarrolla en Inglaterra (de hecho en Londres) y yo pude vivir en mi casa y viajar a las locaciones en 15 minutos, cosa inaudita. También íbamos rápidamente en tren a París, lo que es adorable. Fue un trabajo ideal desde muchos puntos de vista".

CONTROVERSIA. Los aficionados de Brown consideran que su libro de 2003 es una obra maestra que les ha cambiado la vida, mientras que sus detractores la consideran una mala novela hecha para ganar dinero, una reelaboración de un libro previo del autor, Angeles y demonios (2000), del cual sería la continuación. Y también sostienen que, al igual que otras historias suyas, en esta se favorecen los golpes dramáticos por encima del desarrollo de los personajes. Y además están quienes la consideran hereje.

Entrevistado por teléfono desde un hotel de Hollywood, McKellen dice que a él el libro más bien le gustó.

"Ya quería llegar al final," dice el actor, "pues Brown sostenía la posibilidad de definir lo indefinible, es decir, qué es el Grial, dónde está y por qué es. Y la mente trabaja con todo eso. Sugiere que hay conspiraciones y que hay gente dispuesta a vivir y morir por la verdad de la situación. Se vuelve muy atrayente y parece muy importante cuando lo estamos leyendo".

"Claro que el tema tratado es muy importante," agrega McKellen, "porque está en el corazón, en la base misma de una de las más grandes religiones organizadas. Decir que se ha organizado quizá demasiado es una teoría interesante. No tiene que ser cierta en los detalles. No importa que sea un libro de ficción. Trata de verdades más grandes que los hechos que aborda, pienso yo".

"Creo que eso explica su popularidad, y que me haya gustado tanto, que haya un escritor que intenta algo con la Iglesia Católica, diciendo: `¿Realmente es lo que parece ser?` Pero, como ateo, yo no me emociono tanto por los detalles".

McKellen, que cumplirá 67 años el 25 de mayo, no es un simple ateo. El es uno de los homosexuales más destacados de la industria del espectáculo (anunció públicamente su homosexualidad en 1988), pero tiene otros asuntos pendientes con la Iglesia, si bien los descarta con una risa traviesa.

"Bueno, ella tiene problemas conmigo", dice. "Yo no me preocupo por ella. Aunque aflige a otras personas, no puede afligirme a mí".

"Creo que la iglesia tiene opiniones muy dañinas respecto de la homosexualidad, que con el tiempo tendrá que llegar a aceptar", agrega McKellen. "Quizá no sea este el Papa que lo haga. Pero esa no es la sustancia del libro de Dan Brown, ¿o sí?"

MUTANTES. El 26 de mayo, una semana después del estreno de El código Da Vinci, McKellen regresará a los cines en X-Men 3. En la tercera entrega de esta serie basada en una historieta encontramos a Magneto (McKellen), líder de los rebeldes mutantes, enfrentado con el profesor integracionista Charles Xavier (Patrick Stewart) y sus hombres X ante una serie de amenazas como la cura de la mutación y la transformación de Jean Grey (Famke Janssen) en la imparable Dark Phoenix.

"La cura, la cura", dice MacKellen dramáticamente. "¿Podemos curarnos de nuestras mutaciones? ¿Nos podemos curar del color de la piel? ¿Nos podemos curar de nuestra sexualidad? Esa es la resonancia política que tiene la trama."

"X-Men es con mucho la más interesante de este tipo de películas", asegura. "Superman, Spider-Man, Hulk, incluso James Bond, son todos la misma historia: el debilucho que, una vez que queda en ropa interior, de pronto es un bruto. Pero esas son sólo cosas de fantasía para adolescentes y para las personas de cualquier edad que siguen siendo adolescentes por dentro".

"Pero nuestras películas son acerca de algo muy importante", continúa McKellen, "y el sector demográfico que Marvel tiene para la historieta, para X-Men, es de negros, judíos y gays jóvenes, grupos específicos que se sienten apartados o a los que se les hace sentir enfrentados con la sociedad debido a que sus diferencias son señaladas por ésta. Se identifican profundamente con la idea de los mutantes que tienen unos poderes que inquietan a la sociedad, pues ésta no puede lidiar con ellos".

"Así que al hacer un entretenimiento de este tipo, siento que en realidad estoy haciendo algo que puede ser bueno, pues a la gente se le pide que reconsidere su vida y la vida de quienes la rodean".

shakespeare. Además de El código Da Vinci y X-Men 3, McKellen recientemente prestó su voz para la película británica de animación Flushed Away. Y en cuanto termine una gira por todo el mundo para promover las dos megapelículas que protagoniza, regresará a su casa en Londres para prepararse para el que podría ser el mayor reto actoral de su vida: la Compañía Real de Shakespeare estará interpretando todas las obras del Bardo de Avon, una por una, a lo largo del próximo año, y McKellen hará su debut como el personaje titular de Rey Lear.

"Rey Lear como que está ahí, esperando a que el actor esté dispuesto", asegura McKellen, "casi como los Himalayas están esperando que nos dejemos de cosas, nos pongamos el equipo y el oxígeno, y los escalemos."

"Pero uno solo no puede hacer Lear", continúa. "Hay que estar en una compañía con un elenco fantástico, y creo que soy optimista respecto de esta empresa. Y aunque no esté muy ansioso por interpretar al rey Lear, eso es lo que voy a hacer en compañía de gente maravillosa, y Trevor Nunn va a dirigirla. El es un viejo amigo mío y juntos hemos hecho Romeo y Julieta, Macbeth y otras obras, así que tengo la confianza en que todo saldrá bien".

"Pero es un papel muy, muy difícil de lograr", afirma McKellen, "y es una obra muy difícil. Algunas personas piensan que es la mejor de Shakespeare y, por tanto, supongo, la mejor que se haya escrito. Así que es intimidante. Es intimidante".

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