Una obra maestra del rock acústico, sin secretos ni cortes

Nirvana. Se editan en DVD los 56 minutos de su Unplugged in New York.

SEBASTIÁN AUYANET

La pequeña cantidad de público presente en el estudio aplaude y grita. Kurt Cobain suspira ante el micrófono con los ojos saltones, paranoicos. "Buenas noches. Este tema es de nuestro primer disco. La mayoría no lo tiene".

Seguro que el sonido que sigue a esa frase le suena conocido a más de uno. Los acordes de About a girl, tema que abre el concierto que Nirvana grabó en 1994 para la cadena MTV, volvieron a esa y a muchas otras canciones del trío de Seattle, inmortales desde el primer segundo.

Y es que la MTV, sin proponerse más que traer al artista de moda a grabar en sus conciertos con marca registrada, terminó propiciando el escenario para la obra más trascendente que hizo la banda. A veces, a lo largo del concierto, parece una cuestión del destino: la cadena apareció en el momento justo para que la banda grabara uno de los mejores álbumes de rock de los años noventa.

Es que Unplugged es el momento donde Cobain brilla con mayor intensidad. Aunque por supuesto este disco no hubiera sido posible sin que la banda hubiera pasado antes por trabajos como Lithium, Bleach o el fundamental Nevermind. Pero este recital remata de forma brillante el final de una banda, sin importar el dramatismo que la muerte de Cobain -se suicidó cinco meses después- pueda añadirle a la ocasión.

Lo importante para el fanático es llegar más allá de las canciones y del mito. Estar más cerca del artista. Y esta es, quizá, la mejor oportunidad de acercarse al Cobain real, ahora que su viuda (Courtney Love) aprovecha para vender la historia de su vida a cualquier escritor o guionista que aparezca.

Desprovisto de la locura y el volumen que daban las distorsiones y los gritos, durante el concierto se revela un tipo afable, con buen humor y para nada apático; nervioso y detallista. Así se lo puede ver en los seis tracks que muestran los ensayos de la banda para cada canción. Kurt no deja de fumar, dar indicaciones y apurar a sus compañeros porque apenas quedan horas para el show.

Eso es lo que revela esta esperada edición en alta fidelidad de los 56 minutos que la banda grabó. Luego, eso sería editado y la lista de canciones reorganizada para el programa que se emitió desde 1995 hasta la fecha en el canal de música. Al no haber sufrido corte alguno, el DVD también incluye Oh, me y Something in the way, dos temas que habían sido excluidos.

Por eso esta presentación en DVD es una joya. A diferencia de otros artistas que grabaron MTV Unplugged, Nirvana no cortó su set para hacer nuevas tomas en ningún momento. Disfrutar de las bromas y diálogos de Cobain con la gente y con su banda -el buen humor del baterista Dave Grohl, actual líder de Foo Fighters, ya parecía irreprimible-, es una delicia.

A nivel básico, la primera y obvia conclusión que arroja el Unplugged está que estos tres músicos no tomaron el camino del rock más agresivo y gritón por falta de capacidad. Más que versatilidad, lo que Cobain, No-voselic y Grohl demuestran es talento. Desde los mesurados vuelos de parche a platillo del baterista como los suaves golpes del bajista hoy devenido en activista político. En el caso de Novoselic, la sustitución de acordeón por bajo en Jesus don´t want me for a sunbeam le agrega aún más melancolía a la versión de la canción del grupo The Vaselines.

En una misma entrevista incluida en el DVD, el productor Alex Coletti afirma que había un aire tétrico y que de alguna manera anunciaba su adiós. Nada más lejos de lo que se puede ver entre canción y canción. Es que Nirvana no necesita del mito del rockero suicida.

El Unplugged vale por ser un concierto esencial en la historia del rock moderno, y por registrar a dos buenos músicos y un compositor iluminado en su hora cumbre.

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