"Una mirada sobre la dictadura, anterior a las interpretaciones"

| Esta tardecita a las 19 horas en el Centro Cultural de España se presenta el escritor argentino Leopoldo Brizuela para hablar sobre su última novela, "Una misma noche", Premio Alfaguara de Novela 2012. En ella aborda los años de la pasada dictadura, desde una perspectiva que es a la vez íntima y política. Lo acompañarán en la presentación Mario Delgado Aparaín y Alejandra Casablanca. La cita es en Rincón 629, con entrada libre.

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CARLOS REYES

- El protagonista de esta novela es también escritor. ¿Hay entonces elementos autobiográficos?

- Tiene elementos reales más que autobiográficos, esa fue mi idea al escribirla: reflejar cosas que habían pasado, no directamente a mí, pero sí a gente que conocí. La idea era trabajar sobre la memoria personal: como todos los novelistas, recuerdos o anécdotas que yo había escuchado en esa época, se las puse a personajes inventados.

- También ese personaje colabora mucho en el suspenso que la novela brinda...

- Es que ese personaje escritor también funciona en este caso, y en esa realidad, como una especie de detective. Y en una sociedad en la que los detectives son bastante inimaginables, o quizá las personas que tendrían que hacer las verdaderas investigaciones, no las hacen, el escritor puede ser un buen detective. Sobre todo si está trabajando sobre algo personal.

- ¿Qué mirada busca rescatar sobre la dictadura?

- No es que quisiera destacar una mirada predefinida, pero sí todo el trabajo de la memoria. Cuando pensé en trabajar sobre esa época, luego de 30 años o más de escuchar testimonios sobre la dictadura, leer relatos e interpretaciones, y todo lo que uno se pueda imaginar, me pregunté, cómo era la cabecita de un chico de 12 años, qué me acuerdo yo. Y esa es la mirada. La mirada anterior a todas las interpretaciones, para tratar de elaborar un relato nuevo.

- ¿Mirar ese período desde los ojos de un protagonista ingenuo?

- Lo que pasa -y eso es lo fascinante- es que muchas de las cosas que después supimos, en ese momento no tenían nombre. ¿Qué era un desaparecido? La palabra "desaparecido" yo la debo de haber escuchado recién en 1981, y se decía "detenido desaparecido". Entonces, ¿qué percibía ese chico de todo eso? Es muy fácil decir que no sabía nada. Y cuando empecé a escarbar me fui dando cuenta que él tenía una percepción de algo muy parecido. Percepción que no tiene que ver con la razón: por ahí los miedos y las prudencias saben cosas. Este chico no sabía que existían campos de concentración, pero investigando en su miedo a andar sin documentos, hay algo bastante parecido.

- ¿Viene mucho a Uruguay?

- Venía mucho cuando vivía Idea, porque era muy amigo de Idea Vilariño, la quería mucho. Y a partir de ahí tuve una relación con Uruguay muy profunda, y con su literatura. Como Idea era como una máquina de contar historias, se me abrió todo el mapa de la literatura uruguaya, sobre todo de la Generación del 45, que para mí es como modélica en todo. En la conexión con la gente, en la actitud como intelectuales, en el rigor, en la falta de pretensiones. Fue un montón de gente muy admirable, de la que uno puede aprender mucho.

- ¿Cómo la conoció?

- En un congreso de escritores, en La Plata, donde yo vivo. Estaba hablando una primera figura de las letras internacionales, que era un chanta total, y estábamos muy aburridos. Y me acuerdo que salimos uno de cada lado de la sala de teatro, mientras hablaba, y cuando la veo a ella le dije: "¡Qué ladrón de gallinas!"; y ella me contesta: "¡Viste vos!". Y a partir de ahí nos hicimos amigos. Ella ya estaba muy viejita, y construyó conmigo lo que necesitaba: un interlocutor que estuviera lejos. Y me mandaba muchas cartas, que ahora las tiene Ana Inés Larre Borges. Eran cartas manuscritas, y algunas a máquina, que me mandaba contándome cosas. Pero yo me di cuenta que no eran para mí. Era un diálogo del yo con el yo. Ella necesitaba un espejo al que mandarle cartas. Son cartas preciosas, en las que describe su vida con su hermana, su ancianidad, aunque estaba muy activa, traducía todo el tiempo. Me parece que son piezas literarias, porque Idea escribía para la historia de la literatura. Hasta una carta era para la posteridad: no para mí.

- Su padre trabajó en YPF. ¿Cómo ve usted la estatización de la petrolera?

- Fue una empresa que, siendo pública, además de los negocios desarrolló todo un programa social. Estaban los clubes YPF, las mutuales. Y cuando se privatizó la empresa yo lo sentí mucho, porque la sentía muy próxima. La verdad que me alegré con respecto a la decisión que se tomó: por supuesto que ahora estuve en España y todo el mundo estaba en contra. Y me decían, "no son formas". Y yo les decía que una cuestión de forma es eso: una cuestión de forma. Por más que un escritor sabe que una cuestión de forma trasmite cosas de fondo.

- ¿Es muy crítico con el gobierno de su país?

- Soy crítico en cosas menores, pero se han hecho cosas positivas absolutamente inimaginables, que yo pensé que nunca iban a llegar. A partir de eso, después charlamos. La gente que votó a Cristina no la vota porque sea tarada, por efectos del populismo, que antes se decía demagogia. Sino porque hay conquistas concretas que no quiere perder. Eso es por primera vez en la historia: no se vota por ideología. Y ahora, viniendo de España, mi di cuenta que las discusiones furibundas que se dan ahora en Argentina, siempre son un poco abstractas. No es eso de estar con la soga al cuello, como estábamos acostumbrados, y como están en España ahora.

"Yo era amigo, muy amigo de Idea Vilariño, que me mandaba cartas preciosas".

"La gente no votó a Cristina por efecto del populismo sino por las conquistas".

Perfil | Thriller existencial

Nombre: Leopoldo Brizuela

Nació: La Plata, 1963.

Otros datos: Estudió Letras: también es traductor, poeta y periodista.

Narrador y traductor, Brizuela ha publicado varios libros de interés, entre ellos "Tejiendo agua", que ganó el Premio Fortabat en 1985. En 1995 dio a conocer un libro de poemas ("Fado"), y luego afirmó su carrera con la novela "Inglaterra. Una fábula", ganadora del Premio Clarín de Novela en 1999. A esa se siguió "Lisboa. Un melodrama", que fue finalista del Premio Rómulo Gallegos 2011.

También publicó un libro de relatos, "Los que llegamos más lejos", que conquistó el Premio Konex.

Brizuela ganó además el Premio Alfaguara de Novela 2012 (dotado con 175.000 dólares y una escultura de Martín Chirino), con un jurado presidido por Rosa Montero y compuesto por Montxo Armendáriz, Lluís Morral, Jürgen Dormagen, Antonio Orejudo y Pilar Reyes. En esa convocatoria se recibieron 785 manuscritos originales, convirtiéndose en la edición con más participantes desde que se da el premio. Montero ha definido al flamante libro como "un thiller existencial, perturbador, hipnotizante".

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