Una familia para el tango "Silencio"

REBAR

BUENOS DIAS

En 1932, Carlos I -Emperador de Tangolandia- estrenó en la película "Melodía de arrabal" el tango "Silencio", que pasó a ser algo así como la crónica cantada de la Primera Guerra Mundial. Entre los historiadores del 2 x 4 (que 2 x 3 inventan leyendas que adjudican al origen de los tangos) hay uno que jura por el gato de su casa, que Alfredo Le Pera escribió la letra inspirado en el drama de la viuda de un relevante político francés que fuera asesinado, con quien tuvo cinco hijos que murieron en aquella pavorosa hoguera. La descripción de esa tragedia familiar tuvo un suplemento más terrible aún, cuando el pistón de la orquesta de "Pirincho" Canaro, que actuó en la grabación de "Silencio" respaldó con una clarinada a "El Mago" en su grito de "¡Guerra!", al que se agregaba (por si alguien no se daba por suficientemente enterado) que los hombres se mataban, cubriendo de sangre los campos de Francia. Desde entonces, cada vez que se habla de una familia de cinco hermanos y su santa madre, se recuerda: "Son como los del tango Silencio".

El caso más actual se da con los Pinochet. Doña Lucía Hiriart se casó seis décadas y pico atrás, por la iglesia con un devoto creyente, y por civil con un militar, particularidades ambas que se fusionaban en el caballero de armas, Don Augusto Pinochet que, dicho sea de paso, jamás acertó a explicar el porqué del augusto con mayúscula. De sa unión fueron llegando a las faldas de la cordillera con mayúscula. De esa unión fueron llegando a las faldas de la cordillera andina, por orden de aparición: Lucía, llamada como la progenitora, hoy con 63 años: Augustito (62, a la cotización del día); María Verónica (59 años) que combina su sagrado nombre con una suerte taurina; Marco Antonio (medio siglo de existencia, con remotas reminiscencias romanas); y Jacqueline (la menor del lote, con 48 aniversarios declarados de mala gana). Cinco hermanos, en fin, que no marcharon a la guerra, y tras hacer el desvío de voluminosos fondos del Estado hacia suculentas cuentas bancarias, rumbearon para las seguras trincheras abovedadas del Banco Riggs de Washington, cargando en graciosas mochilas de paz más de 20 millones de dólares que, en vida de papá, el "clan" habría ido amasando con vocación artesanal. Por concepto de intereses y dividendos, esa suma estaría rozando hoy día los 27 millones de verdes. El jueves 4 de octubre ("Día del Animal") Cerda, el juez chileno Carlos Cerda, ordenó la detención y el procesamiento de los Pinochet por malversación de fondos; y un rato más tarde, los cinco hermanos entraron a disfrutar del secreto encanto de la celda, en tanto doña Lucía era internada en el Hospital Militar de Santiago con una presión arterial que amenazaba chocarla con los aviones de LAN. Pero, al día siguiente, viernes 5, Cerda dio marcha atrás y les concedió libertad provisional a todos ellos. Veinticuatro horas después, la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago dictaba la decisión final y... ¡afuera y bailando!

Están para una parodia de "Silencio": "Eran cinco hermanos, ella era una santa/ eran cinco vivos que cada mañana / contaban la guita y al Banco marchaban/ con gran desparpajo, y muy "segurolas"/ de que nunca nadie, descubriera nada".

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