Una ola de secuestros, una niña en peligro y los sobresaltos de un guardaespaldas que debe lidiar con algunos fantasmas de su pasado constituyen la sustancia de Hombre en llamas, film de acción y suspenso protagonizado por Denzel Washington que se anuncia para la próxima semana.
Cuando comienza el film se han perpetrado 24 raptos en seis días en Ciudad de México, y cunde el pánico. Los ricos padres (Marc Anthony, Radha Mitchell) de una niña de nueve años (Dakota Fanning) temen por la suerte de su hija, y contratan para su protección al ex-agente de la CIA John Creasy encarnado por Washington. Las relaciones entre guardaespaldas y protegida no podrían empezar peor. Sabihonda, preguntona, irritante, la niña empieza siendo una real molestia. Poco a poco, sin embargo, irá vulnerando el impenetrable exterior del personaje. Hacia la mitad del film hay una significativa vuelta de tuerca.
El asunto proviene de la novela Man on Fire, primera de las cuatro que el escritor A. J. Quinnell (de hecho un seudónimo) ha dedicado al personaje de Creasy. En 1980 el libro fue comprado por el productor Arnon Milchan, de Regency Enterprises, y se lo propuso al director Tony Scott, que en ese momento estaba dirigiendo El ansia. Por una razón u otra, Scott no pudo hacerse cargo del proyecto, pero el director asegura ahora que "siempre estuvo con él".
Más recientemente, el productor Lucas Foster unió fuerzas con Regency para desarrollar otra adaptación de Man on Fire, y para ello enroló al guionista Brian Helgeland (Los Angeles al desnudo, Río Místico), también director (Revancha, Corazón de caballero). El primer tratamiento del libro por parte de Helgeland, al igual que la propia novela, transcurría en Italia, pero el productor Foster y el director Scott razonaron que el lugar y sus mafiosos estaban muy trillados, y que los secuestros prácticamente han desaparecido allí tras la imposición de leyes más rigurosas.
El equipo de producción estudió alternativas (Brasil, Guatemala, México), y finalmente se decidió por el último de los tres países. En Ciudad de México "el secuestro es un gran negocio", afirma Scott, "muy controlado y organizado". Scott investigó algunos casos de secuestro en México, y el guionista Helgeland rediseñó la historia para adaptarla a las circunstancias. "La investigación fue invalorable en cuanto a la verosimilitud que le aportó a la historia", sostiene el director, agregando: "Incluso si el público no conoce los procedimientos y los mundos que detallamos en la película, creo que le parecerán muy auténticos".