GUILLERMO ZAPIOLA
No es frecuente que un actor vuelva a rodar un mismo asunto treinta y cinco años después, aunque encarnando a personajes diferentes. Es lo que ocurre con Michael Caine en "Juegos siniestros", que se estrena mañana en Montevideo.
Se trata de una nueva versión cinematográfica de la pieza teatral de Anthony Shaffer Sleuth, que fuera filmada en 1972 por el gran Joseph Leo Mankiewicz, con Laurence Olivier y el propio Caine. El tiempo ha pasado, y en esta nueva versión Caine interpreta al personaje que entonces hiciera Olivier. Jude Law es ahora su joven oponente que antes tuviera el rostro de Caine.
Irónicamente, es la segunda vez que Law interpreta a un personaje que ha sido encarnado previamente por Caine: en el 2004 protagonizó la no demasiado elogiada "remake" de la comedia dramática Alfie, inspirada en la pieza teatral de Bill Naughton que al ser filmada en 1966 (Alfie, el irresistible seductor) se convirtió en uno de los primeros vehículos estelares de Caine.
Quienes recuerden la obra de Shaffer o la película de Mankiewicz, saben que la historia de Sleuth (o Juegos siniestros) se centra en dos personajes en una mansión aislada, cuyo enfrentamiento puede tener consecuencias mortales. El hombre mayor es un exitoso escritor de novelas policiales que tiene razones para sospechar que su esposa lo engaña con el otro. El choque de caracteres está salpicado de sorpresas que no deben ser contadas en una nota periodística dirigida a espectadores que no han visto aún la película, e incluye alguna ingeniosa vuelta de tuerca final.
VARIANTES. Caine rechaza empero que la nueva versión, que dirige el shakespereano Kenneth Branagh (Enrique V, 1989; Mucho ruido y pocas nueces, 1994; Otelo, 1995; Hamlet, 1996) sea realmente una "remake". A su juicio, se trata de una relectura que introduce muchas novedades. "No estamos haciendo de nuevo el libreto de Anthony Shaffer, porque no tendría sentido. Quiero decir, Larry (Olivier), Joe Mankiewicz y yo hicimos un gran trabajo entonces", ha dicho Caine en una entrevista concedida a Roger Ebert cuando Branagh, Law y él presentaron la película en el festival de Toronto.
Caine atribuye en parte las variantes al hecho de que el libreto fue encomendado esta vez al dramaturgo y premio Nobel de Literatura Harold Pinter, quien tiene también una distinguida carrera como guionista cinematográfico (El sirviente, 1963; Extraño accidente, 1967; El mensajero del amor, 1970, las tres dirigidas por Joseph Losey; La amante del teniente francés, 1981, de Karel Reisz, y muchos más). Según Caine, Pinter no vio el film original, y solamente leyó dos veces la obra de Shaffer antes de ponerse a escribir su propia versión. Eso sí, estuvo rondando por el estudio durante la filmación, quizás para asegurarse que las cosas se hacían de acuerdo a lo escrito.
Caine comparte la opinión de varios críticos en el sentido de que Pinter "dio vuelta" el sentido de la pieza original, o en todo caso que los énfasis aparecen colocados sobre puntos diferentes. La pieza de Shaffer era algo así como una Agatha Christie más intelectual (y de hecho el autor escribió varias adaptaciones de Christie al cine, incluyendo Crimen en el Expreso de Oriente (1974, no acreditado), Muerte en el Nilo (1978), Demonio bajo el sol (1972) y Cita con la muerte (1988). Pero la película era esencialmente Mankiewicz, un juego de cajas chinas, de realidades y ficciones donde las fronteras se difuminaban y confundían.
La realidad nunca es lo que parece en el cine de Mankiewicz. Solamente existen la apariencia y el artificio, y quienes creen dirigir el juego y engañar suelen ser los engañados. Ese es, con variantes, el tema de films tan diversos como La malvada (1950), Cinco dedos (1952), La condesa descalza (1954), De repente en el verano (1959, sobre Tennessee Williams), Un perfecto y elegante crimen (1967, que era una actualización del clásico Volpone) o el antiwestern El final de un canalla (1970).
Si se le hace caso a Caine y al director Kenneth Branagh, la nueva versión es, en cambio, Pinter típico. "Le robamos a Shaffer la idea central y el título", sostiene el actor, agregando en cambio que el enfoque ha cambiado considerablemente. La motivación central de los personajes del original era el triángulo pasional. La mujer (que, en ambas versiones, nunca aparece en escena) desempeña ahora un papel muy secundario, al extremo que a cierta altura simplremente se la olvida o casi. De lo que se trata es de un conflicto de egos: en definitiva, de perder o ganar. Y aunque el tema no se explicita, en la composición de Law se insinúa un componente homosexual que no estaba en la anterior, que puede abrirse a una lectura totalmente diferente.
Caine declara que constituyó para él un verdadero placer pronunciar los diálogos concisos, restallantes, irónicos e inquietantes de Pinter. "Es como actuar `en serio` con un personaje de cómic", sostiene. "El cómic es divertido, y también Pinter. Es a la vez sumamente gracioso y siniestro".
ACTIVIDAD. Hay poca gente más activa en cine que Michael Caine. En medio siglo de carrera (debutó en la pantalla en 1956, en un pequeño papel no acreditado para el alegato contra la pena de muerte en Mientras espera la noche de J. Lee Thompson, con Diana Dors) ha actuado en ciento treinta y seis películas, fue cuatro veces candidato al Oscar como actor principal (nunca ganó) y otras dos como secundario (Hannah y sus hermanas, 1986; Las reglas de la vida, 1999; ganó las dos veces). Ha dilapidado con frecuencia su considerable talento en trabajos menores, pero cuando alguno le importa se nota y sube de nivel. Juegos siniestros puede ser uno de esos casos.
Tras ese trabajo hay décadas de esfuerzo. Contra lo que pueden hacer pensar los numerosos militares y educadísimos aristócratas que ha encarnado en la pantalla, Caine nació en 1933 (con el nombre de Maurice Joseph Micklewhite) en un barrio obrero londinense. Para actuar en Zulú, donde encarnó a un oficial del ejército de Su Majestad, debió disimular su barriobajero acento `cockney` y practicar ese inglés de dicción impecable que ha sido una de sus marcas de fábrica.
Luchó en la guerra de Corea, a su regreso se volcó al teatro, y fue suplente de Peter O`Toole en The Long, the Short and the Tall. Declara haber odiado a ese colega que desaparecía a menudo, se emborrachaba, y aparecía sobrio dos horas antes de que se alzara el telón. Nunca tuvo la oportunidad de suplantarlo en el escenario, excepto en algunas giras por provincia. Luego vinieron el cine, un personaje de agente secreto (Harry Palmer) que lo hizo popular, y una carrera que dura todavía.
Films en un futuro próximo
Michael Caine no para.
Actualmente tiene dos películas en post-producción, y varios proyectos en carpeta.
Lo más cercano es El caballero oscuro de Christopher Nolan, que se estrena en julio y que ha convocado al mismo equipo de Batman inicia, la anterior aventura del Señor de la Noche. Caine vuelve a ser el atildado mayordomo Alfred, fiel servidor de Bruce Wayne/Batman.
El otro film en post-producción es Is There Anybody There?, un drama familiar dirigido por John Crowley acerca de un niño enfrentado a los dramas de crecer en un pueblo costero inglés.
Los varios rostros de un intérprete muy versátil
El Americano
En 1957, Joseph Leo Mankiewicz había dirigido una primera versión de la novela El americano tranquilo de Graham Greene, protagonizada por Audie Murphy. Un estupendo Michael Redgrave encarnaba al personaje del periodista Fowler, que fue repetido por Michael Caine en esta "remake" que el australiano Philip Noyce dirigió en el año 2002, y que le valió al actor una de sus nominaciones al Oscar. Mankiewicz también dirigió a Caine en el original Sleuth, dicho sea de paso.
Batman inicia
Hay papeles que Caine saca prácticamente en piloto automático, y el del mayordomo Alfred de la serie de Batman es seguramente uno de ellos. Nunca le falta, empero, ese chispazo de inteligencia y sutil ironía que el actor es capaz de deslizar en casi todo lo que hace. Desde que murió John Gielgud y Anthony Hopkins está dedicado a otras cosas, ¿qué mejor mayordomo (ese "caballero de un caballero", como dicen los ingleses) se puede tener en cine que Michael Caine?
Niños del hombre
La inquietante visión del futuro del mexicano Alfonso Cuarón, según novela de P.D. James. En ese mundo donde la humanidad se ha quedado estéril y una mujer embarazada es un precioso tesoro a defender, Caine encarna (otra vez acaso en piloto automático) a una especie de viejo "hippie", casi un sobreviviente de los mejores (o peores, vaya uno a saber) años sesenta, que conserva una dosis de rebeldía y espíritu libertario en medio de un entorno prácticamente orwelliano.