TEATRO
Gastón Carbajal habla de su personaje Walde y el unipersonal "Único medio presente" que tendrá una función el miércoles en Magnolio Sala

A Gastón Carbajal le daba vergüenza atender el teléfono cuando los oyentes llamaban a la radio, y comenzó a crear un alter ego por necesidad. Así surgió Waldemar, un personaje simpático y gracioso que siempre está luciendo una campera de nylon, se pasea en bicicleta por todos lados y cuenta anécdotas de su barrio. Su acento, indescifrable, es otra de sus características.
Cuando Carbajal se sumó como productor a La mesa de los galanes (Del Sol), continuó atendiendo el teléfono y hablando como ese personaje, lo que desconcertaba a los oyentes del programa radial.
“Ni el Piñe ni nadie sabía que lo hacía”, recuerda Carbajal“, quien gracias a impulso de Piñeyrúa, comenzó a participar del programa.
“Al principio no lo quería hacerlo mucho porque me daba vergüenza. Es la radio donde están Darwin Desbocatti y el Tío Aldo, y me daba cosa hacer el personaje”, dice Carbajal.

De a poco, Walde fue ganando minutos al aire y hoy es integrante a pleno de La mesa de los galanes. Además, el miércoles, ese personaje volverá a subirse al escenario, en Magnolio Sala (entradas a 600 pesos en Tickantel) con el unipersonal de humor Único medio presente que se estrenó el pasado diciembre.
Esta es la segunda experiencia de Carbajal sobre un escenario después de Orejón del tarro que hizo junto a Camilo Fernández. “Ese espectáculo era básicamente el show de los no famosos de La mesa de los galanes y contábamos cómo veíamos el mundo de las celebridades y esto que nos tocó vivir siendo no conocidos”, dice.
Cuando Fernández salió de la ecuación, Carbajal decidió hacer un show en solitario. Se reunió con Ernesto Muniz y así surgió Único medio presente.
“Waldemar, desde que participó en 13 a 0 y le dieron un carnet de prensa, está convencido que es periodista. Va a eventos, es medio figureti, y se manda para todos lados”, dice.
Este nuevo espectáculo contará cómo es la vida de este personaje desde que se convierte en “periodista”, contando anécdotas como cuando fue a los Premios Iris a Enjoy, su primera vez en el estadio y recuerdos de su barrio.
—Tu humor es cercano, de barrio y sin necesidad de insultar. ¿Es un diferencial?
—Al principio fue involuntario el que no haya insultos o malas palabras. Varias personas me han llamado la atención sobre eso. Ahora ya quedó, porque una de las características del personaje es esa: le da vergüenza decir malas palabras.
—¿En quiénes te inspiraste?
—En la gente de mi barrio. Soy de Punta de Rieles y empecé a meterle historias de los personajes con los que conviví a lo largo de toda mi vida.
—Tu personaje anda en bicicleta a todos lados, ¿en eso sos igual a Walde?
—Sí, desde hace un tiempo es mi único medio de transporte. Waldemar recorre distancias más largas porque vive en Barros blancos y yo en el centro.
—¿Cómo es estar en esa mesa llena de caras conocidas?
—Está bueno porque los que escuchaba cuando era guacho. Y trabajando con ellos te das cuenta que son unas bestias de laburadores y muy humildes. Uno puede tener la imagen que por ser famosos son creídos, y ellos no son así. Son vergonzosos, tímidos y muy laburadores. Entonces, si estos que andan bien son así, yo no me puedo hacer el crá. Trato de aprender lo que hacen ellos, y eso es lo divertido de trabajar en La mesa de los galanes, no hay nadie con estrella en el cuadro.