Publicidad

Nadia Mara y su historia de amor con "El cascanueces", el ballet que le cambió la vida

Compartir esta noticia
La bailarina Nadia Mara. Foto: Leonardo Mainé

ENTREVISTA

Antes del estreno de "El Cascanueces", que se verá en el Auditorio Nacional del Sodre hasta el domingo, la primera bailarina del BNS repasó su relación con el ballet que le cambió la vida

No es necesario estar frente a Nadia Mara para adivinar sus expresiones. Dialogar por teléfono con la primera bailarina del Ballet Nacional del Sodre es como verla en escena desde la última fila de la galería alta de la sala Eduardo Fabini: alcanza con capturar apenas algunos de sus movimientos para hacerse una imagen de su rostro. Durante su entrevista con El País no habrá música ni danza, pero a través de la cadencia de su voz transmitirá lo mismo que en cada una de sus actuaciones.

Tiene una sonrisa constante —una de esas que no se ven pero que se perciben a través de su relato entusiasta—, evoca su niñez como si aún estuviese frente a ella y habla casi que con desenfreno cuando recrea todos esos momentos que la marcaron. Es tanta la vitalidad de su narración que uno se la imagina recorriendo las habitaciones de la casa mientras habla por celular. Su voz pinta de colores vivos toda la escena.

Y el disparador de este diálogo es El Cascanueces, el clásico ballet navideño que desde esta noche y hasta el domingo 26 presentará en el Auditorio del Sodre junto al Ballet Nacional; quedan entradas en Tickantel. La inocencia, la capacidad de sorpresa y la imaginación sin límites, todos esos aspectos de la niñez que uno anhela mantener toda la vida, describen a Clara, el personaje que Mara interpretará por primera vez en su vida en las funciones del 16, 21 y 23.

Eso sí, este ballet con música de Chaikovski no es una novedad en su vida. Mientras formó parte del Atlanta Ballet de Estados Unidos, interpretó varios roles de El Cascanueces durante 16 diciembres, pero su relación con la obra viene de mucho tiempo antes. “Fue el primer CD que tuve en mi vida; era el típico disco doble con el primer y segundo acto. Lo escuchaba sin parar, pobre mi familia”, recuerda con una carcajada.

Mara, que se inició en el ballet a los tres años —su primera clase fue en el salón de la escuela de la cooperativa Vicman, en Malvín Norte—, toma impulso para narrar una secuencia que la marcó. “Cuando tenía ocho años, el Ballet del Sodre bailó El Cascanueces en el Palacio Peñarol; fue el primer ballet que vi en vivo”, relata. “Fui con mi madre y estaba sentada allá arriba, apoyada en una baranda, desbocada y mirando todo sin pestañear. Estaba hipnotizada. Me acuerdo de los tutús, del coro que cantaba en vivo junto a la orquesta —era la primera vez que veía algo así— y de los niños bailando. Me identifiqué con ellos porque yo quería bailar así. Trataba de aprenderme todos los movimientos para poder hacerlos en un futuro”.

Nadia Mara bailó en el Atlanta Ballet por 16 años
Nadia Mara. Foto: D. Borrelli

Aquella noche de diciembre de 1996 fue tan intensa como una epifanía. “Fue un momento decisivo en mi vida. Me podía ver en el escenario junto a esos niños; esa noche me di cuenta: yo quería ser bailarina”, asegura. Y no fue la única en notarlo. Según describe, su madre quedó “totalmente impresionada” con su reacción: “Ver a una chica de ocho años totalmente compenetrada con lo que pasaba fue la confirmación de que ese era un interés verdadero”.

Fue tanta la carga emocional de aquella función que cuando llegó a su casa, Mara no podía dormir. “Imaginate el impacto que hace en un niño una obra de esta magnitud, donde pueden asociar su niñez, la Navidad y las cosas de su vida cotidiana en un escenario. Es un sueño”, asegura. “Hasta me sentía celosa de no poder estar ahí en el escenario. Pensaba: ¿por qué yo, que me apasiona tanto bailar, no puedo lograr eso?”, admite con una sonrisa.

Esa presentación en el Palacio Peñarol no hizo más que acrecentar su compromiso con el ballet. Después de haber pasado por la escuela de Mariel Odera —que en ese momento era primera bailarina del BNS— y por la Escuela Nacional de Danza, El Cascanueces volvió a marcar su vida. “Durante años, pasaron en el cable la versión de El Cascanueces que tenía a Macaulay Culkin y que se hizo muy famosa. Me la grabé en VHS y la miraba y la miraba para aprendérmela”, relata. “Y gracias a esa variación, que para la gente que no conoce de danza es la del Hada de Azúcar, fui becada en Estados Unidos”.

Nadia Mara. Foto: Darwin Borrelli.
Nadia Mara. Foto: Darwin Borrelli.

Mara, que en ese momento tenía 18 años, tuvo un brevísimo paso por la North Carolina Dance Theatre y luego llegó al Atlanta Ballet, donde se quedó durante 16 años. Y El Cascanueces tenía todavía más sorpresas guardadas para la uruguaya. “El Hada de Azúcar fue mi primer rol principal en ballet. Tenía 19 años y lo sentía como el sueño cumplido de esa niña de 8 años”, dice.

Enseguida, la bailarina electriza su relato. Se ríe, levanta la voz y se emociona como aquel día en que descubrió que estaba a punto de dar el paso más importante de su carrera, al menos hasta ese momento. “¡Me acuerdo de todo!”, lanza desde el otro lado de la línea telefónica. “Me acerqué a la lista y, claro, empecé a mirar por el cuerpo de baile. Pensé que no me iban a poner más arriba, cuando llego a la parte de los solistas, de la nada viene una amiga y me dice: ‘¿Nadia, viste que te pusieron en el primer rol?’ No lo podía creer. Estaba ahí arriba, como el Hada de Azúcar, junto a Jacob Bush, otro chico jovencito que entraba a la compañía. Nos dimos un abrazo y nos prometimos que íbamos a poder cumplir con la expectativa”.

Nadia suelta una pequeña carcajada mientras repasa los momentos previos a enfrentarse a esa lista. “Yo decía: ‘Por favor, universo, dame una oportunidad porque sé que lo puedo hacer’. Y el poder de la mente me ayudó. Pero no era solo la fuerza del deseo, sino por trabajar para eso”, asegura. “Ensayamos mucho fuera de horario para lograrlo”.

La noche del estreno en el Atlanta Ballet fue memorable. “Era una prueba muy difícil, porque eso iba a definir si estaba lista para bailar otros roles principales en el futuro”, relata. “Tenía un tutú hermoso con muchas joyas, y mi madre me decía que tenía que ponerle una cintita roja para la buena suerte. Nadie sabía, pero se la cosí... ¡y sirvió!”.

"Cuando se acerca Navidad en Estados Unidos, El Cascanueces suena siempre en los supermercados y en los shoppings. Llegó un momento en que mis compañeros se aburrían de escucharla; me decían: 'Lo estamos bailando las 24 horas y todavía tenemos que escucharlo', pero a mí me genera otra emoción. Me daban ganas de bailar en el supermercado", dice con una nueva carcajada.

Ahora, después de haber bailado El Cascanueces tantos diciembres, Mara está lista para hacerlo en su país natal por primera vez. Y, seguramente, entre los asientos del Auditorio Nacional del Sodre habrá una niña como Nadia Mara, dispuesta a emocionarse tanto como ella en aquella noche de 1996 en el Palacio Peñarol.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad