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La verdadera historia del circo en el Uruguay

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Juan González Urtiaga

Artes circenses

Salió a la venta un libro poco común: El circo eterno, glorioso e inefable

Un librito curioso y de tema atrapante, que arroja luz sobre un asunto interesante y no muy difundido: el circo en Uruguay. Su autor es el actor e investigador Juan González Urtiaga, quien cuenta con una larga trayectoria estudiando ese tipo de espectáculo. En este caso amplió la cronología, para arrancar la historia en 1789, cuando el circo en estas latitudes no tenía carpa ni había conquistado el esplendor que luego cobraría. El circo eterno, glorioso e inefable es una publicación sencilla, de autor, y se vende en Linardi y Risso, La lupa y otras librerías de materiales selectos.

“Yo he escuchado decir, incluso en Primaria, que sin ser los hermanos Podestá, o luego el Circo Sarrasani, que vino ya por los años 20, no hubo casi manifestaciones circenses en Uruguay. Y yo en este libro registro 120 circos que llegaron al país, desde la Colonia hasta el movimiento grande de circos criollos que hubo aquí”, explica el autor a El País, al señalar la utilidad de este material.

El libro, de 138 páginas, arranca con las primeras compañías que fueron llegando al país, para luego ahondar en el llamado circo de segunda parte, es decir, aquel que también tenía una representación teatral en su programa. Luego pasa a las primeras compañías locales, para dedicar obviamente algunos capítulos a la familia Podestá, y el fenómeno de Juan Moreira. Pero también desvela personajes mucho menos conocidos del trapecio, la acrobacia y la comicidad cirquera, en una larga lista de nombres que hoy ya casi nadie recuerda.

González Urtiaga (Montevideo, 1943) es también docente, y conoce el teatro desde dentro, dado que egresó de la Emad (en 1967) y a lo largo de cuatro décadas ha participado de numerosos montajes, incluyendo muchos de la Comedia Nacional, que integró como invitado entre 1965 y 1973.

Buen conocedor del arte escénico y del circo, declara no estar en contra del circo con animales: “No, no estoy en contra. Yo creo que el animal se puede amaestrar sin pegarle. Yo conozco mucho de caballos, y es un animal muy inteligente, que entiende lo que se le indica, sin necesidad de pegarle. Yo no creo que en el Circo de Moscú hayan logrado que los osos anden en moto, porque les peguen. Sí los compensan con algo, si hacen determinadas habilidades. Y hay animales muy fácil de amaestrar, como el mono, que está capacitado para un montón de cosas”, puntualiza.

“Y sobre el tema del mal trato, yo no sé si es tan así. A mi me contaba una trapecista, Mabel Agosto, que vive en Trinidad, que hubo un chimpancé, en un circo, que vivía solo en su casarrodante. Y que todos los días le traían un café con leche con tres medialunas. Y que si le daban dos medialunas en lugar de tres, se enojaba”.

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