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Josep Maria Miró: el dramaturgo catalán que fue periodista y eligió la mentira para contar la verdad

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Josep Maria Miró

TEATRO

El escritor y director catalán habla sobre su vínculo con Uruguay, sobre teatro y sobre Tiempo salvaje, la obra que estrenó junto a la Comedia Nacional.

Unos días antes del estreno,Josep Maria Miró, dramaturgo, director y catalán, viajó a Punta Ballena para visitar — para estar cerca— la casa en la que alguna vez vivió Margarita Xirgú. Entonces sintió que dirigir al elenco de la Comedia Nacional era, también, una forma de conectarse con su legado: con todo lo que hizo una mujer catalana y exiliada por el teatro uruguayo .

El pasado dos de octubre, exactamente el mismo día de su 75 aniversario, el elenco estrenó la obra Tiempo salvaje, escrita y dirigida por Miró. Ese día, justo antes de que empezara la función, el director reunió a todo el equipo en el escenario y les dijo, más o menos, esto: que les agradecía por hacer que todo eso funcionara.

Todo eso es una obra compleja —con una escenografía imponente de Adán Torres que es a la vez soporte, personaje y acción— que cuenta la historia de un barrio privado de una ciudad fronteriza, en la que la llegada de una joven de 17 años perturba la calma — aparente— en la que viven sus habitantes. Todo eso es una obra que, ante todo, tiene preguntas: ¿qué hace una comunidad ante una muerte? ¿qué sucede cuando sucede una muerte joven? ¿qué pasa cuando una mujer habla y nadie le cree? ¿cómo se construye la memoria colectiva? ¿cómo se convive? ¿este es un lugar lindo para vivir?

Ahora, que pasó un mes del estreno y que Miró ya está de nuevo en Barcelona, después de que supo que había ganado el Premio Nacional de Literatura Dramática de España por el texto El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar — que el actor Alfonso Tort estrenó en Montevideo con la dirección de Fernando Parodi, dice que haber trabajado con el elenco de la Comedia Nacional fue encontrarse con “unos instrumentos actorales muy sofisticados”. Sabe que eso es algo que se sostiene con la historia del elenco y que esa historia es, también, ese legado que un día fue a buscar a Punta Ballena.

—Sos un dramaturgo con mucha presencia en Uruguay. ¿Cómo empezó tu vínculo con el país?
— Yo en 2013 viajé por primera vez a Montevideo con una beca, estuve tres meses viviendo allí y escribiendo. Después se fueron estrenando algunas de mis obras: El principio de Arquímedes, Nerium Park, Umbrío, La travesía y Olvidémonos de ser turistas. Siento que Uruguay es uno de los países en los que he tenido más presencia teatral, y aparte me pasa que enseguida generé un vínculo humano muy fuerte, hay personas allí que son mis amigos. Recuerdo que uno de los grandes espectáculos que vi en Montevideo fue Proyecto Felisberto, que me pareció increíble, con ese espectáculo conocí a Felisberto Hernández y luego la conocí a Idea Vilariño y a Levrero, y a Gurvich. Es un país chiquito con un potencial de talento artístico sorprendente. Yo cuando vengo a Montevideo me siento un poco en casa, tiene unos tiempos y unas dimensiones parecidas a Barcelona.

Sin embargo, es la primera vez que dirigís acá
—Sí. Yo no soy un director. Soy un escritor que a veces se dirige y que intenta hacerlo lo mejor posible. Este es un proyecto que yo tenía que venir a hacer en 2020, era de la gestión de la Comedia Nacional de Mario Ferreira. Luego, con el cambio de dirección, Gabriel Calderón me dijo que también le interesaba hacerla.

—¿Cómo fue trabajar con el elenco de la Comedia Nacional? 
—Maravilloso. Me encontré con unos instrumentos actorales muy sofisticados. Tener a un actor o una actriz que tiene una actividad permanente hace que tenga el músculo muy desarrollado. Tengo la sensación de que el conjunto actoral es muy compacto, que todos están en la misma obra, no ves que estén en códigos diferentes. Pero aparte me parece que hay una cosa muy minimalista, que no busca la espectacularidad, lo efectista, sino que es muy sobria, busca la verdad. Y hemos intentado trabajar eso: encontrar esa verdad, sin importar si la obra se alarga o se acorta. Después habrá público al que le entusiasmará, público al que le parecerá largo, pero también es fascinante que sea así. Porque si buscas trabajar para todo el público, no trabajas para ninguno.

Tiempo salvaje, de Josep María Miró por la Comedia Nacional
Tiempo salvaje, de Josep María Miró por la Comedia Nacional. Foto: Comedia Nacional

—Justamente, Tiempo salvaje una obra muy larga, en la que incluso hay un intervalo. Lo mismo sucedía con El cuerpo… ¿Por qué escribís textos largos, que requieren del tiempo para construirse, en un momento en el que el tiempo se mide en historias de Instagram?
— Es curioso porque han llegado juntas dos obras que tienen una dimensión diferente de las anteriores. Yo siempre me había movido en un margen de la hora y diez u hora y media y llegaron dos obras que duran mucho. No lo calculo excesivamente a esto y creo que las obras tienen el tiempo que necesitan. En el caso de Tiempo salvaje, es la única obra que tengo con un intervalo, pero son muchas tramas también, todas van convergiendo en un mismo punto. Y en ese sentido yo me he desacomplejado: las obras duran lo que tienen que durar, tienen las pausas que tienen, tienen las necesidades que tienen. Y me parece que es verdad, que tenemos un mundo en el que se le ofrece mucha inmediatez al espectador, pero al mismo tiempo luego te encuentras a un espectador que disfruta de ese tiempo. Estoy trabajando para un espectador que sé que existe. Y que igual no es el mayoritario.

—En ambas obras hay algunas muertes ¿Cómo se aborda el tema en teatro?
—En teatro una muerte nunca puede ser banal. La muerte de un joven, en literatura o en teatro, siempre abre un espacio de reflexión, un acto de espiar el pecado: ¿qué ha pasado en una comunidad que un joven ha muerto? ¿qué ha pasado en Verona que han muerto dos amantes, Romeo y Julieta? Hay muchas obras en las que la muerte tiene un carácter sacrificial y a la vez de reorganización para que empiece alguna cosa nueva. Me parece que tanto Tiempo Salvaje como El cuerpo hablan de la necesidad de la comunidad de encontrar unos mecanismos éticos para convivir con uno mismo y con el otro. Yo digo que son unas obras que entregan unas dudas y unas muertes al espectador para que piense qué tenemos que hacer con esto.

—Además de dramaturgo tú sos periodista. ¿Hay una intersección en tus textos de ambas disciplinas?
— A veces vinculan mis textos a lo actual y lo que yo intento es contar un tiempo. Porque de la actualidad se tiene que encargar el periodismo. No se puede contar la actualidad porque caduca demasiado rápido, no se puede escribir y montar un espectáculo sobre el escándalo de la monarquía española porque cuando lo vas a montar, ya se acabó. A la anécdota concreta la tiene que contar el periodismo o un medio inmediato.
Yo hace más de 15 años que no ejerzo de periodista. Lo curioso es que para mí hay una cosa que conecta a uno y otro espacio: el periodismo, a través de datos rigurosos, intenta llegar a la verdad, si es posible llegar a una verdad. El camino del teatro es inverso: a través de una mentira intenta llegar a la verdad o a la realidad. Son caminos inversos. Yo he encontrado más fascinante a la mentira para llegar a la realidad o verdad. El teatro es maravilloso por eso, porque es un viaje que haces a través de la mentira.

Un título en la sala principal del Teatro Solís 
Tiempo salvaje, de Josep María Miró por la Comedia Nacional

Tiempo salvaje, que estrenó el pasado dos de octubre, está en la sala principal del Teatro Solís jueves, viernes y sábados a las 20:00 y los domingos a las 18:00. Las entradas están a la venta en Tickantel o en la boletería del teatro. 

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