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Inés Estévez, con el teatro a Uruguay: "Fantaseo, no de una manera liviana, con un futuro en Montevideo"

Es una de las actrices argentinas más respetadas y por primera vez hace teatro ante el público uruguayo, con "Bosque adentro" en la Sala Zavala Muniz. De la obra y el camino, su charla con El País.

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Inés Estévez en el exterior del Teatro Solís.
Foto: Leonardo Mainé

Podría elegir este país para vivir y, sin embargo, sus más de 30 años de carrera nunca la hicieron actuar en Uruguay. Hasta este martes, de hecho, desconocía cómo era el interior del Teatro Solís, el más emblemático de los escenarios nacionales. Pero la historia está hecha para ser cambiada y hoy, esta noche, en ese lugar, Inés Estévez se enfrentará por primera vez al público teatral local.

Lo hará con Bosque adentro, una obra que define como sencilla y honda, una road movie teatral para dos actrices (la otra es Agustina Benavides), que tendrá funciones desde hoy y hasta el domingo en la Sala Zavala Muniz del Solís. El texto es de Carla Moure, dirige Corina Fiorillo y quedan entradas en Tickantel (hay 2x1 para socios de Club El País).

Estévez (58), una de las actrices argentinas más respetadas de su generación, con camino en teatro, cine y televisión, cantante inclinada hacia el jazz, a la espera del estreno de tres películas y dos series de las que participó, charló con El País antes del debut. Este es un extracto de eso.

—Has dicho que en Uruguay te sentís en casa, que te une un vínculo muy estrecho. ¿De dónde viene eso?

—No sé. Siento como una, no sé si pertenencia, pero hay algo del espíritu de la gente y del paisaje de Uruguay que siento que coinciden en todo conmigo. De hecho tuve una casa en Colonia y mi plan era vivir ahí, una casa en las afueras, en Laguna de los Patos, y por diversas razones no se concretó. Pero mi objetivo era vivir acá, y siempre fantaseo, no de una manera liviana, con un futuro en Montevideo, una ciudad inteligentemente construida de cara al río, con un tempo interno que contempla muchísimo más la humanidad y la salud psicoemocional de sus habitantes... Y el paisaje me gusta.

—Pero este va a ser tu estreno teatral en Montevideo. Es curioso…

—Sí, siempre vine con la música. También sucede que yo elijo muchísimo el teatro, no hago mucho teatro, más que nada porque me lleva mucha energía. O sea, uno se puede imaginar que trabajar 10 horas en un estudio de televisión o haciendo cine es un montón, y lo es, pero es un trabajo a corto plazo. En cambio el teatro es de miércoles a domingo, y si funciona bien se puede llegar a estar cuatro años en la misma obra. Entonces tu “tiempo libre” se ve muy alterado, se vuelve muy acotado con el teatro comercial.

—Buenos Aires y Montevideo comparten el ser ciudades megateatreras, que siempre tiene una cartelera muy amplia. ¿Qué sentís que está pasando de particular en este momento con el teatro argentino?

—En Argentina desde 2001, con toda la situación atroz que vivimos, porque ahí realmente era prohibitivo ir al teatro, explotó el teatro independiente. Y desde su explosión las propuestas siempre fueron muy alternativas, en todos los sentidos. Lo que siento es que ahora en Buenos Aires, paradójicamente, hay una gran oferta de teatro comercial, grandísima. Y siendo que se ha convertido en un país muy caro para vivir, es llamativo que aún así la gente invierta lo poco que tiene en ir al teatro.

—Hay una idea de que la gente invierte en cierto tipo de teatro para poder evadirse de la realidad.

—Y sí, puede ser, de hecho hay muchas propuestas que son más ligadas al entretenimiento, más pasatistas. Creo que la gente está necesitando muchísima evasión y probablemente tenga que ver con eso, pero es llamativo porque hay colas de gente en la calle Corrientes de Buenos Aires en un momento en el que ir al teatro no es tu entrada solamente: es la entrada de tu pareja, el estacionamiento, ir a comer después, y estamos en una crisis económica muy severa. Y sin embargo... Después de los grandes tsunamis sociopolíticos, sobre todo si hay represión, hay un gran florecimiento. Esa opresión cede y todo lo que estuvo guardado explota.

—¿Cuando vos vas al teatro, qué vas buscando?

—Yo no voy buscando nada. Como espectadora soy totalmente inocente, ingenua, o sea, creo todo, vibro todo, siento todo; solo me puede sacar del marco de ficción, no sé, una actuación no sentida. Pero si hay sentimiento, compro. No soy crítica y me gusta no serlo. Tengo muchos desprejuicio a la hora de elegir no sólo proyectos que voy a ver sino que voy a hacer. Cuando era más joven estábamos más condicionados, había mucho condicionamiento en relación a qué línea de trabajo ibas a elegir, y si elegías determinada línea estabas inhabilitada para otra. O eras comercial o eras artística. Ahora está mezclado, y en esa mezcolanza me gusta ser aún más desprejuiciada de lo que el sistema permite.

—De cualquier manera, sobre vos existe la idea la actriz “seria”.

—Sí, porque construí un camino basado en la elección del contenido, no del éxito o de la popularidad del proyecto, y me sigue interesando el contenido. Lo que pasa es que ahora creo que también he dado sobradas pruebas de mi capacidad, entonces la gente asocia mi presencia con un contenido, independientemente de que la oferta sea más comercial o aparentemente banal o frívola.

—¿Qué es lo que encontraste en Bosque adentro que hizo que te sumergieras en este proyecto?

—Me gustó que estuviera escrita por una mujer, dirigida por una mujer, es una obra de mujeres aunque hay figuras masculinas omnipresentes que interpelan a los espectadores varones. Y es una obra simple, honda pero sencilla. Soy una defensora de la simpleza, no creo que lo complicado aporte mayor evolución; al contrario, me parece que la simpleza es un gran valor en este momento.

—La has definido como tu obra más entrañable. ¿Por qué?

—Creo que es el hecho de transitar un personaje que ejerce una maternidad llena de responsabilidades a cargo de un espíritu que en realidad todavía no maduró. O sea, esto de ser madre y ser niña en algún lugar, ser madre y no haber resuelto tu propio rol filial, ser madre y tener que operar con madurez frente a situaciones que vos misma no has podido resolver. Entonces hay momentos del personaje en donde es madre y hay momentos en donde es hija, y hay un momento muy conmovedor en donde es hija de su propia hija, y eso me parece muy movilizador, porque es una realidad que el sistema socioeducativo niega. Y es que no estamos preparadas nunca, nunca, jamás. O sea, sos madre mientras lo vas ejerciendo y constatás a cada paso que no sabes nada.

—¿Y a tu propia experiencia de maternidad, que no es neurotípica, cómo le impacta este trabajo?

—Impacta en el sentido de que me doy el gusto de ser una madre neurotípica que es algo que nunca me va a pasar, o sea, vivo lo que nunca voy a vivir (NdR: Estévez tiene dos hijas neurodivergentes). La ficción me sirve para transitar nodos y conflictos y desenlaces que solo se pueden atravesar a través de una maternidad neurotípica; o sea, tener una hija que quiere independizarse es algo que no me va a suceder nunca, así que me doy la panzada en la ficción. Por lo menos me imagino cómo sería la independencia mía (se ríe).

—Al final la ficción tiene ese poder, te habilita a vivir otras vidas.

—Sí, la ficción es muy catalizadora, sublimás mucho a través de la ficción. Por eso es constructiva, por eso es terapéutica, porque atravesás emociones y estados y sentimientos que quizás en la vida real te están vedadas. Es muy interesante vivir otras vidas, ser otras personas.

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