Historia truculenta al costado de la escena

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Andrea Davidovics y Jimena Pérez en un drama  de dolores y deseos. Foto. M. Fernández

Lo primero que habría de destacar de Lucas o El Contrato, que la Comedia Nacional acaba de estrenar, es la sala donde se desarrolla la obra. Porque este teatro de la Asociación Cristiana de Jóvenes, de unas 160 localidades, quizá no sea muy conocido para mucha gente, y sin embargo, es un espacio escénico cómodo y agradable, con buenas butacas, algo que el espectador de teatro no siempre encuentra y siempre agradece.

Desde esos arrobadores sillones el espectador mira y escucha una obra poco común en temática, que habla de la sexualidad de un hijo deforme, que no aparece en escena. Sí aparecen dos personajes femeninos vinculados a él. Por un lado su madre (Rosario, a cargo de Andrea Davidovics), quien contrata los servicios de una prostituta (Sandra, por cuenta de Jimena Pérez), para estimular a esa mezcla de niño y adulto que está en la habitación de al lado, del que el público solamente escucha algunos sonidos de jadeo o excitación.

Lógicamente, más que describir al ser que no aparece en escena, el autor Dino Armas quiso trazar a esos dos personajes femeninos, sus choques, sus encuentros, sus puntos en común y sus diferencias.

La madre, severa y rigurosa, va abriéndose en el correr de la hora que dura el espectáculo, para mostrar su pasado, sus vínculos afectivos y los fracasos que la llevaron a esa situación. La mujer contratada también va informando sobre su pasado, entablándose entre ellas un nexo en el que va cambiando el lugar del poder. Los sentimientos van aflorando, así como las heridas de viejos afectos y vínculos familiares, y las identificaciones no tardan en aparecer.

No le falta fantasía a esta extraña ficción de Armas, que sorprende por lo inusual del planteo y desarrollo. Y lo hace desde un terreno que no dispara hacia lo onírico y fantástico, sino que nunca abandona su sentido cotidiano, por más que el planteo ficcional sea algo inverosímil. De los dos personajes, el de la madre tiene perfiles más lógicos o creíbles, mientras que el otro es algo más forzado.

Lucía Sommer, desde la dirección, utilizó bien el material literario, y lo llevó a escena cargándolo de misterio, y quitándole lo que podría haber sido un costado costumbrista. Las actrices interpretan muy bien esos roles, aunque algunas escenas físicas son un poco duras, asunto que puede tener más que ver con el texto y la dirección, que con el par de actrices.

Armas busca un texto de intenciones literarias, aunque el mismo no tiene mucho vuelo en ese terreno. Sí tiene un buen manejo en la dinámica escénica y en la administración del tiempo ficcional. El autor, con una adjetivación bastante sencilla, arma con habilidad un despliegue interesante de personajes y discursos, intercalando bien el diálogo y el monólogo, lo que se discute y lo que se recuerda.

El texto tiene relatadas escenas sumamente teatrales, de tumbas, truenos, desgarros y relámpagos. El espectáculo puede ser seguido con facilidad por un espectador sencillo, o puede ser estimulante para un intelectual amante del psicoanálisis, dado que los lazos humanos que describe son muy complejos y sugerentes. Al pasar raya, puede que sea un poco caótico el sentido último del eficaz argumento.

Lucas o el contrato [***]

Compañía: Comedia Nacional. Texto: Dino Armas.Dirección: Lucía Sommer. Actores: Andrea Davidovics, Jimena Pérez. Dirección de arte: Paula Kolenc. Duración: 60 minutos. Sala: Asociación Cristiana de Jóvenes, Colonia 1870. Funciones: Sábados a las 21:00 y domingos a las 19:00, hasta el 31 de julio. Localidades: $ 150.

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Andrea Davidovics y Jimena Pérez en un drama de dolores y deseos. Foto. M. Fernández

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