El mérito mayor es de Sergio Blanco, artistas que más de dos décadas atrás irrumpía en la escena local, al ganar el Florencio Revelación, en 1991, por su espectáculo Vida y muerte del rey Ricardo III, que sobre texto de Shakespeare se había hecho en el Castillo del Parque Rodó.
En aquella ocasión, el galardón lo becó a Francia, país donde luego se radicó, desarrollando una carrera que es puente de uno y otro lado del Atlántico. Un punto alto de su producción como dramaturgo y director es Tebasland, que desde hoy da ocho funciones, en la Sala Hugo Balzo, del Auditorio Nacional Adela Reta (en Andes y Mercedes).
La obra estará en cartel de jueves a domingos, por dos semanas, siempre a las 21 horas con entradas a $ 200, que se venden en TickAntel. ACLARACIÓN: la función prevista para hoy jueves 5 se suspende debido a que un integrante del elenco fue padre.
Blanco es un dramaturgo de escritura enjundiosa, de muchas ideas, que busca además formatos de interés para la escena. En el caso de Tebasland, su escritura (y el respectivo montaje) conjugan todo eso: una dinámica ágil en el escenario, bastante para decir en el plano de los contenidos, y sobre todo, buen nexo entre ambos planos. En este espectáculo, la estructura de las escenas en prácticamente parte del argumento.
Gustavo Saffores protagoniza la pieza, apoyado por Bruno Pereyra. El autor toma como tema central la figura del parricidio, inspirándose en el mito de Edipo, y creando a partir de allí un expediente judicial imaginario sobre un joven parricida llamado Martín Santos.
A partir de los sucesivos encuentros que mantienen ambos personajes en la cancha de básquetbol de una prisión, el joven recluso va dando elementos a un dramaturgo de ficción, que busca poder escribir la historia de dicho parricidio. Pero poco, el asunto irá cambiando de eje, pasando no tanto de la reconstrucción del crimen, sino de la representación escénica de los encuentros entre ambos personajes.
De este modo, la pregunta inicial que abre la pieza, que plantea cómo es posible matar a alguien, será reemplazada por cómo es posible representar un homicidio y sus móviles. O sea que Tebasland se aleja así de la dimensión ética del parricidio para concentrarse en las posibilidades estéticas de su representación, y poder finalmente ofrecer una especie de tesis escénica sobre el acontecer teatral.
Escrita y diseñada especialmente en 2012 para el Teatro San Martín de Buenos Aires, la obra fue presentada antes en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís, y su texto toma elementos de Los hermanos Karamazov de Dostoievski y de Un parricida de Maupassant, además de algunas ideas de Sigmund Freud.
Una buena escenografía Laura Leifert y Sebastián Marrero, junto a un trabajo de video arte de Miguel Grompone, aportan elementos visuales para un espectáculo que vale ver, tanto por sus sentidos como por su mundo visual.

Nuevas funciones la obra TebaslandCARLOS REYES