Querían un nombre directo y sin rebusques para separarse del resto de las murgas jóvenes, pero a la vez, necesitaban algo que impactara y llamara la atención. Bautizaron al conjunto Jorge, a pesar de que no hay ningún componente con ese nombre, y la elección fue un acierto. "Nadie da dos pesos por la murga, todos dicen: 'ese nombre...', y después la ven y se sorprenden", reconoce a El País Cristian Rodríguez, fundador de este pintoresco conjunto de veinteañeros.
El gancho del título es innegable, y si bien les gusta que así sea, Jorge es mucho más que un nombre. Es el lazo que une a un equipo artístico que es como una familia. En tiempos difíciles, cuando la pandemia paró todo y no se sabía qué pasaría con el Carnaval, Cristian Rodríguez e Iván Martínez se bajaron de la murga La Guardia Vieja, y decidieron fundar su propia murga.
"Los Jorge 'originales' (quedamos seis) dijimos: vamos a probar con nuestras ideas y locuras, a ver qué sale. La pandemia nos forzó a dar ese primer paso con poca experiencia", relata Iván sobre esta murga que sorprendió con su buen libreto en el debut en el Concurso Oficial 2025 y si bien estaba previsto que hoy hiciera su segunda presentación en el Teatro de Verano, fue reprogramada por lluvia para el sábado 22 de febrero.
La meta inicial era juntarse entre amigos, despuntar el vicio creativo y pasar un buen momento en épocas complejas, pero rápidamente se convirtió en un refugio. Muchos de los integrantes esperaban con ansias que llegara el domingo para ir al ensayo y encontrar allí una contención, y también una vía de escape.
"Jorge nos ha cambiado la vida. Todos hemos pasado un montón de cosas en estos cinco años (falleció mi viejo, nos ennoviamos, nos separamos), y lo único que se mantiene como sostén es Jorge. Más allá de ser una murga, somos una familia", sintetiza Cristian.
A continuación, la historia de un conjunto que a base de sacrificio, tesón y mucho amor, se animó a dar el salto de Murga Joven al Carnaval mayor y hoy disfruta de ver gente cantar su repertorio de memoria, o que un niño les regale una flor en el tablado y les diga: "Son mi nueva murga favorita". Todo eso, aseguran, es impagable.
Jorge, la murga que apadrina El Piñe
Ningún integrante de la murga se llama Jorge, pero el nombre se convirtió en un concepto. "¿Qué es Jorge para vos? Puede ser cualquier cosa, desde la murga hasta un tipo que vende chorizos", explica Cristian.
La idea nació de la simpleza. "Vamos a no hacernos los raros", dijeron en una de las primeras reuniones. "Pongámosle un nombre común, de tipo, y tiramos Jorge. Era un chiste y quedó".
Con el tiempo decidieron que podía funcionar, a gusto del consumidor, como un homenaje al Jorge que más te guste. En una ocasión, fueron de invitados a La mesa de los galanes (Del Sol) y los terminó apadrinando Jorge Piñeyrúa. "Nos dieron una gran mano. No tenemos palabras para agradecerles", comenta Cristian.
Lejos de soltarlos, El Piñe se acercó a saludarlos la noche del debut en el Teatro de Verano: "Llegamos al club Piedra Honda, después de actuar, y nos estaba esperando. No fue a ver el espectáculo, pero pasó a estar un rato con nosotros y cantar".
Artesanal y entre amigos

Armar Jorge no fue simple. Les costó encontrar artistas que confiaran en el proyecto, y ante la negativa de varios murguistas, recurrieron a los amigos de toda la vida, con talento inadvertido. "El 90 % pisaron por primera vez un escenario con Jorge en 2020", asegura Cristian sobre esa esencia familiar.
Nacer en pandemia también fue un reto a nivel económico: los festivales son algo clave para financiarse, y en aquel momento no estaban permitidos. El encuentro de Murga Joven fue de los pocos eventos que no se suspendieron, y ese 2020 lograron salir gracias a rifas y juegos de azar: "No teníamos nada para dar, rifamos 10 mil y gané yo el sorteo. Nos seguía faltando plata, fuimos al casino, ganamos otros 10 mil y así terminamos saliendo", se sincera Cristian.
Para rematar, a cinco días de la muestra se quedaron sin director y sin batería. Estaban derrotados, pero sus compañeros movieron cielo y tierra para conseguir suplentes y la murga pudo actuar. "Eso unió al grupo y fue la base de lo que pasa hoy en Carnaval", dice Cristian.
Los trajes para el segundo espectáculo de su vida, titulado Los despojados, los fabricaron con retazos de su ropa. Pasaron dos fines de semana encerrados en el Club Industria cortando y pegando telas, así que cuando los vio la monitora (una figura que da Murga Joven para que guíe a los conjuntos), no pudo evitar llorar.
En Jorge todo es a pulmón y autogestionado. Sin sponsors ni respaldo económico, su fórmula es rodearse de amigos talentosos dispuestos a echar una mano. Por eso, llegar al Concurso tiene un sabor especial.
Esta murga se traza metas cortas. Tras destacarse en el Encuentro de Murga Joven y ganar dos años seguidos (2022 y 2023), decidieron animarse a dar el paso e ir a la Prueba de Admisión del Carnaval mayor. "No sentimos miedo porque confiamos en la materia prima del espectáculo", asegura Iván. Pasaron de cero a 100, pero la clave fue saltar al vacío con gente querida.
El sueño cumplido de la murga Jorge
La actuación en el Teatro de Verano, coinciden, fue la más emocionante que vivieron. Pasaron largo rato con los brazos arriba, esperando para reenganchar y bajar del escenario porque el público no paraba de aplaudir. Esa imagen les llena el alma, igual que cuando en los tablados los ovacionan de pie por la alegría que derrochan.
Es el sueño de sus vidas y llegar con sus amigos lo hizo aún más disfrutable. "Terminar la bajada, mirar a los costados y ver que somos los mismos después de todo lo que pasamos es una satisfacción gigante", dice Iván.
En el abrazo de los que siempre estuvieron para la murga y que prestaron su casa para las interminables jornadas de armado de trajes, sintieron que todo el sacrificio había valido la pena. Todo cobró sentido al ver los rostros felices y las lágrimas de emoción en la gente que aman, y en el aplauso de los colegas carnavaleros de sus padres, esos que antaño admiraban en los tablados.
"Siempre digo que Carnaval es la fiesta de los dioses más humanos. Para nosotros, los amigos de nuestros padres eran superhéroes, y un día te bajas del escenario y esos tipos que te marcaron vienen, te felicitan y se emocionan. Es todo alegría", cierra Cristian.
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